El buey mudo 05/04/2025 5i3659

El mundo global se acaba. Trump amenaza al mundo global.

Estos son titulares que se vienen reproduciendo con cierta frecuencia desde que Trump llegó al poder en la Casa Blanca, pero que quizá esta semana han aumentado fruto de la propuesta de aranceles que Trump tiene para el mundo entero. Algunos pensarán, este debe ser de estos que se alegran por Trump y por tanto están a favor de que Trump perjudique a la economía española.

No, nosotros no estamos a favor de que Trump ponga aranceles a la economía española. Nosotros quizá lo que sí entendemos es que Trump quiera defender la economía estadounidense y la pregunta que hacemos es si nosotros no deberíamos hacer lo mismo y si nosotros no deberíamos provocar desde España, y como no nos queda otro remedio, a través de la Unión Europea que se llegue a un entente justo de relaciones económicas con Estados Unidos.

Pero sí nos gusta que Trump ponga en cuestión el mundo global, el globalismo. Porque claro, la pregunta que a uno le surge ante esos titulares catastróficos de que el mundo global desaparece, lo primero que hay que preguntarse es qué es el mundo global y si es bueno, porque aquí todo el mundo da por hecho que lo global es algo positivo. Y creo que cuando hablamos del mundo global podemos distinguir dos aspectos. Que el mundo sea global en el sentido de que las interrelacionales crezcan, yo creo que es una cosa positiva.

Y de hecho creo que, como está esa famosa película documental, España fue la primera globalización del mundo. España puso en relación, y en una relación muy intensa, dos mundos que hasta ese momento habían vivido totalmente ajenos y separados. Y eso fue algo bueno para el mundo, entre otras cosas porque el nuevo mundo recibió la fe y porque el viejo mundo se enriqueció de muchas de las cosas que había en ese nuevo mundo, y porque también ese nuevo mundo con el tiempo nos va a devolver la fe a los españoles y si no al tiempo.

Por tanto, que el mundo se haga global en el sentido de que esté interrelacionado es algo que es bueno. Y desde ese punto de vista, si hablamos de globalización, pues creo que desde un punto de vista cristiano no tenemos nada que criticar.

La globalización en sí es buena. Que haya mayor interconexión entre todas las naciones y todos los hombres del mundo es bueno. Y por tanto, que esa mayor interconectividad pueda redundar, en que incluso las relaciones económicas puedan fluir de una manera más fácil, más libre y más ventajosa para todos, pues también. Ahora bien, eso no quiere decir que tengamos que comprar la visión de que esto exige que cualquier nación renuncie a defender lo que podríamos denominar sus derechos económicos. No.

Los gobernantes tienen como prioridad proteger el bien común de sus gobernados. Y si en determinadas situaciones es necesario proteger determinadas actividades económicas, pues está bien que lo hagan.

Pero repito, si cuando hablamos de mundo global hablamos de esta globalización, que como decimos ya la inició España hace casi cinco siglos, pues bienvenido sea el mundo global. Ahora bien, si por globalización o por mundo global, mejor dicho, entendemos que todo tiene que estar regulado por instancias globales, que permanentemente las naciones tienen que ceder su soberanía a esas instituciones globales, entonces nosotros decimos desde aquí que ese globalismo no lo queremos y que por tanto nos alegramos de que ese globalismo esté amenazado. Y cuando hablamos de globalismo y de instituciones, no sólo son las instituciones que son muchas, sino también los tratados.

Entonces esta idea de que, por ejemplo, el comercio se tiene que