
El Demonio de Semana Santa - Parte III: Sábado Santo l582y
Descripción de El Demonio de Semana Santa - Parte III: Sábado Santo 561o6y
Silencio. Eso es lo que se espera en Sábado Santo. Pero en esta historia… el silencio grita. En el tercer episodio de El Demonio de Semana Santa, el inspector Darío Vergara sigue los pasos de una oscuridad creciente que lo lleva a las profundidades del cementerio del Cristo de los Olvidados, donde el sepulcro ya no está sellado… sino abierto desde dentro. Allí descubre una escena aterradora: símbolos paganos, ojos flotando en agua bendita, y una mujer aún viva, colgada de anzuelos, que pronuncia una sola palabra escrita con su propia sangre: “Abaddon.” Zaq’zel ha cumplido con cada fase del ritual. Las llaves han sido reunidas. El portal… está por abrirse. 71et
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Bienvenido, te acercaste al fuego buscando calor, pero lo que encontraste fue algo muy distinto.
Las historias que escucharás te envolverán en un manto de misterio, miedo y oscuridad.
¡Apaga las luces! Deja que el crepitar de la hoguera sea tu compañía.
¡Esto es terror junto a la hoguera! ¿Estás listo para quedarte hasta el final? Demonios de Semana Santa, parte 3, sábado santo.
Es sábado santo, el día del silencio.
Cristo yace en la tumba, dicen. El mundo guarda luto.
Pero mientras los fieles callan, los condenados gritan.
Y en algún rincón de la ciudad, el demonio abre un portal más allá del sufrimiento humano.
El inspector Darío Vergara lleva tres días sin dormir.
Su rostro es una mezcla de café frío, colirio y desesperación.
Pero ahora lo sabe. Cada asesinato sigue el rito inverso de la pasión.
Y esta noche, no habrá cuerpos gritando.
No habrá sangre derramada a gritos. Solo silencio.
Un silencio tan profundo que podría devorar la razón.
A las 2.33 de la madrugada, se corta la electricidad en toda la ciudad vieja.
Nadie lo nota, salvo los que aún velaban en oración.
Y en ese instante, tierra, bajo el antiguo cementerio del Cristo de los Olvidados, comienza a temblar.
La policía llega tarde. Bajo tierra, un mausoleo había sido profanado.
Un altar pagano, decorado con huesos de monjas desaparecidas.
Cientos de ojos arrancados. Sí, ojos. Flotaban en frascos de agua bendita.
Miraban sin ver. Quizás veían demasiado.
En el centro, una figura. Sir Magdalena. Se aparecía hace años, aún viva. O algo similar.
Su cuerpo flotaba suspendido por anzuelos. Su boca, cosida con alambre. Respiraba por la nariz. Sus lágrimas eran negras.
El inspector Vergara, horrorizado, comentó. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede estar viva? Uno de los forenses giró la cabeza. Y temblando, replicó al inspector.
No tiene lengua. Pero escribió esto, esto en la pared. Con su propia sangre.
Una única palabra. Abadón. Y bajo ella, un mensaje más oscuro aún.
El inspector leyó en voz alta. Sábado. El sepulcro se abre. El silencio es el grito del infierno.
El inspector siente que el círculo está casi completo.
El jueves se sacrificó la fe. El viernes se quebró la palabra. Y ahora, el sepulcro se abre desde dentro.
La muerte no descansa. El demonio no busca solo sangre. Busca abrir una puerta.
Y la llave es el miedo. Miedo silencioso de los vivos.
Lejos de allí, suena una grabadora. Una confesión del inspector Vergara.
Hoy, por primera vez, sentí algo dentro de mí. Una especie de eco. Como si alguien hablara con mi voz en mi cabeza.
¿Y si ya me ha tocado? A lo lejos, en el campanario de una iglesia abandonada, algo se mueve.
Una figura encapuchada toca una campana rota. Cada tañido no anuncia resurrección, sino renacimiento.
Cada nota es una carcajada ahogada en siglos de odio.
Taxel está listo. Las tres ofrendas han sido hechas.
El sepulcro se abre. El silencio es el grito del infierno.
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