¿Hay que librar la guerra cultural? 6f4167

Es imposible que les salgan bien las cosas a quienes no actúan bien.

Y no existe obra buena de varón ni de ciudad sin intervención de la virtud y la inteligencia. El valor de una ciudad, su justicia y su temple equivalen y son semejantes a las virtudes por cuya posesión se llama a los individuos valientes, justos, sabios y prudentes. Con estas palabras de Aristóteles sean ustedes muy bienvenidos a la Taberna Ilustrada, un programa que se funda en la convicción, diríase Socrática ochestertoniana, de que conversar con amigos es una buena manera de alcanzar verdades valiosas.

En esta edición, en esta undécima edición de la Taberna Ilustrada, conversaremos sobre un tema tan actual como relevante. Conversaremos sobre la guerra cultural. ¿Estamos en guerra cultural? ¿Estamos llamados a librarla? ¿Cuál es la naturaleza de nuestra misión con el prójimo? ¿Estamos llamados a someterle o, por el contrario, a amarlo? Estas son algunas de las preguntas que les formularemos a nuestros invitados en apenas unos instantes. Pero antes me gustaría esbozar una mínima reflexión. Creo que la cultura es más un campo de cultivo que un campo de batalla y que nuestra misión con el prójimo no es tanto someterlo como amarlo. No es tanto vencerlo como desvelarnos por él.

Empezamos. Les animo a todos ustedes, espectadores de la Taberna Ilustrada, a hacerse socios de B1 Media. Nuestra permanencia no está en manos del poder político, saben ustedes que somos independientes de él, ni en manos del poder económico. Está en sus manos, de socios que quieran colaborar con nosotros porque les gustan nuestros contenidos. Introducido el tema, presentemos ahora a nuestros invitados. Hoy dos de estreno. Alejandro Rodríguez de la Peña, catedrático de la Universidad CEU San Pablo.

Bienvenido. Gracias, un placer estar aquí. Catedrático de Historia Medieval. Sí. Llevaba mucho tiempo, vamos, deseando que te incorporases a esta taberna. Ha llegado el día. Pues estoy muy a gusto y encantado de estar. Para hablar de un tema interesante. Dani de Fernando, bienvenido. Muchas gracias, Julito. Bienvenido de nuevo. Javier Crivillen, que yo creo empieza a sospechar que echa las noches aquí. Me tienes aquí encadenado a la silla.

Llevo meses sin ver a mi familia. Pero bueno, lo disfruto mucho. Bienvenido de nuevo.

Gracias. Y Pablo Mariñoso, que también se estrena. Muchas gracias por la invitación, Julio.

No sé cómo presentarte. Eres estudiante, pero también eres editor. Soy tu becario.

Tu becario, creo que es buenas... No, eres becario de monóculo. Bueno, becario de monóculo, entonces.

Becario, pero editor. Editor, editor de monóculo. Un becario plenipotencial. Eso es.

Pero, para su desgracia y para nuestra fortuna, remunerado como un becario. No, hombre, no, no.

Feliz, feliz. Bueno, eso se solucionará. ¿Qué voy a decir, claro? Dios mediante. En fin, vamos a hablar sobre la guerra cultural y lo primero, entiendo yo, es preguntarse primero si estamos en guerra cultural, qué es guerra cultural y si estamos llamados a librarla o a obviarla o, qué sé yo, a retirarnos como Rodrejer a un monte, a vivir la vida virtuosa. O sea, yo no sabría definirlo o dejo la definición a vosotros. Yo quisiera atacar el problema un poco por oposición.

Y es verdad que cuando surgió el tema de la guerra cultural, se puso de moda y hubo gente que empezó a escribir sobre esto, generó cierto rechazo, ¿no? Y generó rechazo, yo lo vi en dos grupos de personas, bastante contrapuestos. Por una parte, generó rechazo en aquellos que se oponen a la esencia misma de la política, ¿vale? Y que es cualquier noción de bien, o sea, que se oponen a cualquier noción de bien en la política.

Y entonces eso les generó, pues, ¿no? Que no les gusta el conflicto, entonces les generó, pues, una cierta anidad de versión, ¿no? Pero por otra parte, en gente de nuestra sensibilidad, ¿no? También, de algún modo, generó cierto desdén, cierto rechazo, cierta pereza, no lo sé. Incomodidad. De hecho, tú, Julio, escribiste varios artículos un poco en contra, ¿no? De la idea de la guerra cultural.

Y yo pensando que también sentí este desdén, ¿no? Es decir que tus artículos hubo argumentos que me convencieron, hubo otros que no. Y para este programa he tenido que pensar y interrogarme y decir, oye, ¿por qué no me convence la guerra cultural, no? Entonces, bueno, yo quisiera empezar hablando de estos dos grupos, ¿vale? El primer grupo, aquellos que se oponen a cualquier movimiento.