La tiendita de la calle Elm 153 - Leyenda: El callejón del muerto 1i6j3j

Hola a todos y bienvenidos a otro programa del podcast. En esta ocasión les traigo una leyenda, una historia proveniente de Puebla, en donde conocemos las intenciones no tan buenas de cierto personaje con recursos, el cual solo nos lleva a pensar en una cosa. Tengan cuidado al momento de realizar ciertas tareas, ciertos favores a algunas personas. No importa la cantidad que les ofrezcan, a veces es mejor mantener la conciencia limpia, haberse envuelto en situaciones nada agradables. Con ustedes el Callejón del Muerto. Esta historia comienza con Doña Simona. Ella en ese entonces era la partera más reconocida del pueblo de Analco.

Corría el año de 1875 en la ciudad de Puebla y esta mujer había sido llamada durante una noche de lluvia, una madrugada de lluvia, por el terrateniente don Anastasio Priego. La neblina estaba alta, el agua estaba desbordándose, pero el hombre no hizo caso de lo que ocurría y simplemente mandó a llamar a la señora. Este hombre era adinerado, era propietario de un sitio que se nombraba el Mensón de Priego. Por lo mismo Doña Simona sabía que le podía pagar lo que ella pidiera y no solo eso, sino que también tendría la seguridad de que no le quedaría debiendo.

Fue así que a primeras horas de ese día pues la mujer acudió al llamado de don Anastasio ya que su esposa doña Juliana Domínguez ya estaba sintiendo los primeros dolores de parto. Fue por ello que el hombre ni cortó ni perezoso, salió sin pedir ayuda de los empleados por doña Simona. Durante su rápida, la verdad rápida carrera para buscar a la partera, el hombre pasó por el antiguo callejón de Ivescas y mientras estaba cruzando el lugar, tristemente se cruzó con un maleante.

El tipejo, un sujeto de poca mota al cual ya conocían de vista, pues lo alcanzó y con espada en mano le pidió que le entregara todo el oro que llevaba consigo. Básicamente pues lo asaltó. Lo malo en este asunto es que el tipo no sabía que don Anastasio era un excelente, excelente esgrimista, muy hábil con la espada y mortífero en cuanto a estocadas. Tristemente pues el ladrón tardó más en amenazar que don Anastasio en simplemente alejarse y atacarlo con su propia espada.

Con movimientos certeros contra atacó y aunque no era su intención terminó atravesando el corazón del ladrón. Uno podría pensar que por lo ocurrido don Anastasio se pudo haber detenido, pudo haber llamado a la policía, pudo haber pedido ayuda para el sujeto. No, como si nada hubiera ocurrido don Anastasio simplemente limpió su espada, la guardó y continuó su camino en busca de doña Simona, con quien lógicamente pues regresó rápidamente a su casa.