11 de mayo 2025 - Homilía de 12h - Don Pablo 3t4z4g

El Señor esté con vosotros.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan.

En aquel tiempo dijo Jesús, mis ovejas, escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna.

No perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.

Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre somos uno.

Palabra del Señor.

Pues con gran alegría hoy celebramos este domingo, domingo, el cuarto domingo de Pascua, es domingo que se llama del Buen Pastor.

Es curioso porque en el Evangelio, este Evangelio no habla tanto de un encuentro con el resucitado, que es como en otros domingos precedentes, sino que se centra no tanto en la persona del resucitado, sino en una característica de Cristo, de entender a Cristo como el Buen Pastor.

Y providencialmente, precisamente en estos días, la Iglesia tiene papa, tiene un nuevo papa que se llama León XIV.

Hay que acordarse del nombre, sobre todo los curas que tenemos que decirlo luego en la plegaria eucarística.

Y si nos puede ir todavía, no sé, a Urbano IV y tal.

No, no, que ya hay que quitárselo, ahora es León XIV.

Y es verdad que a lo mejor para algunas personas se ponen en duda, si es el Espíritu Santo el que escoge e inspira a los cardenales, pero el hecho es que ha habido una difusión del Espíritu Santo en toda la Iglesia universal.

Empezando por la cabeza, por el papa.

Porque hay que tener valor para decir, sí, acepto esta responsabilidad tan grande de tener que ser Cristo, ser cabeza visible de Cristo en la tierra y de llevar al pueblo fiel hacia pastos que sean buenos, que sean saludables, para que podamos realmente desarrollar nuestra fe en medio del mundo.

Es una responsabilidad tan grande que a nosotros nos tiene que llenar de ternura decir, y es verdad que en el Evangelio aparecen tres verbos, no aparece Cristo resucitado, pero sí aparece como el buen pastor y aparecen tres verbos que denotan como la ternura de Dios.

Escuchan mi voz, una voz que a lo mejor nosotros no entendemos, pero en cuanto, fíjate que un niño pequeño, en cuanto escucha la voz de sus padres, aunque no entienda lo que dicen, saben que son sus padres y atienden a esa voz y se llenan de emoción.

¿Os acordáis en la visitación de la Virgen María Suprema Santa de Isabel? Isabel reconoce que en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en el vientre.

Juan Bautista no entendía nada, obviamente, pero ya había escuchado esa dulzura de la voz de María, el tono de la voz de María, y ya se llena de alegría en el vientre de su madre.

Pues también nosotros, a lo mejor como niños pequeños, no entendemos, pero vivimos con mucha paz poder escuchar al nuevo papa.

Escuchan su voz, el buen pastor conoce a sus ovejas y ellas le siguen.

Es una cosa bonita, ¿no?, escuchar la voz de Dios, escuchar su voz y seguirle a él.

Pero lo más interesante, me parece, es que él nos conoce, que no se apoya tanto en que nosotros seamos buenos o tal, que nuestra relación con Dios no depende tanto de que nosotros lo hagamos bien, que seamos buenos, que seamos santos, tenemos que serlo, obviamente, ¿no?, sino sobre todo que nuestra relación con Dios depende de que él nos conoce.

No es un conocimiento científico, hay otro tipo de conocimiento, que es en la Biblia, en la Sagrada Escritura, conocer significa una relación muy íntima, muy profunda.

En las primeras páginas aparece como Adán conoció a Eva y ya lo sabes, entiendes lo que quiere decir.

O cuando María dice, cómo puede ser eso si no conozco a Barón, ¿no? Pues en esa relación es donde pone el Señor, en el contexto de esa relación, la relación que él tiene con sus ovejas.

No tanto que nosotros le conozcamos a él, sino que entendamos lo que nos quiere decir, sino que todo depende de que realmente el Señor nos quiere mucho, el Señor nos ama.

Es lo que ha venido a decir el Papa, ¿no? Nada más salir al balcón de San Pedro, decir que Dios nos quiere a todos, ¿no?