
Descripción de El diridéndolo 2d5p5o
Los diridéndolos son unos serecillos que actúan como un espejo de nuestra alegría o nuestra tristeza. Si nos los encontramos de frente, su cara es redonda, cálida y luce como el sol. Pero si nos los encontramos de perfil, su rostro mengua y empalidece, como la luna. Guión y montaje: Elena Lostalé Voces: Elena Lostalé Voz niña: Alejandra Rojas Músicas: CC 4.0: New Age R Water Shine (Frank Nora), Adding the sun (Kevin MacLeod). Imagen: Freepik CC - BY: Duende y Parque (ddraw) 204x2b
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Sueña cuentos.
Historias para niños que sueñan despiertos.
El Dirivéndolo.
¿Cómo tienes esa sonrisa de oreja a oreja? ¿Por qué estás tan contenta? Por nada en especial.
¿Y entonces? Hija, parece que has perdido un tornillo.
Deja ya de sonreír, ¿no? ¡Tú también estás sonriendo! ¡Funciona! ¿Qué funciona? ¿El qué? Hoy en el cole nos ha dicho la profe que la sonrisa es contagiosa y que cambia el ánimo de los demás.
Nos ha retado a hacer un experimento.
Comprobar cómo, si llevamos puesta una sonrisa, las personas de alrededor se vuelven más amables y sonrientes.
Tenemos que anotar todo lo que ocurre en este cuaderno.
¡Anda! ¡Qué ejercicio más interesante! ¿Verdad que sí? ¿Me puedo comer un bombón? ¿Antes de cenar? Bueno, venga.
¡Funciona! ¿Será posible? Oye, ¿pero es que me estás utilizando de conejillo de indias? Claro que funciona.
La alegría es contagiosa, como también lo son el mal rollo y la tristeza.
Verás, a veces se cuentan historias de seres que no existen, como el hombre del saco o los chupacabras.
Por el contrario, existen seres de los que nunca, nunca jamás se ha hablado en historia alguna, como los diridéndolos.
¿Los diridéndolos? Diridéndolos.
Son unos seres pequeñitos que se les aparecen a algunas personas.
Si los miras de frente son regordetes, con la piel amarillenta luminosa y en su cara redonda como el sol, lucen una gran sonrisa.
Pero si los miras de perfil son seres pálidos, azulados, y de su rostro menguante como la luna se desprende una enorme melancolía.
Así, quien se los encuentra de frente se llena de alegría, pero quienes los ven de perfil se sumen en una insoportable tristeza.
Los diridéndolos tienen una característica muy especial, y es que si algo les hace llorar, desaparecen.
No pueden soportarlo y dejan de existir de inmediato, con la primera lágrima.
Por eso quedan muy pocos en el mundo.
¿Y si nadie nunca ha escrito o hablado sobre ellos? ¿Cómo sabes que existen? Porque una vez me encontré con uno.
¿De frente o de perfil? De frente, afortunadamente.
Él mismo me contó esta historia.
Poneos cómodos, sueñacuentos.
Nunca nadie antes ha escuchado este relato.
Seréis los primeros en saber quiénes son los diridéndolos.
Los diridéndolos fueron creados a partir del sol y la luna.
Hace muchos, muchos años, tantos que ya nadie es capaz de recordar, hubo un eclipse.
En el mismo momento en que la luna quedó por delante del sol, tapándolo por completo, saltaron millones de chispas que se desperdicaron por todo el universo.
Muchas de ellas cayeron aquí, en la Tierra, y cobraron vida.
Dieron lugar a unos seres mágicos que estaban hechos mitad de sol y mitad de luna.
Los diridéndolos.
Los diridéndolos se expresan con muchísima dificultad.
Por eso casi siempre están callados.
Solo hablan cuando tienen algo realmente importante que decir.
Por lo general, tan solo se les escucha emitir dos sonidos.
La risa y el llanto.
Pero los diridéndolos no lloran o ríen por un sentimiento propio.
Más bien actúan como un espejo.
Cuando se encuentran con una persona que desprende alegría, se colocan de frente a ellos, lucen como el sol y comienzan a reír.
Pero cuando la persona está triste se vuelven de perfil, menguan y empalidecen como la luna, y se ahogan en llanto.
Es en ese momento en cuanto rompen a llorar cuando los mata la tristeza.
Y desaparecen.
Pero en una ocasión se demostró que era posible romper ese encantamiento.
El diridéndolo me contó que una tarde de lluvia se encontró con una joven muy bella en lo más profundo del bosque.
La joven lloraba desconsoladamente cuando entre las lágrimas acertó a ver de perfil a un ser pequeñito, delgado, de piel azulada.
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