Vampiro La Mascarada - El Grimorio de Fronsac 32 - Clan Gangrel -audio revisado- 63d8

Saludos desde la Frecuencia, Pocas Freaky, Rolero y mucho más.

Cae la noche. Hoy estoy en un sitio especial.

En un sitio desde el que puedo mear a 15 metros de altura.

¿Otra pista? Me rodean putos chuchos, pero así es más divertido, y total, para ello soy inofensivo.

De hecho tengo algo de público entre los jodidos lupinos de marras y todo.

Es una plataforma de observación, ya sabéis, un sitio de esos elevado, de madera, lleno de ventanales panorámicos, un catre y un cargamento de alcohol suficiente, creo, o espero.

Y por suerte todos tienen emisora de radio, así que darse una vuelta por el campo, los parques nacionales, y grabar desde ellos para emitir es una buena idea.

Si bien un chupóptero no tiene donde esconderse en cuanto sale el sol.

Arden como putas cerillas.

Y como estamos en un espacio salvaje, lejos de mis queridas ciudades, pero a salvo de esa manada de cabrones, aunque rodeados de otros tipos de cabrones, creo, claro, estoy de humor suficiente para leer mierdas que me he encontrado sobre el clan de las bestias, el clan Gangrel.

Mira, tengo que decir algo, la mayoría de los vampiros me dan asco y repulsión, los Gangrel solo me dan asco en tanto que son chupópteros, pero son más honrados con su bestialidad que los demás, que tratan de esconder que tienen putos colmillos bajo capas de supuesta superioridad o supuesta educación o veaciente perversión.

Estos no.

Estos, casi todos, reconocen lo que son.

No es algo que puedan esconder demasiado, la verdad, porque adquieren algunos rasgos extraños, animales, cuando no logran superar un frenesí, que bonito.

Es uno de los encantos de la familia, ya ves, a otros les toca la tía borracha.

Pero empecemos por el principio, porque estas mierdas siempre tienen que tener un principio.

El linaje de los Gangrel cuenta las historias, hasta un hombre, un viejo, muy viejo nombre que evoca las pesadillas de la humanidad, en un tiempo en el que la noche solo albergaba horrores.

Ahora alberga horrores y pervertidos, pero por entonces no había luces de neón, ni plásticos, ni ses.

Ennoya.

Los más parlanchines y capaces de articular más de dos frases que no sean gruñidos en un idioma inteligible, es decir, aquellos que no tienen colmillos de más y conservan cierta urbanidad y sintaxis, pueden llegar a ser incluso nuditos.

Os lo voy a contar.

Me vi con un gilipollas, que se hacía llamar Beckett.

Un tipo que se las da de guapote para ser un Gangrel.

Un supuesto arqueolo y buscador de la yejena, los antidiluvianos, y seguramente aliens, yo que sé, le faltaba tener el pelo cardado.

Él no sabía quién era yo, o puede que sí.

Pero vamos, que sigo vivo, sus razones tendría.

O, por qué no.