Un lugar en el bosque. o1l5b

UN LUGAR EN EL BOSQUE. Esta historia nos cuenta de un famoso rabino Bahal Sun Toh. Era muy conocido dentro de su comunidad por que todos decían que el era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto, tan puro que El Supremo Hacedor escuchaba sus palabras cuando hablaba. Se había hecho una tradición en este pueblo, Todos los que tenían un deseo insatisfecho o necesitaban algo que no habían podido conseguir, iban a ver al rabino y entonces este se reunía con ellos una vez al año un día especial que él elegía. Los llevaba a todos juntos a un lugar único que él conocía en medio del bosque y una vez allí cuenta la leyenda que preparaba con hojas y ramas un fuego de una manera muy particular y muy hermosa y entonaba después una oración en voz baja, muy baja, como si fuera para el mismo. Y dicen que al Supremo le gustaban tanto estas palabras que Bahal Sun Toh decía, que se fascinaba tanto con el fuego que había colocado de esa manera, que quería tanto a esa reunión de gente en ese mismo lugar en el bosque, que no podía resistirse a las peticiones del rabino y concedía los deseos de todas las personas que allí estaban. Cuando el rabino murió, la gente se dio cuenta de que nadie sabía las palabras que este pronunciaba cuando iban juntos a pedir al bosque pero conocían el lugar en el bosque, sabían cómo preparar el fuego. Una vez por año siguiendo la tradición que el rabino había instituido, todos los que tenían necesidades y deseos insatisfechos, se reunían en ese mismo lugar en el bosque encendían el fuego de la misma manera que habían aprendido y como no conocían las palabras cantaban cualquier canción o recitaban un salmo o se miraban y hablaban de cualquier cosa en ese mismo lugar alrededor del fuego. Y dicen que la Supremo le gustaba tanto del fuego encendido, le gustaba tanto ese lugar en el bosque y de esa gente reunida que aunque nadie decía las palabras adecuadas igualmente concedía los deseos de todos cuanto allí estaban. El tiempo ha pasado y de generación en generación la sabiduría se ha ido perdiendo y aquí estamos nosotros, nosotros no sabemos cuál es el lugar en el bosque, no sabemos cuáles eran las palabras ni siquiera sabemos encender el fuego de la manera que el rabino lo hacía. Sin embargo hay algo que si sabemos. Sabemos esta historia, sabemos este cuento y dicen que el Supremo adora tanto este cuento, que le gusta tanto esta historia que basta que alguien la cuente y que alguien la escuche para que él complacido satisfaga cualquier necesidad y conceda cualquier deseo a todos cuantos estén compartiendo ese momento. Ojala así sea. 6l3j1w