La Base Comanche 2x21 | ¿Fin del alto al fuego en Gaza? 5p1g25

La primera fase de la cesafire de Israel con Hamas ya está terminada.

Después de que Hamas liberó a los cuerpos de cuatro más hostigados por la noche y Israel liberó a cientos de prisioneros palestinos.

Ahora, hay nuevos desafíos por delante.

Aún es incerto que la cesafire se mudará a una segunda etapa.

Desde que el 7 de octubre no se iniciaran sino intensificaran las políticas de represión, violación de derechos humanos y violencia política contra el pueblo palestino por parte del Estado de Israel, podemos estar seguras de que se ha quebrado algo.

Es imposible ver lo que estamos viendo sin estremecernos y sobre todo es imposible reducir este genocidio a cifras.

Los más de 44.000 palestinos asesinados o los más de 90.000 heridos son datos que no hablan ya de la magnitud de lo que seguimos viendo.

Porque sabemos que las cifras reales distan de las cifras oficiales.

Los cadáveres debajo de los escombros, los desaparecidos, los mutilados debajo de la infraestructura derruida no están en las cifras oficiales.

¿Cómo hablamos de esas otras cifras? Y tampoco estamos incluyendo aquí ese 70% de infraestructura destrozada en Gaza, es decir, el hecho de que miles de gazatíes regresen a su tierra, pero no a sus hogares, porque no hay hogares en pie a los que regresar.

¿O cómo hablamos de los miles de niños traumatizados de por vida por ver a sus padres volar por los aires? O las mujeres embarazadas que no pudieron salvar a sus bebés al dar a luz en condiciones infrahumanas.

¿Cómo se cuenta un genocidio? ¿Cómo lo narras? Y sobre todo, ¿quién lo hace? Porque no es casual que más de 200 periodistas hayan sido asesinados.

No es casual porque para consumar un genocidio lo primero es garantizar el silenciamiento de quien pueda contar esas atrocidades al mundo.

Y lo segundo, el segundo requisito, es contar con el aval internacional para que por acción directa o por conveniente pasividad garanticen la impunidad del perpetrador.

Todo esto lo hemos visto recrudecer en el último año y medio desde que el horror se hizo normalidad televisada.

Tal vez es porque el horror necesita momentos de parálisis, aunque sean espejismos y no resuelvan nada, que respiramos algo esperanzados cuando se anunció un alto al fuego, aunque sabíamos no solo que no duraría mucho, sino que había que mirar con escepticismo lo que podía ocurrir.

Israel tiene un historial de incumplimientos no solo de condiciones o acuerdos, sino que en este periodo ha demostrado que tampoco existen instituciones que puedan forzarle a nada.

Hemos asistido al fin del derecho internacional, de la fuerza de instituciones garantistas como la ONU y hemos visto también el quiebre de la corrección política.

Aún así, llegó un alto al fuego, que en realidad era una tregua, porque nunca hubo fuego cruzado y, por tanto, hablar de alto al fuego es también impreciso, ya que el pueblo palestino no contaba con ningún ejército que en igualdad de condiciones se enfrentara contra el ejército israelí.

Y cuando llegó esta tregua, sentimos que al menos miles de palestinos y palestinas podrían respirar por unos minutos.

Pero las buenas noticias no duran mucho para los pueblos oprimidos si no somos capaces de señalar contundentemente y condenar al opresor.

La primera fase de esta tregua llega a su fin y todo indica que la segunda y la tercera no están al llegar.

¿Está Gaza en alerta? El mundo entero debería estarlo.

Mientras miramos con el nudo en la garganta lo que puede pasar ahora, Donald Trump y Benjamin Netanyahu se burlan de un pueblo masacrado, no en privado, en público.

Un video infame creado con inteligencia artificial muestra el plan final de estos genocidas para la franja de Gaza.

Invasión de un territorio para hacer negocios, eliminación de un pueblo para realizar la tarea sin obstáculos y ridiculización, es decir, revictimización, para envalentonar a esa internacional reaccionar y continuar así, desplazando las ventanas de Overton hacia coordinadas tan extremas que todo lo que antes parecía impensable es hoy verosímil.

Pero cuidado, aquí tienen responsabilidad también los gobiernos o partidos políticos que compraron el discurso equidistante y asumieron que el derecho a defenderse incluía también el derecho a cometer un genocidio en la letra pequeña.

Aquí tiene responsabilidad también Europa, pese incluso a quienes dicen que con reconocer al Estado palestino se hace ya bastante parando a Netanyahu, pero luego siguen comerciando con armas u ofrecen sus puertos o sus aeropuertos para que las embarcaciones con material militar con destino a Tel Aviv tengan donde repostar.

Sí, España ha cumplido este lamentable rol.

De nada sirve que el gobierno diga que está preocupado por lo que pueda pasar mañana, si hasta hoy ha seguido nutriendo con las armas a quienes las usarán contra el pueblo palestino al que dicen querer proteger.

Y en estos días en que el foco político, económico y mediático internacional habla también de treguas, de altos al fuego y de acuerdos para hablar de Ucrania, tras tres años desde que inició la guerra en ese territorio, parece que Gaza se hubiera borrado del mapa tal cual quieren Donald Trump y Netanyahu.

Porque no quieren eliminar la franja, sino al pueblo que la construye para así poder crear su central turística del horror.

Y es precisamente porque lo peor que podemos hacer es dejar de mirar a Gaza, que hoy en la base Comanche analizamos a fondo lo que ha supuesto esta primera fase de la tregua y nos preguntamos por lo que puede pasar ahora, con el nudo en la garganta, pero también dispuestas a luchar con el pueblo palestino.

Bienvenidos y bienvenidas.