Convertí en esclavo y sumiso a mi profesor. BDSM 6q1c5y

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Ahora así comencemos.

Convertí en esclavo y sumiso a mi profesor.

Cuento la historia de cómo me inicie en mi faceta de domina y ama, por el placer experimentado de convertir a mi amante mucho mayor que yo en edad y experiencias en un dócil sumiso y esclavo.

Y es el inicio de dominación no sólo a él sino a su esposa e hija.

Recordando cómo descubrí mi tendencia a ser dominante y descubrir el placer poderoso que esto representa.

Historia ocurrida hace ya muchos ayeres.

Cómo convertí en esclavo y sumiso a mi amante que era mi profesor.

Llevaba ya un poco más de dos años de una relación con un profesor de la Escuela de Comercio y istración en una de las más prestigiadas escuelas privadas de mi ciudad natal.

Siendo todavía menor de edad, fui seducida por un maestro que daba las materias de contabilidad y de finanzas.

Era el más joven y guapo de la plantilla de maestros.

Él tenía 38 años. Estaba casado y aseguraba que si entonces no tenía hijos era porque así era su decisión.

Si ahora todavía levanto pasiones y partes del cuerpo masculino y provoco húmedas inquietudes en las mujeres, como era en la época de cuando sucede esta historia, modestia aparte, yo era un verdadero bombón.

O como decía uno de mis padrinos, yo era un bocado de cardenal.

El caso es que estaba por cumplir mi mayoría de edad y al mismo tiempo me graduaba de secretaria ejecutiva y de contador privado y ya tenía trabajo en un banco.

Dentro de mis planes era entrar a la universidad, viajar, entablar una relación seria con alguien de mi edad.

Dentro de todos estos acontecimientos y planes mi amante profesor no tenía ningún rol y papel y a pesar de tener excelentes orgasmos, cada vez que nos veíamos había tomado la decisión de romper ese amaciato que no llevaba a ningún lado.

Lo cité en un café y a pesar de las protestas y promesas del profe, fui inflexible y dije adiós.

Cartas, llamadas a mi casa, no existían los celulares, no se asusten los Millenium, esta historia es casi de la prehistoria, visitas frecuentes al banco ya que se hizo cliente y iba por cualquier pretexto, me esperaba a mi salida, etc., etc.

Y yo nada, no tenía la menor intención de regresar.

Sin embargo una tarde en el área del estacionamiento del banco, lo vi definitivamente afectado físicamente.

Demacrado, con muchas canas, descuidado en su apuendo y mal afeitado y según supe por amigas, vivía ya solo, su esposa lo había abandonado, iba camino a convertirse en una piltrafa.

Lo veía y no me creía que por ese hombre apenas unos meses atrás yo estaba bien envergada, no sentía ni pena ni lástima mucho menos burlaverlo suplicando vernos en la intimidad.

Chally, pídeme lo que quieras, pero necesito verte, estoy dispuesto a cualquier sacrificio con tal de estar juntos de nuevo, por favor.

Arturo, era la primera vez que lo tuteaba, y la primera vez que lo llamaba por su nombre de pila, las reglas van a ser otras, nada será como antes, nada.

Con la primera protesta de tu parte te olvidas de mí para siempre y si me vuelves a buscar o a molestarte denunciaré, así que debes saber que ahora mando yo.

Ahora las condiciones tu normas las dictaré yo.

Te veré en 15 días, lugar y hora te lo haré saber con tiempo, mándame al banco un sobre con esta cantidad de dinero que necesito comprar algunas cosas, y tienes 15 días para recuperarte que estás hecho una mierda.

Te adelanto que no volverás a mi vida ni yo a la tuya, mis veremos solo cuando yo lo decida.

¿Ok? Si lo que tú digas.

Contesto agradecido el otrora orgulloso profesor Arturo.

A los 15 días le hice llegar a la escuela un sobre con un mensaje, dentro del sobre estaba una pequeña llave y una carta escrita a máquina.

Esta es la llave del apartado postal número 69, de la oficina de correos que está en el Palacio Federal a solo 100 metros de la escuela, ahí encontrarás instrucciones.

De nuevo los jóvenes actuales no sabrán que demonios es un apartado postal.

El profesor Arturo fue de inmediato al correo, no le importó dejar una clase a medio terminar.

Leyó frenético mi mensaje.

Arturo, es la última vez que me dirijo a ti de esta manera.

Mañana sábado te veré en la escuela, cerciorate de que estemos de que estemos solos ti y yo.