T05E23: Enriqueta/Enrique Fáber (1791-1856), médico trans 4t1x5l

¡Hola amigos y bienvenidos una semana más a Grandes Maricas de la Historia, vuestro podcast LGTBIQ+, preferido para desenterrar a nuestros muertos del olvido de la historia! Como no me quiero entretener porque al final siempre esto llega a convertirse en una telenovela de una hora casi, vamos a ir amigos, amigas y amigues directos al grano, así que preparaos para uno de los casos más subversivos que hemos contado en este humilde podcast, porque hoy os traigo una historia que os va a dejar con la boca abierta, y no solo por su valor histórico sino por lo queer, lo valiente y lo profundamente incómodo que resulta para quien aún vive atrapado en las categorías binarias del género.

Imagina de esta escena, Cuba siglo XIX, una joven huérfana y enferma se casa con un médico suizo de modales refinados, culto y misterioso. Pero este médico esconde un secreto, un secreto que cuando se descubre sacude hasta los cimientos de la isla y termina en un juicio público escándalo eclesiástico y amenaza... bueno, ese médico era... bueno, ahora os lo contaré.

Hoy os presentamos a Enriqueta Faber, o Enrique Faber según el momento de su vida, una figura histórica que desafió todas las normas posibles de su tiempo. Fue cirujana cuando las mujeres no podían estudiar medicina, ejerció como médico en el ejército napoleónico, se casó con una mujer en una iglesia católica y vivió como un hombre durante décadas en pleno Imperio Español. ¿Una travestida? ¿Una lesbiana? ¿Una trans? ¿Una marica? ¿Un hereje? Bueno, pues no lo sabemos según quien cuente la historia.

Y según tú, Otto, ¿quién era esta señora? ¿O este señor? ¿Una revolucionaria con bisturí? ¿O un farsante? ¿O una farsante? Tranquila, rata, no te hago obvies que acabamos de empezar. Yo diría que era una disidente del género, pero sobre todo una valiente. Enriqueta Faber fue una pionera, aunque pagó un precio altísimo por romper con las reglas del patriarcado y sobre todo con las reglas católicas de su época.

Y la historia, cómo no, sorpresa, intentó borrarla y simplificarla, otra sorpresa, y bueno, incluso patologizarla, otra sorpresita. Pero hoy aquí vamos a recuperar su figura en todo su esplendor y complejidad. Porque si alguien merece el título de Gran Marica de la Historia es ella. Bueno, ¿o era él? Madre mía, si esto empieza así no quiero imaginar cómo va a acabar, no me lo pierdo. Con todos vosotros, la historia de Enrique Faber. O Enriqueta Faber.

Amigas, amigos, amigues, vamos a situarnos en esta historia. Imaginad por un momento el calor denso de la selva tropical, los caminos de tierra que serpentean entre trapiches y haciendas, el eco de las campanas de una iglesia levantada sobre el dolor de muchas manos esclavizadas. Baracoa, Cuba, año 1819. Una isla que se debate entre el peso de una metrópolis española en declive y los temblores de las ideas ilustradas que empiezan a cruzar el Atlántico.

En este escenario la historia de Enriqueta Faber, o Enrique Faber como se hizo llamar, no solo resulta insólita, es directamente explosiva. Y es que hablar de Enriqueta en este contexto no es solo hablar de una médica en un mundo de hombres, ni siquiera de una mujer que desafió las reglas, no. Estamos hablando de un sistema colonial que no permitía resquicio alguno. Un mundo donde el género, la raza, la clase y la religión no eran solo categorías identitarias, eran normas impuestas con violencia.

Vamos Otto, que si te salieras un centímetro de lo que se esperaba de ti, lo mínimo que te caía era un auto de fe. Bueno, un auto de fe no, porque ya no había inquisición.