4. De la Paz de Basilea a Trafalgar (1795-1805) 2bm3r

¿Estás aquí? Ven, ven, acércate, que por fin hay noticias. Todos los opositores a Manuel Godoy, que no somos pocos, llevábamos años esperando este momento. Da lo mismo si eres un golilla, un aristócrata, un reformista ilustrado, o un miembro de la camarilla de Fernando, el príncipe de Asturias y futuro rey Fernando VII. Todos, absolutamente todos, coincidimos en una cosa, en nuestro desprecio a Manuel Godoy.

Porque Godoy es un advenedizo, una revista y un aprovechado sin ningún talento, que tiene como hipnotizados a nuestros monarcas Carlos y María Luisa. Hay quien dice que sobre todo a María Luisa, aunque yo no daría pábulo a estos rumores, aunque solo sea por no dudar de la reina. Y es que Godoy es un zalamero, conviene mantenerse bien lejos de él.

Lo ideal sería que Carlos IV le desterrase, pero me parece a mí que esto no lo verán nuestros ojos, al menos por el momento. Porque sí, ya te he dicho antes que hay noticias, a verlas, haylas, pero no son buenas. Después de la derrota española en la Guerra de la Convención, después de que los ses entraran en Cataluña y tomasen San Sebastián, Vitoria y Bilbao, resulta que el rey Carlos IV no solo no ha castigado a Godoy por ser el máximo responsable de semejante descalabro, sino que le ha dado un premio, ¿te lo puedes creer? Encima, no ha sido un premio cualquiera, no ha sido un premio de consolación por haber quedado segundo en la guerra, no, no, nada de eso. Carlos IV ha nombrado príncipe a Manuel Godoy, príncipe de la paz, de la paz de Basilea. Porque nombrarle príncipe de la derrota sonaba bastante peor.

Pero ya te digo yo, que esto de haber nombrado príncipe a Manuel Godoy va a traer cola, y va a tener consecuencias, y te lo voy a demostrar muy fácilmente. Yo te pregunto, ¿cuántos príncipes hay en España? Y no digo ahora, con los borbones, sino así, en general, ¿cuántos, a ver? En España solo hay un príncipe, el príncipe de Asturias, que es, además, el legítimo heredero al trono. Todos los demás hijos e hijas de los reyes son infantes e infantas, no príncipes ni princesas.

Por lo menos hasta ahora, porque justo en este momento, así como el que no quiere la cosa, como surgido de la nada, en la corte tenemos un nuevo príncipe. Manuel Godoy, el don Nadie Godoy, el advenedizo Godoy, el guardia de corpse Godoy, el primer secretario de estado Godoy. Bien, pues resulta que este, quiero decir, Manuel Godoy, por si no te ha quedado claro, ahora es, por obra y gracia de la derrota en la guerra de la convención, el príncipe de la paz.

Si pones atención, si aguzas el oído, podrás escuchar un ruidito. Son los dientes de Fernando, el príncipe de Asturias, que rechinan sin parar. Aunque Fernando no es el único que odia a Manuel Godoy. En el fondo, dentro de la corte, le odiamos todos, algunos más y otros menos, pero todos. Sin embargo, cuanto más alto suba, más dura será la caída, y esta caída llegará.

Vaya si llegará, porque si primero cayó Florida Blanca, y después cayó Aranda, también caerá Manuel Godoy, el príncipe de la paz. Estimados oyentes de Independencia, después de la guerra de la convención o del Rosellón, ha llegado la hora de hacer una pequeña pausa para lamer las heridas, y también para analizar las consecuencias del tratado firmado en 1795 entre España y Francia.