El gran apagón 3d6qk

El pasado 28 de abril de 2025, a las 12 y 33 aproximadamente, sufrimos el gran apagón.

Un hecho que pasará a los libros de historia, o al menos al club de las anécdotas más surrealistas de la modernidad.

Un país europeo, con toda su parafernalia tecnológica y su eterna pose de primer mundo, dejó a millones de personas sin electricidad, sin cuestión de segundos.

No un barrio, no una ciudad, sino un país entero.

Se fue a negro, mientras todos se preguntaban si esto era una broma.

A las 12 y 33, cuando la mayoría de la población estaba en plena jornada laboral, llegó el apagón masivo.

Se fueron 15 gigavatios de energía, como quien pierde unas llaves de casa.

Y la escena, la escena era de película apocalíptica, semáforos apagados, ascensores y trenes detenidos, cafeterías sin poder hacer café y el silencio digital.

Un silencio digital espeso, solo roto por el chip porroteo de algún generador agónico.

Pero más pintoresco no fue el apagón en sí, sino la explicación de nuestro presidente del gobierno, Pedro Sánchez, con su tono habitual de tranquilidad y temple, anunció que no se descartaba ninguna hipótesis.

Esto es básicamente la versión política, ni idea de lo que estamos viendo.

Una frase maravillosa que resume como aquí, cuando pasa algo gordo, la primera respuesta siempre es a ver que inventamos para explicarlo.

Y claro que el gobierno no iba a cargar solo con la culpa, faltaría más.

La narrativa oficial rápidamente empezó a señalar a los operadores privados, a la complejidad del sistema eléctrico y hasta al mismísimo aire que sopla demasiado fuerte sobre los molinos de viento.

Todo menos decir miren, no sabemos qué está pasando y la verdad es que estamos improvisando.

Y por su fuerte no faltaron las joyas de comunicación, promesas de transparencia, ruedas de prensa cargadas de tecnicismos incomprensibles para que la población no entendiera nada de lo que se estaba diciendo y la perla clásica, esto no volverá a ocurrir.

Y como en amar ese optimismo institucional que ya ha demostrado ser más frágil que la red eléctrica española.

Y la escena fue aún más cómica así cabe cuando se supo que el apagón también afectaba a nuestros vecinos portugueses.