
Descripción de La frontera 3e3j28
Les ofrecemos el relato original de José Luis Fernández de Sevilla titulado La frontera. Una historia que es testigo del miedo, con un encarcelado injustamente y su abogado, que no puede impedir que acabe condenado. 2750l
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Hora de abrir bien los ojos de estar preparados de no distraerse ni un instante hora de oscuridad y de presagios ha sonado la hora del escalofrío les ofrecemos el relato original de José Luis Fernández de Sevilla titulado la frontera ¡Digua! ¡Digua, imbécil! ¡Ratiño, ven aquí! ¿Qué quieres? ¿Qué te pasa ahora? Que me molestan tus pisadas y no rechistes tengo derecho a que me pueda molestar cualquier cosa a quejarme de todo, a mandar ¿Cómo te aprovechas, eh? Este es tu momento Sí, me aprovecho ya lo creo y me permito libertades contigo y con tu bonito uniforme porque me van a cortar el cuello al amanecer ¡Qué aprovechón, eh! ¡Qué aprovechón! Vamos, vamos muchacho, querido Pierre, no te aproveches del probo y disciplinado funcionario de prisiones, señor Digua mi señor Digua ¿Has pensado alguna vez en la muerte? Sí ya lo creo hace veinticinco años cuando tuve el tifus y estuve tan grave ¿Y tuviste miedo? Mucho Muchísimo Yo también tengo miedo infinito por cierto, ¿se puede tener algo infinito? No lo sé, Pierre aunque creo que sí que el miedo a la muerte es infinito Bueno, muchacho, viejo muchacho, testigo del miedo quiero escribir Eso es frecuente en tu situación Sí, amigo hay muchos condenados que muestran de pronto una gran vocación literaria No me extraña cuando ya no se puede hablar entran ganas de escribir Anda, déjame ese bolígrafo, viejo buitre No sé, no estoy autorizado No creerás que me voy a suicidar con tu bolígrafo Está bien Y ahora busca por ahí un buen puñado de cuartillas De acuerdo ¡Digua! ¡Digua! ¡Ven aquí! ¿No has pensado nunca que sólo se mueren de verdad los condenados a muerte? No se mueren los matan Por eso, viejo buitre La Santé de París Madrugada del 21 de junio de 1967 Ya lo sabréis por el registro de la prisión y por el papeleo del proceso Me llamo Pierre Blondel y me quedan en este momento Perdón, estoy calculando la hora Me quedan en este momento cinco horas, diecisiete minutos y no sé cuántos segundos de vida Bueno, lo de los segundos no tiene importancia Ni los minutos tampoco Lo que importa son las horas Las horas son los años de vida de un condenado a muerte Hay diferencias esenciales a la hora de ser ajusticiado según el país Yo ahora, por ejemplo Sueño como con el imposible porque lo es con ser un ciudadano americano Si en vez de haber nacido en Toulouse y condenado en París yo fuera natural de Kansas y hubiera sido condenado en Nueva York me llevarían a la asilía eléctrica en la que ahora pienso como en el ideal de la muerte Supongo que es también espantoso, pero uno siempre desea lo que no tiene También la cámara de la policía
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