#58 - El Abeto, un cuento de H.C. Andersen 27433w

De ve activistas de la salud allá en el bosque crecía un jóven abeto tenía un buen sitio y disponía de agua y aire más que suficientes en torno suyo crecían otros árboles abetos y pinos como aún era más pequeño que sus compañeros del bosque únicamente podía disfrutar del sol durante unos br debes minutos cada mañana cuando su luz le llegaba colándose entre otros árboles sin embargo conforme avanzaba el día y los rayos del sol empezaban a ser más cálidos el pequeño abeto se quedaba sin ellos debido a la altura mucho mayor del resto por eso el pequeño abeto teni había mucha prisa por crecer cada tarde los niños de la aldea cercana paseaban cerca de él su risa le reconfortaba y le hacía sentir bien pero muchas veces les ignoraba tan concentrado como estaba en sus pensamientos ay si fuera grande como los otros árboles suspiraba el árbol gritó ojalá pudiera extender las ramas a lo alto y divisar con la copa el ancho mundo los pájaros salir ariel en mis ramas y cuando soplase el viento movería mi copa con tanta solemnidad como ellos cuando estaba en esos pensamientos no le distraían ni el sol tibio ni el aire fresco de la mañana di las risas de los niños de la aldea cuando pasaban charlando en busca de fresas o frambuesas a veces se sentaban junto al arbolito y decían qué bonito es pero el árbol no quería oír nada de aquello ni siquiera prestaba atención a un ruido todavía lejano un ruido mecánico que de haber identificado habría cambiado la forma de pensar del arbolito al año siguiente había crecido un buen palmo y al siguiente un poco más pero el pequeño abeto no alcanzaba aún para disfrutar los rayos del sol ni tampoco lo hacía con los pájaros ni con las nubes rojas que a amanecer en el ocaso del día circulaban sobre el cómo me gustaría crecer más crecer para hacerse grande y viejo es el único placer de este mundo pensaba el árbol hasta que un invierno ese ruido mecánico dejó de ser lejano cada año venían al bosque los leñadores y cortaban algunos de los árboles del bosque ese año había llegado el turno para algunos árboles que rodeaban al llano tan pequeño abeto no que están haciendo por qué derriban a los árboles más altos porque no les dejan que sigan creciendo cada día un poco más al altos un majestuoso abeto cayó a su lado haciendo un ruido sordo el jóven abeto que aunque ya había crecido seguía siendo un árbol mediano se estremeció al verlo detrás de ese gran abeto otros grandes espléndidos árboles caían a tierra con un estrepitoso crujido después los leñadores les cortaban las ramas y parecían desnudos largos y delgados mientras los apilaban uno sobre otro en los carros con los que lo sacaban del bosque en primavera una golondrina se posó en una de las ramas de nuestro árbol venia de la misma dirección por la que desaparecieron los carros que se llevaron a los grandes abetos golondrina dime tú que puedes llegar más lejos que nadie a se han llevado mis compañeros qué destino les espera al principio golondrina dudaba pero al poco afirmó con la cabeza y dijo sí creo que lo sé al final de este camino hay un muelle los grandes hábitos iban cargados en carros que luego fueron cargados en barcos pero además he encontrado muchos barcos nuevos cuando volaba por encima del mar la golondrina dudaba si dar o no esa información al jóven abeto esos barcos tenían magníficos mástiles como mástiles que quieres decir golondrina yo diría que esos mástiles eran ellos