
La Base 5x141 | La ultraderecha rompe récords en Portugal y sigue avanzando en Europa 4a1t1d
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En el programa de hoy, 20/5/2025, Pablo Iglesias, Irene Zugasti y Manu Levin analizan la victoria de la derecha y el drástico crecimiento de la ultraderecha en Portugal, que profundizan la tendencia hacia el auge del fascismo en toda Europa. Con la participación de la historiadora Raquel Varela. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1877708 32703s
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Victoria de la coalición de centro-derecha del primer ministro de Portugal, Luis Montenegro, que podría volver a gobernar. Unos comicios que han dejado una importante subida de la extrema derecha, que ha empatado con los socialistas, que han sufrido un fuerte retroceso electoral y, de hecho, su líder ha dimitido.
Montenegro ha sido refrendado. Anoche se dio un baño de masas. No le ha pasado factura a sus escándalos con sus negocios familiares. Quería estas elecciones para ganar más votos y lo ha conseguido. No tiene la mayoría absoluta pero sí una mayoría más que holgada. 89 diputados. La mayoría absoluta son 116. El otro gran vencedor es la ultraderecha SEGA. Para André Ventura es una noche de victoria y ya nada va a quedar como antes. Iban a exigir un récord histórico que ha sido celebrado por otros partidos de la ultraderecha en redes como su amigo Santiago Abascal de Vox.
El sistema político europeo está roto y la decisión de masacrar a la izquierda transformadora que sucedió a la crisis del 2008 tiene hoy severas consecuencias.
El poder europeo se volcó entonces en un objetivo muy claro, impedir una refundación regional conducida por las fuerzas emergentes antineoliberales, progresistas y democráticas. Quebraron a Sirisa, quebraron a Podemos, quebraron a la yerigonza portuguesa y a todas las expresiones del ciclo transformador que respondió ante la ruptura del pacto social tras la crisis económica.
Buscaban entonces impedir que la crisis financiera se llevara a puestos los sistemas políticos europeos y sus equilibrios entre el social liberalismo y los conservadores liberales, todos ellos eso sí otanistas. Para tratar de mantener esos equilibrios no podían consentir una salida en clave progresista como la que los movimientos de la izquierda propugnaban, en favor de los derechos humanos, de la paz y de la democratización de la economía también.
Los poderes europeos activaron entonces todas las palancas posibles para impedir la entrada de estas fuerzas en los gobiernos. En Portugal de hecho lo consiguieron y en todos los casos pusieron sus maquinarias mediáticas a destrozar a la izquierda creando así las condiciones para la emergencia de una ultraderecha que ya es una de las fuerzas políticas dominantes en la Unión Europea.
El sistema hoy está roto como digo y no tiene las condiciones materiales para su refundación. El modelo europeo realmente existente no puede garantizar ni la paz ni la estabilidad social ni el bienestar ni mucho menos los derechos humanos. Pasó a mejor vida el sueño de una suerte de conciliación interclasista efectiva como la que de alguna forma se logró en los años 60 y 70.
En la síntesis europea se esconde su particular drama histórico. Por un lado tenemos a un establishment gran coalicionista con su ala socialdemócrata en franca decadencia y por otro lado a las nuevas ultraderechas. Las izquierdas radicales que en la última década aspiraron a mandar en varios países están hoy contra las cuerdas como vimos el domingo en Portugal. La posibilidad de una italianización, entiéndase que da reducidas a minorías extraparlamentarias, de las izquierdas en países como Portugal o quién sabe si también en España. No debe despreciarse en ningún caso.
Die Link, a pesar de sus tibiezas con el genocidio israelí, es verdad que ha resistido en Alemania pero el 10% del electorado que hoy se reparten a partes iguales los partidos de Sumar y Podemos o la propia Francia insumisa cuando deje de contar con Melanzón deben hacernos mirar con preocupación lo que ha ocurrido en Portugal el domingo. El bloco se ha quedado con un 2% de los votos y un parlamentario y el Partido Comunista de Portugal con sólo un 3% y apenas tres diputados. Mientras, la extrema derecha ha venido a jugar un papel muy específico.
Busca ser el baluarte del orden social sin ganatizar las condiciones materiales que lo hagan sostenible. En suma, viene a hacer valer los intereses de los sectores concentrados del poder al tiempo que impide la organización social y política de la clase trabajadora. La crisis sistémica europea y la estrategia de los establishment nacionales en la región para impedir el ascenso de las izquierdas ha sido un cóctel explosivo con un desenlace trágico. El auge, todavía sin techo, de los movimientos de extrema derecha, filofascistas y en algunos casos incluso filonazis. El terremoto político en Portugal de la mano del ascenso de la sega da buena cuenta de ello.
El bloque de poder europeo impidió la salida por la izquierda de la crisis del modelo del bienestar a pesar de que ésta garantizaba el sistema democrático, la justicia social y la libertad de prensa y de expresión. No pudieron consentir que se pusieran en discusión algunos de los privilegios económicos y mediáticos de los sectores concentrados del establishment. A cambio, nos dejaron esta maravillosa coyuntura que tenemos ahora.
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