Vivir sin miedo 5b5u1y

Mejor vivir sin miedo. Cada sábado por la mañana, desde la última semana de marzo del 2020, Jesús Terrés manda un relato íntimo a más de 35.000 lectores.

Que se dice pronto. ¿De dónde nace la necesidad de esta correspondencia sostenida en el tiempo? ¿De esa necesidad, de ese apremio por escribir, de romperse, de no dejar un cajón por abrir, de transcribir la belleza del mundo, de iluminar el camino? Bueno, ¿qué tal si se lo preguntamos a él? Que le tenemos entre nosotros Jesús Terrés. ¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Cómo estás? Pues un placer. Muy feliz de estar aquí, muy contento. Y oye, qué bien esa canción preciosa de Rosana.

Claro. Y qué bien traído, qué bien pensado. No me acordaba, no la recordaba. No, no, no. Y me ha encantado porque es justo el título, o sea, es maravilloso. Sí, sí, mejor. Hombre, a ver, si lo que pretendemos es vivir, mejor vivir sin miedo. Absolutamente. Porque el miedo no es buen compañero de viaje. El miedo no es buen compañero de viaje, aunque una de las enseñanzas de la madurez y de este proyecto literario es que tampoco se puede pretender que no exista, que esté, que esté ahí tranquilito, que esté a nuestra vera, pero que no nos gobierne, digamos.

O sea, que no sea el miedo que tenga el mando. También juega su papel, ¿no? ¿Resulta necesario el miedo? Sí, absolutamente. Yo creo que el miedo, en su justa medida, como la tristeza, es una alerta. Te ayuda, te ayuda a elegir. Te dice, no vayas por aquí, ve por aquí. El miedo, bien entendido, cumple su función. Estoy seguro. Lo que pasa es que tú nos animas a vivir con calma y a ritmo lento. Y en estos momentos alguien puede pensar que a ritmo lento, con demasiada calma, no llegamos a ningún sitio. Sí, sé que es una lucha perdida de antemano, pero yo creo que esas causas perdidas también merecen la pena.

Y fíjate, te lo digo de corazón, hay que refugiarse en las cosas que nos hacen ver el mundo desde la calma. Tu voz transmite un montón de calma, te lo digo de corazón. Es como escucharte y a uno es como que le baja las pulsaciones. Y lo digo para bien. Entonces yo creo que hay que buscar esos huequitos, cada día los hay, de un café, de un vino, de un ratito de radio, de un libro. Entonces hay que luchar contra la prisa. Disfrutar del amanecer. Disfrutar del amanecer, absolutamente. Ese momento que llena de vida, ¿no? Sí, yo esta mañana he tenido la suerte de amanecer en Neguri y he visto cómo amanecía.

Me he tomado un café, me he puesto una chaquetita, hacía frío, pero hacía una mañana preciosa. El rocío del Atlántico. Y sí, cada amanecer es un... suena cursi, pero me da igual. Cada amanecer es un regalo. Sí, sí. Bueno, además tú lo tienes muy claro y aquí insistes en ello. El mundo nace cada día. Sí, pero parece una frase lírica, pero es una frase, es una certeza física. Absoluta. El mundo nace cada día, cada mañana y en cada estación. Estos días son preciosos porque ya está aquí la primavera y el mundo renace. Renace de manera simbólica y literal.

Y todos renacemos. Entonces es bonito ese renacer diario. Y qué importante es la luz, Jesús, ¿no? La luz es todo, es todo. Es todo y yo creo que no sólo en los lugares obvios, porque uno puede esperar luz pues en una tarde de verano, en un día muy bonito, frente al mar, pero es que también la luz se cuela en los momentos más complicados. También en los momentos complicados, cuando hay dolor, cuando hay una pérdida, también ahí se cuela la luz. La luz se cuela en todas partes. De hecho, este libro yo lo considero un viaje en busca precisamente de la luz.

Pues sí, lo has leído perfectamente. Estoy por cambiar la frase, el subtítulo y poner ese.