1852. Tenemos todo el tiempo del mundo 202i5l

Muy buenos días. Hoy te quería hablar de una canción, yo creo que a lo mejor ya te he hablado de ella, porque es una de las canciones que más me gustan. Desde siempre. Se titula We have all the time in the world. Tenemos todo el tiempo del mundo. Esta canción no sé quién la compuso, pero la cantó Luis Armstrong, este hombre que era trompeta y cantaba con esa voz tan particular.

Y luego otro cantante más joven, que ya ahora también es más mayor, es Iggy Pop. Tenía una una versión que también me gustaba mucho de esa canción. La escucho muy habitualmente y me me da una sensación muy positiva. Yo recuerdo cuando estudiaba en el colegio que hablaban, no sé si era la generación del 27 o del 98, y una de las cosas que caracterizaba el movimiento era la angustia por el paso del tiempo. Y eso se me quedó clavado. Tenían angustia por el paso del tiempo. Y yo cuando era joven empecé a sentir angustia por el paso del tiempo. Es muy curioso que cuando fuese joven sintiese que la vida se me iba de las manos. Como que se me estaba escapando y quería hacerlo todo. Y se me escapa la vida.

Y tenía 20 años, o 25 o 30. Con el tiempo, ya a partir de los 30 ya no fue así. Dejó de ser así. Dejé de sentir angustia por, angustia, tensión, por el paso del tiempo. Y empecé a sentirme más a gusto con el paso del tiempo. Hasta llegar a un punto muy curioso en el que empecé a ver el tiempo en lugar de como algo que pasa y se pierde, empecé a ver el tiempo como algo de lo que se dispone.

Y empecé a alucinarme después de haber vivido tantos años. Tantos, 40. Cuando empecé a tener esa sensación yo creo que tenía por ahí treinta y tantos o cuarenta. Pero ya tenía la sensación de haber vivido mucho. Porque había experimentado humanamente mucho. No porque me hubiesen pasado muchas cosas llamativas.

Y se fue acrecentando la idea en mí de otro día. Tengo otro día para vivir. Y de repente pensaba, decía, otro año. Pero puede que este año viva todo el año otra vez. Y luego de más pensaba, decía, pero si tengo 40 años y la gente se muere con 80. Eso quiere decir que todavía podría vivir 40 años más. En lugar de decir, oye, ya tengo 40 añazos. Y es que el tiempo se te echa encima.

Con las dos connotaciones negativas que tiene. Una, la del simple paso del tiempo, que es angustia.

La angustia del paso del tiempo. Y dos, la angustia de no haber hecho en ese tiempo. No estar en paz con lo que has hecho. Siempre te falta y siempre te falta algo. Pues eso, como te digo, fue cambiando.

Y empezó a ser, ¿todavía me quedan? En lugar de, mira, cuántos años tengo ya. ¿Todavía me quedan? En un principio pensaba en años. Todavía me quedan a lo mejor 20 años de vida. Y luego fue, simplemente, es que puede que vivo otro año. Yo ahora tengo esa sensación. Es que es posible que vivo otro año. Otro año. Pero es que 300 y pico días. Todas las mañanas, otra vez que te levantas y que estás aquí vivo. Me alucina. Yo a quien esté al mando, sea Dios, la genética, la vida, gracias.

Muchas gracias. Más me costó la sensación del paso del tiempo con las cosas hechas. Porque yo soy un, como dicen en inglés, un underachiever, un infraconseguidor. Hay personas conseguidoras.

Pum, pum, pum. De hacer, de hacer. Yo soy lo contrario. Pues también esto se fue colocando.

Se fue colocando en esa sensación.