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El camino de los reyes 1

El camino de los reyes 1 6r4u1h

25/2/2025 · 09:00:00
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Descripción de El camino de los reyes 1 2c143i

El camino de los reyes es una novela de fantasía épica escrita por el autor estadounidense Brandon Sanderson y el primer libro de la saga El archivo de las tormentas.2​ La novela fue publicada el 31 de agosto de 2010 por Tor Books.3​ El Camino de los Reyes consta de un preludio, un prólogo, 75 capítulos, un epílogo y 9 interludios.4​ Le siguieron Palabras Radiantes en 2014,5​ Juramentada en 20176​ y El Ritmo de la Guerra7​ en 2020. Está previsto que se publique una edición encuadernada en piel en 2021.8​ En 2011, ganó el premio David Gemmel Legend Award a mejor novela.9​ El audiolibro está íntegramente narrado por Michael Kramer y Kate Reading. 1t1n2r

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Penguin Random House Audio presenta El Camino de los Reyes, primer libro de la saga El Archivo de las Tormentas, de Brandon Sanderson, narrado por Esther Solange y sc Velda. Para Emily, que es demasiado paciente, demasiado amable y demasiado maravillosa para expresarlo en palabras, pero lo intento de todas formas. Preludio A. El archivo de las tormentas. Kalak rodeó un promontorio rocoso y se detuvo agotado ante el cuerpo de un tronador moribundo.

La enorme bestia de piedra yacía de costado. Las protuberancias de su pecho, parecidas a costillas, estaban rotas y agrietadas. La monstruosidad era de forma vagamente esquelética y sus anormalmente largos brotaban de unos hombros de granito. Los ojos eran manchas de un rojo oscuro en la cara afilada, como creados por un fuego que ardiera en las profundidades de la piedra. Se apagaron.

Incluso después de tantos siglos, ver de cerca un tronador hizo que Kalak se estremeciera. La mano de la bestia era tan larga como alto era un hombre. Manos como esa lo habían matado antes y no había sido agradable. Naturalmente, morir rara vez lo era. Rodeó a la criatura, escogiendo con cuidado su camino por el campo de batalla. La llanura estaba cubierta de piedras y rocas deformes, columnas naturales que se alzaban a su alrededor, cadáveres que regaban el terreno.

Pocas plantas crecían allí. Los riscos y montículos rocosos presentaban numerosas cicatrices. Algunos eran secciones arrasadas donde habían combatido los potenciadores. Con menos frecuencia, pasó ante huecos resquebrajados de extraña forma, donde los tronadores se habían arrancado a sí mismos de la roca. Muchos de los cuerpos que yacían alrededor de él eran humanos. Otros muchos, no.

Sangres diversas. Roja, anaranjada, violeta. Aunque ninguno de los cadáveres en torno a él se movía, una confusa neblina de sonidos flotaba en el aire. Gemidos de dolor, alaridos de pena. No parecían los sonidos de una victoria. El humo surgía de los pocos arbustos o de los montones de cadáveres ardientes. Incluso algunas secciones de roca humeaban. Los portadores del polvo habían hecho bien su trabajo. Pero yo he sobrevivido.

He logrado sobrevivir esta vez, pensó Kalak con la mano en el pecho mientras se apresuraba hacia el lugar de encuentro. Eso era peligroso. Cuando moría, era enviado de vuelta sin remisión. Cuando sobreviviera a la desoración, se suponía que debía volver también. De vuelta al lugar que le aterrorizaba. De vuelta a aquel daño de dolor y fuego. ¿Y si decidía no ir? Pensamientos comprometidos, quizá pensamientos arriesgados.

Avivó el paso. El lugar de encuentro estaba a la sombra de una gran formación rocosa, una torre que se alzaba hacia el cielo. Como siempre, ellos diez lo habían decidido antes de la batalla. Los supervivientes llegarían hasta aquí. Extrañamente, sólo uno de los demás lo estaba esperando.

Hezrien. ¿Habían muerto los otros ocho? Era posible. La batalla había sido demasiado cruenta esta vez, una de las peores. El enemigo se volvía cada vez más tenaz. Pero no. Kalak frució el ceño mientras se acercaba a la base de la torre. Allí siete magníficas espadas se alzaban orgullosas, clavadas en el suelo de piedra. Cada una de ellas era una obra de arte, elegante en su diseño, grabada con glifos y patrones. Las reconoció todas. Si sus amos hubieran muerto, las hojas se habrían desvanecido. Estas hojas eran armas de poder superior, incluso a las hojas esquirladas.

Eran únicas, preciosas. Hezrien permanecía apartado del círculo de espadas, mirando hacia el este.

¿Hezrien? La figura de blanco y azul se volvió a mirarlo. Incluso después de tantos siglos, Hezrien parecía joven, como si apenas estuviera en la treintena. Su barba negra estaba bien recortada, aunque su ropa antaño elegante estaba chamuscada y manchada de sangre. Cruzó las manos a su espalda mientras se volvía hacia Kalak. ¿Qué ocurre, Hezrien? Preguntó Kalak. ¿Dónde están los demás?

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