Historia verdadera de la conquista de la Nueva España by Bernal Díaz del CASTILLO Part 2/6 q3m6i

Capítulo sesenta y tres de la historia verdadera de la conquista de la nueva españa de bernal díaz del castillo esta grabación del libro y boxes de dominio público de las guerras y batallas muy peligrosas que tuvimos con los tras cal teclas y de lo que más paso otro día después de habernos encomendado a dios partimos de allí muy concertados nuestros escuadrones y los días caballo muy avisados de cómo habían de entrar rompiendo y salir y en todo caso procurar que no nos rompía usen ni nos aparta en unos de otros y yendo así como he dicho tengo bienes y a encontrar con nosotros dos escuadrones que habría seis mil con grandes gritas tambores y trompetas ir echando y tirando varas y haciendo como fuertes guerreros cortes mando que estuviésemos que dos y controles prisioneros que les habíamos tomado el día antes les enviamos a decir y a requerir que no nos en guerra que los queremos tener por hermanos y dijo a uno de nuestros soldados que se decía diego de gozo y que era escribanos de su majestad miras en lo que pasaba y diese testimonio de ello si se hubiese menester porque en algún tiempo no nos demandas en las muertes y daños que ser re crecí esen pues requeríamos con la paz y como le hablaron los tres prisioneros que les enviamos mostraron muy más recios y nos daban tanta guerra que no les podíamos sufrir entonces dijo cortes santiago y a ellos y de hecho arremetió de manera que les matamos y muchas de sus gentes con los tiros y entre ellos tres capitanes iván ser retrayendo hacía unos arca huesos donde estaban en celada sobre más de cuarenta mil guerreros con su capitán general que se decía si contenga y con sus divisas de blanco y colorado porque aquella divisa y libre a era de aquel chico tenga que como había allí unas quebradas no nos podíamos aprovechar de los caballos y con mucho concierto los pasamos al pasar tuvimos muy gran peligro porque se aprovechaban de su buen flechas y con sus lanzas y montantes nos hacían más la obra y aún las ondas y piedras como granizo eran harto malas y como nos vimos en lo llano con los caballos y artillería nos lo pagaban que estábamos muchos más nos salvamos deshacer nuestro escuadrón porque el soldado que en algo se mandaba para seguir algunos indios de los montantes o capitanes luego era herido y corría gran peligro y andando en estas batallas nos acercan por todas partes que no nos podíamos valer poco ni mucho que nos vamos arremeter a ellos si no era todos juntos porque no nos desconocer tasen y rompía deseen re metíamos como dicho tengo hallábamos sobre veinte escuadrones sobre nosotros que nos resistían y estaba en nuestras vidas en mucho peligro porque eran tantos guerreros que a puñados de tierra no llegarán sino que la misericordia de dios no corría y nos guardaba y andando en estas presas entre aquellos grandes guerreros y sus temerosos montantes parece ser acordaron de ese juntar muchos de ellos y de mayores fuerzas para tomar a manos a algún caballo y lo pusieron por obra y arremetieron y echan mano a una muy buena yegua y bien revuelta de llegó y de carrera y el caballero que en ella iba muy buen jinete que se decía pedro de morón y como dentro rompiendo con otros tres de a caballo entre los escuadrones de los contrarios porque así le será mandado porque si ayudasen unos a otros echan mano de la lanza que no la puedo sacar y otros le dan de cuchilladas con los montantes y le hirieron malamente entonces dieron una cuchillada la yegua que le cortaron el cuello redondo y allí quedado muerta y si de presto no socorrieron los dos compañeros de a caballo al pedro demoran también le acabarán de matar pues quizás podíamos con todo nuestro escuadrón ayudarle digo que otra vez que por temor que no nos desbaratar en o acabase de desbaratar no podíamos ir ni a una parte ni a otra que harto teníamos que sustentar no nos lleva a ser vencida que estábamos muy en peligro y todavía acudimos a la presa de la yegua y tuvimos lugar de salvar al morón y quitársela de su poder que ya le llevaban medio muerto cortamos la finca de la yegua porque no se quedase allí la silla y allí en aquel socorro