Caso Cursach: La única policía encarcelada 5n1n2n

Lo hemos anunciado al inicio del programa, hoy nuestro compañero el gran comunicador Pedro Prieto trae a nuestros micrófonos en el Radio Baleares el testimonio directo de la policía local Francisca García Castro, más conocida entre todos como Paquita, la única entre los 25 agentes que entraron en prisión por el caso Cursac en 2016, la única mujer policía.

Además, una de las protagonistas también del libro titulado El caso Cursac, cartas y emociones de policías inocentes, de Douglas y Acromen, que salió a la luz si no voy equivocada el 18 de noviembre de 2024. Pedro Prieto, buenos días. Hola, buenos días. Paquita, encantada, buenos días. Encantada igualmente. Gracias por acompañarnos esta mañana.

Gracias a vosotros. Dice en uno de los portales de venta de este libro, en tus manos tienes un libro de resiliencia y de las emociones expresadas a través de cartas reales por policías locales encarcelados siendo inocentes. Cierto. Sí, es que ha habido una gran tragedia con esto. Es decir, se han sentado en el banquillo, o no se han sentado en el banquillo, sino que se han ido directamente a la cárcel muchos policías y mucha gente inocente. Daba la sensación, cuando tú leías según que prensa, como si quedaban todos en la plaza de España, pasaba por allí en un autocar y se los llevaban a titos a ida y juerga, ideología y descalzondeo. Y tengo entendido que sin dar ninguna explicación.

Correcto. Mira, el relato que de Paquita es digno para escribir un libro, porque una persona inocente de la noche a la mañana se encuentra entre rejas, pasa la noche entre rejas y a la mañana siguiente se la lleva a más rejas, que es la carretera del Sóller, la cárcel, sin que mediara un juez ni nada. Se pasa el día de noche buena y noche vieja paseándose por el patio de la cárcel, comiéndose cacahuetos o no sé qué, con la hija de la vaca y más gente. Cuando ella pidió, por ser nochebuena, navidad, deja que me reúna con los demás policías. Pues no, le dicen que no, que tiene que estar sola.

Lo leo en tu reportaje, en última hora, la primera noche le asignaron una presa familiar de La Paca y a la noche siguiente otra.

Sí, bueno, es normal.

Sí, la segunda noche me pusieron con una reclusa normal, por decirlo de alguna manera, que para mí fue un ángel en esos momentos. Esa mujer era todo risa, todo vitalidad y a mí, dentro de lo que cabe, que no paraba de llorar, era el estado en el que estaba constantemente llorando y pensando en mi madre, pero con esa compañera de celda, tengo que darle las gracias desde aquí y le sigo mensajeando porque fue, ya digo, un ángel para mí.

Tuba el samol ese momento.

Pero es que tú imagínate qué tiene que pensar la hija, la madre, el padre, el marido cuando se enteran de que ella está en la cárcel. Me contó que su hija a su madre con toda la sutileza de este mundo se lo contó. Pero vamos, yo me pongo el papel de los hijos y del marido y tal y que igual. Y sin comerlo ni beberlo, al calabozo está. Incluso tenía frío y le pidió al Policía Nacional, oye, ¿tenéis una mantita? Y el Policía Nacional salió a buscar.

Pues vamos a intentar revivir, pese a, bueno, imagino que después de tanto tiempo ya está como asimilado, superado, aceptado entre comillas, se aprende a vivir con ello, como decimos en las situaciones difíciles, porque cuando son injustas o inesperadas o tragedias, en esos casos se aprende a vivir con ello, no se supera nunca.

Pero vamos a intentar poner la imagen en palabras de la propia Paquita, que nos acompaña hoy, para que nuestros oyentes puedan ponerse en el papel, en la piel, de una persona que de la noche a la mañana de golpe la encarcelan, sin ninguna explicación. ¿Cómo fueron esos momentos desde que vienen a detener a Paquita? Un limbo. Mi cabeza era un limbo.

¿Cómo fue? Era querer facilitar cualquier cosa que me pidieran, cualquier información, cualquier documento de trabajo, porque evidentemente yo lo relacionaba con algo que profesionalmente hubiera hecho mal, me hubiera equivocado, hubiera cometido algún... No lo sé. Ese era mi no lo sé. Ese era mi cabeza. ¿El qué? ¿Qué he hecho? Y darle vueltas a la cabeza y decir pero es que no encontrar nada...