No me llamo Tracy (09/10) Líos en el Paraíso 341w2i

Evox Originals presenta Historias para ser leídas.

Un podcast de ciencia ficción, terror y fantasía dirigido por Olga Paraíso.

Ficciones sonoras con las que podrás sumergirte en otra realidad.

No me llamo Tracy. De Víctor Montolí. Líos en el paraíso. Capítulo 9.

Siempre he estado con quien he querido y cuando yo he querido. Porque todos se mueren y mueren, me permitiréis el juego de palabras, por estar junto a mí, íntimamente. La soledad es un momento que también yo elijo, y es algo precioso para mí tener esos ratos de intimidad conmigo misma que me permiten parar el tiempo, analizar mi trayectoria y decidir mi futuro. Ay, vivo en un perpetuo movimiento. La acción continua es mi forma de estar en este maldito mundo. Para mí, la nostalgia no es una opción. Pocas veces tengo dudas y nunca me arrepiento de nada.

Así es como funciona mi mente y cómo le corresponde mi cuerpo. Y aunque a veces me pregunto dónde estará ese buen mozo que pueda darme martirio, no estoy buscando a nadie que me complete, ni mi media naranja ni la horma de mi zapato. Y lo que encuentro por ahí raras veces me sacia o satisface las necesidades. Azul es el que ha estado más cerca de conseguirlo, y resulta que mi príncipe favorito ha intentado matarme. Varias veces.

No hay quien entienda las relaciones afectivas, ¿verdad? Yo, al menos, he dejado de intentarlo y me limito a fluir sin temer las consecuencias, que llegarán igualmente de todas maneras. Hagamos lo que hagamos. Siempre habrá problemas, hasta en el paraíso. Basta con estar preparada para afrontarlos y, sobre todo, no autoengañarse. Porque tened por seguro que el resto de la humanidad ya se encargará de ello e intentará engañarte. Como dice mi psicóloga de cabecera, Paquita, la del barrio, no hay mujer a quien le guste que le mientan, aunque sea para hacerla feliz. Aunque tengo dudas sobre esto.

Las tres horas de espera han pasado plácidamente mientras Tracy meditaba de esta forma y contemplaba el paisaje con el que casi ha acabado confundiéndose. El sonido de un coche que se aproxima consigue despertarla de su trance y Tracy vuelve al mundo real. Aquí y al de ahora, que de forma tan aleatoria como ilusoria llamamos presente.

El coche aparca, un portazo, pasos en la gravilla, la puerta de Villa de Odad abriéndose lentamente. Entra, te estoy esperando. En la sala en penumbra, coincidiendo con un bonito crepúsculo de postal sobre el lago Lehmann, sentada en una butaca giratoria, Tracy se da la vuelta hacia azul en cuanto nota su presencia en el salón. Hola Tracy, ¿siempre recibes a la gente en ropa interior? No, no siempre, muchas veces prescindo de ella.

Te recibo así en señal de buena voluntad, para que veas que no voy armada. Yo no diría eso, pues para corresponderte he elegido uno de mis trajes más caros y elegantes, en tu honor. Y ya sabes que nunca llevo armas, hoy no es la excepción. Oh claro, no es tu estilo. ¿Te habrás traído a tus matones entonces? No, he venido solo.

Oh, te lo agradezco, aunque tú eres responsable de muchas más muertes que yo. Jamás te mancharás las manos de sangre. Cierto, tienes toda la razón. Lo mío es más teórico, o si quieres filosófico. Yo mato estrictamente por negocios, no experimento ningún placer en ello. Yo sí, y no me siento culpable, he hecho de mi oficio mi afición, de mi afición mi oficio.