Viernes 25 de abril - Juan 21, 1-14. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. 4y264

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Esta primera semana, que se llama la octava de Pascua, estamos viendo en el Evangelio de cada día los encuentros de Jesús resucitado. Lo vimos con María Magdalena, con los discípulos de Maús, con los mismos apóstoles. Comento cómo es Jesús el que se acerca.

Jesús siempre toma la iniciativa. Decía Jesús antes de su pasión, nadie viene a mí si mi Padre no lo atrae. Nadie conoce al Hijo sino a quien el Padre se lo quiera revelar. Y por eso Jesús es la proximidad del Padre a la humanidad y para expresar que el Padre quiere encontrarse con los hombres, que Dios tiene deseo de mí. Qué curioso, un Dios perfecto, un Dios eterno, un Dios infinito, un Dios que es feliz en sí mismo, me desea. Y sale a mi encuentro y me busca.

Cuanta gente me dice, no, Dios que busca mucho a Dios. Y digo, eso es que Dios te está buscando mucho a ti. Estás dejándole que entre en tu vida y que intervenga en tu vida.

Y por eso ese paso de Jesús que se acerca, que toma el pan, que nos lo da, que coge el pescado, que se lo da también a los apóstoles, es esa iniciativa divina.

Mira, todo lo bonito, todo lo bueno, todo lo importante que ha pasado en tu vida, evidentemente es un don de Dios que tú has podido agradecer y llevar a término porque Él te ha dado la capacidad de hacerlo. Pero no olvides que en ese conjunto de cosas siempre ha estado Él por delante. El Papa Francisco dice mucho, Jesús nos primerea.

Es un modo de hablar, bueno, pues en el sentido de decir que Jesús va delante de nosotros porque quiere que el camino que Él ha recorrido lo recorramos nosotros y porque en definitiva de vez en cuando se gira y nos dice que te deseo, que te necesito, que quiero estar contigo, que yo te ofrezco el pan, que yo te ofrezco la vida, que yo te ofrezco la gracia santificante, que te ofrezco mi palabra, que te ofrezco una familia en la que crecer.

Somos unos regalados de Dios, en el sentido que Jesús constantemente nos está ofreciendo el pan, la nutrición, la gracia, todo. Y por eso sí, a nosotros a veces pedimos muchas cosas a Dios pensando que son necesarias, pero Él sabe muy bien lo que necesitamos y Él se ocupa, Él se implica. No tiene que demostrarnos nada, si es que contemplando su pasión, su muerte, su resurrección y esas primeras escenas de cómo el Señor va a buscar a los apóstoles, que se había marchado a pescar al lago porque en fin, no saben ya qué hacer y es Jesús el que va allí y sale a su encuentro.

Nosotros hemos de ser conscientes de que Dios me desea, de que Dios me busca, de que Dios le importa tanto que no se queda contento si yo sigo esquivándole y a lo largo de toda mi vida Él no se va a cansar nunca de desearme y de buscarme. Yo puedo negarme sistemáticamente, sí, el misterio de la libertad es un misterio profundísimo, pero sabemos que Él nunca se va a cansar, sino que hasta el final nos ofrecerá el pan, nos ofrecerán todos los dones que Él considere que necesitamos y nosotros si somos un poco inteligentes, se agradeceremos y viviremos en comunión con Él.