EL MONSTRUO DE FLORENCIA 1k5x1g

En los calurosos meses de verano, la frondosa vegetación de las afueras de Florencia es el lugar perfecto para paseos un románticos. Las parejas enamoradas se bañan en la cálida brisa bajo el cielo estrellado, caminan por los sinuosos senderos y se tumban en las exuberantes praderas.

La zona también es un lugar popular para acampar. Pero en la década de 1980 los amantes locales y de la naturaleza lo pensaron dos veces antes de disfrutar de los placeres del aire libre.

Los italianos vivieron conmocionados y disgustados por una serie de espantosos asesinatos que han durado décadas en los alrededores de la ciudad. Obra de un misterioso perpetrador a quien los medios han apodado el monstruo de Florencia.

Cuatro residentes locales han sido condenados por los crímenes pero muchos creen que el verdadero asesino o asesinos siguen prófugos a día de hoy. El misterio del monstruo de Florencia comenzó en agosto de 1968 con el asesinato de Bárbara Lochi de 32 años de la localidad de Ciñana y su amante Antonio Lovianco.

Aunque estaba casada y tenía un hijo, Bárbara era conocida en la ciudad como una mujer de moral distraída e incluso disfrutaba del apodo de la reina madre. La noche del 21 de agosto Bárbara, su hijo de seis años y su amante regresaban de ver una película cuando Antonio sugiere que se detengan en un cementerio cercano para tener sexo rápido. Su hijo está dormido en el asiento trasero del coche y Bárbara acepta de buen grado.

Pero su placer no dura mucho tiempo. Antonio acaba de empezar a quitarle la ropa a Bárbara cuando una figura oscura aparece de entre las sombras y les dispara. Tras el doble asesinato, el atacante agarra al hijo de Bárbara del asiento trasero del auto y se lo lleva.

Más tarde, esa misma noche, un golpe en la puerta despierta a un granjero local. Cuando la abre, ve a un niño pequeño delante de la puerta de su casa con el rostro lleno de lágrimas.

—Mi madre y mi tío están muertos —dice sollozante el pequeño.

Aparentemente, no queriendo lastimar al niño, el asesino lo dejó en la puerta del granjero al azar. El hombre, completamente atónito, avisó inmediatamente a la policía. Poco tiempo después, los detectives se presentan en la escena del crimen en el cementerio donde encuentran ocho casquillos de bala calibre 22 cerca de un automóvil Alfa Romeo Blanco, con matrícula de la provincia de Arecho, que resulta ser propiedad de Antonio Lobianco.

Entre las 6 y las 7 de la mañana, una patrulla de la policía se detiene frente a la casa del marido de Bárbara, Stefano Mele. Los detectives se están acercando a la puerta principal cuando, de repente, ésta se abre de golpe y sale Mele, cargado con una maleta y obviamente con prisa por llegar a alguna parte. Apenas reacciona ante la noticia del asesinato de su esposa y las sospechas de la policía aumentan.

Mele accede a regañadientes a hablar con las autoridades y finalmente los acompaña a la comisaría. Allí, les cuenta a los detectives que no se sentía bien desde la tarde anterior y que se había quedado en casa, tiempo durante el cual fue visitado por dos personas, Carmelo Cutrona y Antonio Lobianco, ambos amantes de su esposa.

Durante el interrogatorio, Mele menciona a otro amante de su esposa, sco Vinci.

Vinci fue detenido en noviembre de 1967, acusado de adulterio por su propia esposa. Es preciso recordar que, hasta 1968, el adulterio en Italia se consideraba un delito para las mujeres y los hombres eran castigados sólo en circunstancias muy especiales. Tan pronto como salió de prisión, Vinci reanudó la relación con su amante.

Bárbara se acostó con los tres hermanos Vinci, Giovanni, Salvatore y sco. Los detectives deciden comprobar las afirmaciones de Mele y le sugieren que vuelva a la comisaría al día siguiente. Así lo hizo Estefano que, el 23 de agosto de 1968, sorprendió a todos al itir que él y Salvatore Vinci habían matado a Bárbara y Antonio Lobianco.

En su confesión, Mele afirmó que cuando su esposa e hijo no regresaron a casa a las 11 y 20 de la noche del 21 de agosto, fue a buscarlos. En la plaza del pueblo se encontró con Salvatore Vinci y le dijo que Bárbara había ido al cine, probablemente con Antonio, y se había llevado al niño. Vinci regañó a Estefano por dejar que su esposa lo engañara todo el tiempo y le dijo que tenía que poner fin a esa situación. Vinci llevaba una pistola pequeña y los dos se dirigieron al cine.

Al llegar, encontraron el coche de Antonio aparcado. Esperaron cerca de la salida y al cabo de un rato vieron a Lobianco y Bárbara con el niño en brazos saliendo del cine. Subieron a su coche y los siguieron hasta el cementerio en las afueras de la ciudad. Estefano Mele le contó a la policía que cuando Antonio y Bárbara empezaron a tener relaciones, Salvatore Vinci sacó su pequeña pistola de una bolsa y se la entregó. Entonces, Estefano se acercó al coche y empezó a disparar vaciando todo el cargador. Su hijo fue despertado por el estrés.