Cosas Natzis#1 Horst Wessel 2c5v6c

Bienvenido a un nuevo episodio de La Trenchera, el podcast del cajón de Grisom.

Con este episodio vamos a dar comienzo a una serie que vamos a llamar Cosas nazis, recordando ese famoso sketch de Padre Familia en el que Hitler está en su despacho y Peter Griffin entra a molestar.

¿Peter, no ves que tengo trabajo? Sí, ¿qué haces? ¿Cosas? Sí.

¿Cosas nazis? Sí, Peter, cosas nazis.

¿Te puedo ayudar? No, Peter, déjame trabajar, ¿eh? Vale, vale, vale.

Pues para empezar vamos con Horst Wessel, el mártir más conocido del III Reich.

Estamos en Berlín.

Es el primero de marzo de 1930.

Es un día frío y gris, y en la sede del Partido Nacionalista Obrero Alemán, de las camisas pardas, las secciones de asalto, las SA, velaban el cadáver de Horst Wessel.

Wessel había muerto por un tiro a quemarropa en la cabeza.

El autor del disparo fue Albert Holler, un miembro del Partido Comunista o KPD.

El móvil era político.

Era lo que indicaba el informe policial.

No era nada extraño que en aquellos tiempos convulsos de la República de Weimar era bastante habitual el enfrentamiento entre nazis y comunistas por el control de las calles y barrios de las principales ciudades alemanas.

Lo que no era tan normal era la importancia que se le estaba dando a la muerte de este joven nazi.

A la puerta de donde se velaba el cadáver se agolpaban cientos de personas acompañadas por importantes del partido, incluyendo al que por entonces era cauletier de Berlín, el doctor Josef Goebbels, que luego se convertiría en el ministro de propaganda tres años más tarde, y a Hermann Göring.

Hitler no hizo alto de presencia.

Desde la comitiva hasta el cementerio le iniciaba un coche fúnebre al que seguían varias banderas y estandartes con la Cruz Gamada.

Un nutrido grupo de de la SSA, SS y simpatizantes nacionalsocialistas escoltaron los restos de George Wessel hasta el cementerio de San Marién un Nicolái, que está relativamente cerca de la Alexanderplatz.

Mientras, la multitud permanecía en silencio, mostrando sus respetos.

El recorrido hasta el cementerio duró varias horas para pasar por las principales calles de Edalrim y que cientos de ciudadanos le dieran el último adiós.

El silencio reinaba al pasar la comitiva, solo roto cuando pasó frente a la sede del KPD, el Partido Comunista Alemán, cuando se oyó cantar la Internacional.

Cuando, por fin, el cortejo fúnebre llegó al cementerio, y antes de enterrar a George Wessel, el acto se convirtió en un mitin de NNSDAP.

Goebbels aprovechó la situación para convertir al muerto en algo parecido a un apóstol nacionalsocialista.

Y dijo, Goebbels, y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, ya tenía un héroe, un auténtico mártir.

A partir de entonces, su tumba se convirtió en lugar de peregrinación para los nacionalsocialistas.

Pero, ¿qué había hecho George Wessel en su corta vida? ¿Tenía tan solo 22 años para que mereciera tanta atención? Según la biografía oficial George Wessel, un destino alemán, que fue publicada en 1932 y escrita por Hans Heinz Ebers, era un joven digno y puro que había entregado su vida por el nacionalsocialismo y por su lucha contra los comunistas.

Por otro lado, esos comunistas lo mostraban como un delincuente agitador y proxeneta de los bajos fondos berlineses, que utilizaba su pertenencia a los comunistas.