
Cuando cuidar duele: Autonomía, amor y límites en la familia 685817
Descripción de Cuando cuidar duele: Autonomía, amor y límites en la familia q6v4g
Este pódcast nace de una historia tan real como cotidiana: la de Manuel, un hombre mayor con movilidad reducida y su leve deterioro cognitivo que quiere seguir viviendo en su casa, y su hija Rosa, desbordada por la carga de cuidarle sola. A partir de este caso, abrimos una reflexión ética en forma de comité interdisciplinar, en el que diferentes voces profesionales se enfrentan a una pregunta difícil: ¿Qué hacer cuando el deseo de una persona entra en conflicto con su bienestar y con el de quienes le rodean? Más que buscar respuestas cerradas, este episodio es una invitación a pensar en voz alta, a cuestionarnos con empatía y a entender el cuidado desde una mirada más amplia, donde también caben los límites, el descanso y la dignidad de todas las personas implicadas. Una historia que remueve, y que pone sobre la mesa lo complejo, y a la vez profundamente humano, de acompañar a quien cuida y a quien necesita ser cuidado. Integrantes del grupo:Carmen Ana Sánchez Carmona ,Andrea Jover Vargas ,Andrea Martínez Martos y Ainhoa Moya Molina . 436n65
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hola, bienvenido y bienvenida a este podcast que hemos titulado Cuando cuidar duele, autonomía, amor y límites de la familia.
Somos Carmen Sánchez, Andrea Jover, Andrea Martínez y Ainhoa Moya.
Somos estudiantes de tercero de trabajo social, de la asignatura de ontología en trabajo social.
Hoy queremos hablaros de un caso muy real, que refleja lo difícil que puede ser cuidar de alguien que queremos y al mismo tiempo no olvidarnos de nosotros mismos.
Es la historia de Manuel, un hombre mayor que quiere seguir viviendo en su casa y de su hija Rosa, que está agotada de cuidar de él solo.
A través de este caso vamos a reflexionar sobre decisiones muy difíciles.
¿Qué pesa más, el deseo de una persona o su bienestar? ¿Qué pasa cuando quien cuida ya no puede más? Lo vamos a ver desde distintos puntos de vista, como si estuviéramos en un comité de ética, donde profesionales de diferentes áreas analizan juntos cómo actuar en estas situaciones tan delicadas.
Queremos invitaros a pensar con nosotras, sin juicios, con empatía y con la mirada puesta en el cuidado y los derechos de todas las personas.
¡Empezamos! Hola, me llamo Isabel y soy trabajadora social en un centro de salud comunitario.
Hoy quiero compartir con vosotras una historia real, de esas que te tocan el corazón y también te hacen pensar.
Una historia que habla del amor, del agotamiento, de la ética y sobre todo del cuidado.
Este es el caso de Manuel y Rosa.
Manuel tiene 82 años, es una persona con movilidad reducida y que empieza a mostrar un deterioro cognitivo leve.
Vive con su hija Rosa, que tiene 50 años.
Rosa lo cuida sola, compaginando el cuidado con un trabajo de media jornada.
Cuando fui a visitarles, como parte del seguimiento a personas en situación de dependencia, me encontré con una escena que me dejó preocupada.
La casa estaba muy desordenada.
Manuel llevaba puesta la misma ropa del día anterior.
Estaba deshidratado.
Rosa tenía ojeras profundas, el rostro tenso.
Al sentarse conmigo se echó a llorar.
Le quiero mucho, pero no puedo más.
Me contó que había rechazado varias veces la ayuda externa.
¿Por qué? Porque teme que su padre termine en una residencia.
Manuel tampoco quiere ni oír hablar de eso.
Lo repite con firmeza.
Yo quiero morir en mi casa, pero en mi interior algo no me cuadraba.
¿Estamos respetando su deseo o dejando que se deteriore lentamente? ¿Y Rosa, quién cuida de ella? Decidí llevar este caso al Comité de Ética del Centro.
Porque lo que parecía solo un caso social, escondía un profundo dilema moral.
Tenemos delante un dilema difícil.
Por un lado, Manuel quiere quedarse en su casa.
Es lo que en la ética del trabajo social y en la bioética llamamos el principio de autonomía.
Este principio es de la bioética europea no solo decidir por uno mismo.
Es reconocer que cada persona tiene derecho a pensar, a elegir, a actuar sin presiones y vivir según sus valores.
Como profesionales, estamos para acompañar y respetar esas decisiones, no para sustituirlas.
No solo Manuel, a sus 82 años, con movilidad reducida y su leve deterioro cognitivo, es vulnerable.
También Rosa es vulnerable.
Y el volcarse en el cuidado de su padre la hace aún más vulnerable.
Así que, además de la autonomía de ambas, hay que pensar en su bienestar.
Otro principio ético del trabajo social, y más aún, aquí está en juego la vulnerabilidad de Manuel y Rosa.
O sea, la atención a la vulnerabilidad.
Otro principio de la bioética importantísimo en el trabajo social.
Desde la bioética europea, la vulnerabilidad se entiende como parte de nuestra condición humana.
Habla de la fragilidad de la vida y de la necesidad de proteger y cuidar a quienes pueden ver amenazada su autonomía, su dignidad o su integridad.
No basta con no realizar mal una intervención.
Hay que acompañar y apoyar para que las personas puedan seguir adelante y desarrollar su vida.
Incluso en los momentos más difíciles.
¿Qué pesa más? ¿La autonomía o el bienestar? ¿O será la atención, el cuidado y la vulnerabilidad? Desde el punto de vista médico, Manuel está en riesgo.
Si no se hidrata ni mantiene una buena higiene, puede sufrir una caída, una infección o algo peor.
Por lo que necesita ayuda allá.
No olvidemos a Rosa. Está colapsando emocionalmente.
Si ella cae, Manuel se queda sin ningún tipo de apoyo.
Estamos ante una sobrecarga del cuidador.
Y eso también es una forma de vulnerabilidad.
¿Pero vamos a decidir por Manuel solo porque creemos que sabemos que es mejor? Tiene derecho a equivocarse, como cualquiera.
La autonomía no es solo elegir bien.
Es poder decidir por uno mismo, incluso cuando los demás no están de acuerdo.
Quizás no tengamos que elegir entre blanco y negro.
Podemos buscar una vía intermedia a la aristotélica.
Proponer a Manuel un programa de apoyo a domicilio unas horas al día y ayudarle a entender que es importante para su hija y para él que se permitan esas cosas.
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