Como para confundirse, Auguste Villiers (CUENTOS PARA ESCUCHAR LOS DOMINGOS) 31476o

En historias para ser leídas atenas de los finales de cuento de hadas tenemos pesadillas kafkiano a decir verdad la fantasía no cumple la función superficial de los sueños sino otra mucho más decisiva la de los sueños reales que la gente necesita soñar tenemos aquí parábolas de la realidad historias que expresan deseos alegoría psicológicas sátiras bonachón y uno o dos relatos que quizás agite en las aguas realmente profundas a mi me gustan todos ojalá a ustedes también y ahora dame tu mano porque iniciamos de extenso a las profundidades como para confundirse august biblia una mañana gris de noviembre bajaba por los muelles con paso rápido una fría llovizna java la atmósfera transeúntes negros sombrío bajo paraguas deformes se entrecruzan el sena amarillento arrastraba sus barcos mercantes que si me dejaba nave chorros desmesurados en los puentes el viento azotaba bruscamente los sombreros que sus dueños disputaban al espacio con esas actitudes y contorsionista espectáculo siempre tan penoso para el artista mis ideas serán válidas y brumoso la preocupación de una cita de negocios convenida la víspera me acostaba la imaginación el tiempo apremia va a decidir resguardar me bajo el teja de ello de un portal desde donde me seria mas cómodo parar algún coche de caballos en ese mismo instante dibise justo a mi lado la entrada de un edificio cuadrado de aspecto burgués había surgido de la bruma como un fantasma de piedra y a pesar de la rigidez de su arquitectura a pesar del vago triste y fanta plástico que lo envolvía reconocía enseguida un cierto aire de hospitalidad cordial que me sereno el espíritu seguramente me dije los huéspedes de esta morada son gentes en tareas este umbral invita a detenerse acaso no está abierta la puerta así pues con la mayor educación del mundo con aires satisfecho y el sombrero en la mano meditando incluso un madrigal para la dueña de la casa en tres sonriente y me encontré directamente ante una especie de sala de techo acristalado desde donde caía el día libido en las columnas había ropa colgada bufandas sombreros había mesas de mármol dispuestas por todas partes diversos individuos con las piernas es tiradas la cabeza erguida los ojos fijos con un aire positivismo que parecían meditar y las miradas carecían de pensamiento los rostros serán del color del tiempo había portafolios abiertos papeles desplegados junto a cada uno de ellos y me di cuenta entonces de que la dueña de la casa con cuya acogedor a cortesía había contado no era otra que la muerte me fijé en mis anfitriones ciertamente la mayor parte de los que ocupaban la sala habían asesinado su cuerpo esperando de este modo un poco más de bienestar al escuchar el ruido de los grifos de cobre sellados contra el muro y destinados al riego cotidiano de aquellos restos mortales hoy el rodar de un coche de caballos se detuvo ante el establecimiento y hice la reflexión que mis clientes de negocios esperaban me volví para aprovechar mi buena suerte el coche en efecto acababa de arrojar en el umbral del edificio a unos colegial escort vistas que necesitaban ver a la muerte para creer en ella vi el carruaje vacío y grité al cochero al pasaje de la ópera por favor poco después en los bulevares el tiempo me pareció más cubierto sin horizonte los arbustos vegetación esquelética que parecían mostrar vagamente el borde de sus ramas negras la presencia de los peatones a los agentes de policía todavía adormecido el coche aceleraba los transeúntes a través