Jean Bodin - La Demonomanía de las Brujas (Libro III: Medios de brujería) (1580) 4y5248

¡Hola a todos y a todas! Bienvenidos, bienvenidas a un nuevo episodio de Filosofía Puntes. Hoy exploramos el libro tercero de la demonomanía de las brujas, o también llamada demonomanía de los brujos, o también llamada demonomanía de los hechiceros. Y en francés es de la démonomanía de sorciers es por eso que lo traduce como si fuera hechicero, que también en inglés se dice sorcerers. Y bueno, aquí vamos a profundizar en los medios lícitos e ilícitos para prevenir la brujería, la posesión demoníaca y los engaños del diablo.

Porque para Jean Baudin es claro que las brujas no hacen esto por sí solas, sino que lo hacen con ayuda del diablo, de ahí la demonomanía. Desde antiguos rituales hasta posesiones documentadas, Baudin no sólo denuncia, sino que también propone una vida espiritual ilegal para enfrentar el mal. ¿Puede el diablo curar el cuerpo pero condenar el alma? ¿Qué papel juega la fe, la ley divina y la razón en esta lucha? Acompáñenos y descúbrelo. Sin más dinación, vamos allá.

Capítulo 1. Medios lícitos para prevenir la brujería. Jean Baudin en este capítulo reflexiona sobre las prácticas de brujería y las medidas legales para prevenirlas, situando el fenómeno dentro de un marco histórico religioso y moral.

Desde el comienzo enfatiza que los hechizos y encantamientos no son una novedad, sino que ya estaban presentes en civilizaciones antiguas como Caldea, Egipto y Palestina. Y estos actos, considerados abominables por su conexión con el mal y de su desafío a la ley de Dios, han sido condenados con rigor en distintas épocas, desde la biblia hasta la legislación de filósofos y políticos como Platón.

Baudin subraya la severidad de la ley divina en la erradicación de la brujería, vista no sólo como un crimen contra los hombres, sino como una blasfemia directa contra Dios. La historia, según el autor, está llena de ejemplos de castigos aplicados a brujas y hechiceros, cuya maldad ha sido vinculada a plagas, hambrunas y guerras.

Además menciona casos específicos como el de la transformación de Circe y las prácticas necrománticas en Tesalia, para ilustrar la omnipresencia y la peligrosidad también de estas actividades. Acaba Jean Baudin de mencionar a Circe en la demonomanía.

Recordemos que Circe era una hechicera que transformaba hombres en bestias, como un ejemplo paradigmático de la seducción y el peligro de la brujería. Circe representa este temor ancestral, el poder femenino ligado a lo oculto, lo incontrolable y lo sensual. Y acuérdense que Circe aparecía en el relato homérico, en la odisea de Homero. Su magia no sólo altera cuerpos sino también voluntades y eso es precisamente lo que aterra a Baudin, el poder de lo oculto para subvertir el orden divino y natural.

Baudin también observa cómo las comunidades que permanecen alejadas de la fe cristiana, especialmente en regiones remotas como Escandinavia y partes de América del Sur, continúan siendo presas de espíritus malignos y sacrificios humanos. En contraste aboga por la expansión de la verdadera fe y el temor de Dios como el medio más eficaz para combatir estas prácticas.

Recalca la importancia de predicar constantemente, inculcar el respeto a la ley divina y fomentar hábitos de piedad en las familias como la oración diaria y la lectura de las escrituras. Por otro lado, Baudin también aborda los peligros de ignorar o minimizar la gravedad de la brujería, criticando a quienes la ven como una superstición o una ilusión. Según él, la brujería representa no sólo un peligro físico para las comunidades sino también un ataque directo a la orden moral y espiritual.

Baudin menciona las palabras hebreas para resaltar su conexión con las leyes divinas y su importancia en el contexto espiritual, especialmente al analizar las prácticas relacionadas con la brujería y las creencias religiosas. En particular se refiere a términos como