Yawara, el gran guerrero Samburu. 3l2t4

Las historias fantásticas del profesor Bruno.

Hoy, Jaguara, el gran guerrero Samburu.

Hola muchachos, ¿qué tal estáis? Soy el profesor Bruno y me alegra mucho veros por aquí, porque hoy os voy a contar la historia de Jaguara, un niño africano de una tribu llamada Samburu en Kenia.

Jaguara vivía con sus padres y sus dos hermanos pequeños en una aldea muy bonita y sus vecinos eran una gente muy agradable.

Era estupendo vivir allí.

Pero como hacemos siempre, empecemos por el principio.

Nos situamos en el norte de Kenia, allí es donde vive Jaguara con su familia y forman parte de la tribu Samburu.

Por cierto, los guerreros Samburu son muy conocidos por proteger a las crías de elefante que se han quedado huérfanas.

Pues como os decía, Jaguara vivía allí y eran muy felices.

Por la mañana tenían que ir a la escuela, luego volvían a casa a ayudar a Nala, su madre, en las tareas de la casa y después de comer y hacer los deberes del colegio, ya podían ir a jugar.

Su padre, Tafarí, era el jefe de la tribu y cada cierto tiempo tenía que alejarse para ir a comprobar que todas las aldeas de la comarca se encontraban bien y ya de paso iba a ver a sus padres, que vivían en una aldea muy alejada.

Esa mañana, Jaguara después de intentar sin éxito que su padre le permitiera ir con él, se despidió de éste con un enorme abrazo, como hacía siempre.

Su padre y los cinco guerreros que le acompañaban se despidieron e iniciaron la marcha.

A la mañana siguiente, Nala, su madre, levantó de la cama a Jaguara y sus hermanos para que desayunasen y se fueran al colegio.

Cuando iban a salir, comenzaron a oír voces y vieron pasar a muchos guerreros de la tribu Pocón, una tribu cercana.

Su madre les dijo que salieran por la parte de atrás de la cabaña y se fueran corriendo a esconder a la selva, que ya iría ella a buscarlos cuando todo estuviera calmado, pues no sabían lo que podía ocurrir.

Pasaron muchas horas y su madre no venía por ellos.

Aguantaron todo lo que pudieron, pero al amanecer, Jaguara le dijo a sus hermanos que esperasen allí, que iba a ver qué ocurría y vendría por ellos.

Pero al llegar a la aldea, lo que encontró allí le dejó sin habla.

La tribu Pocón había arrasado su aldea.

—¡Mamá! —gritó entonces y salió corriendo.

Pero al llegar a su cabaña, se encontró que su madre había muerto, así como gran parte de su tribu.

La tribu Pocón llevaba un tiempo en guerra con la tribu turcana por el control del agua, y por algún motivo, al saber que el jefe Tafarí y algunos guerreros no estaban, decidieron atacar la aldea.

Toda la cabaña estaba destrozada.

Aún así, Jaguara cogió toda la comida que encontró y una piel para llevar el agua, y volvió corriendo al lugar donde se escondían sus hermanos.

Les contó lo que había encontrado al llegar a la aldea y que ahora debía ir a buscar a su padre.

Lo primero era saber con quién podía dejar a sus hermanos.

De vuelta a la aldea, ya una vez pasado todo, encontró a Saina, amiga de sus padres y que vivía en una cabaña cerca de la suya.

Le contó que iba a buscar a su padre y ella se ofreció a cuidar mientras tanto de sus hermanos.

Partió en ese mismo instante hacia Kisangura, en Tanzania, pues el viaje era muy largo.

Llegada la noche, se subió a un árbol para dormir, aunque tampoco era el sitio más seguro, ya que los liopardos se subían a ellos.

Pero era mejor opción que dormir al raso, porque los leones y las hienas salían a cazar de noche.

En la primera mañana de viaje, Jaguara comió algo y siguió su camino, pues como ya no había nada más,