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Bienvenidos a Inoxidables, bienvenidos a este programa de radio disfrazado de podcast o a este podcast disfrazado de programa de radio. Soy Juan José García y estaré con vosotros repasando una vez más la historia de la música de cada década. Aquellas canciones que fueron famosas en épocas pretéritas y que son ni más ni menos que los cimientos sobre los que se fundó la música que ha llegado a nuestros días.

Algunos dicen que las épocas más gloriosas de la música ya han pasado. Visto lo visto, no tengo más remedio que darles una parte de razón. Pero no obstante, siempre quedará el pequeño margen que vamos a dar a la humanidad. Para nuestros artistas de hoy, que de vez en cuando sí consiguen sacar una gran canción de las que pasará a los anales de la historia de la música.

Y hoy se trata de que compartamos el programa número 90. Ya van 90, desde que un día se nos ocurrió esta aventura a través de iVox y que al final ha acabado siendo una parte fundamental en nuestras vidas. Qué gustitos está con vosotros, la verdad. Da gusto tener gente inoxidable cada semana escuchando las historias y las músicas de un enfermo de música como servidor.

Empezamos contando un poquito la historia de 1992 para que entendáis en contexto qué pasaba con la sociedad, la música, la cultura, el arte, la economía, en fin, que volvamos un poquito atrás en el año 1992. ¿Te acuerdas de cómo sonaba el mundo en 1992? No solo se notaba un cambio en el aire, también en los altavoces.

Fue un año clave en la historia de la música marcado por movimientos sociales profundos, una revolución cultural y tecnológica, y un antes y un después en la forma en que consumíamos música gracias a la MTV. Era el comienzo de los 90, una década que prometía renovación. El muro de Berlín ya había caído, la Guerra Fría estaba terminando y mientras algunos celebraban el fin de la historia, otros luchaban por hacerse oír en medio de nuevas batallas, por los derechos LGBTQ+, por la justicia social, contra el SIDA y, por supuesto, por una nueva voz musical que rompiera con todo lo anterior. En 1992 la cultura juvenil estaba hambrienta de autenticidad, ya no querían solamente pop brillante y perfeccionado, hacían gritos desde las calles, historias de frustración, de amor roto, de vidas en los márgenes, y eso es exactamente lo que llegó con fuerza en ese año, el grunge.

Seattle se convirtió en el epicentro del nuevo sonido global. Bandas como Nirvana, con su álbum Nevermind, estaban redefiniendo el rock. El éxito de Smiles Like Ten Spirit fue más que una canción, fue un grito generacional. Pero detrás de esta explosión musical también hubo pérdidas dolorosas. Artistas como Freddie Mercury, fallecido en 1991, y muchos otros cuyos nombres no llegaron a los titulares, perdieron la vida a causa del SIDA.

En 1992 la enfermedad seguía siendo un tema tabú, pero cada vez más artistas usaban su voz para denunciarlo y visibilizarlo. Mientras tanto, en el otro extremo del espectro musical, el pop seguía reinando. Whitney Houston nos regalaba I Will Always Love You, una balada épica que dominó las listas durante meses. Era el poderío vocal frente al ruido sucio del grunge.

Dos universos musicales, una misma década que empezaba a definirse por la diversidad. En medio de todo esto aparecía MTV, como nunca antes. La televisión musical dejó de ser solo un canal y se convirtió en una experiencia global. MTV no solo difundía canciones, sino estilos de vida, actitudes, rebeldías... Con sus videoclips MTV llevó a artistas desconocidos a millones de hogares en todo el mundo.

Y en 1992 eso significaba que un chico de Seattle podía soñar con tocar en Tokio, y una banda británica podía tener fans en Buenos Aires, sin haber salido nunca de Londres. Pero no todo era arte y música. Detrás de estos éxitos había también una sociedad en transición. El auge de Internet aún estaba por llegar, pero ya se sentía el cambio. Las ciudades eran más ruidosas, la juventud más politizada y los artistas asumían roles de activismo sin ningún miedo.

La moda, el cine, la literatura... todo respiraba cambio. Y la música era el espejo de todo eso.