Sobriedad Sexual - Apologética, razones de nuestra esperanza 1k3u3u

Hola amigos de María Visión, soy Rafael Piñabaldés y para mí es un gran gusto darle la bienvenida a este espacio que lleva por nombre Apologética, razones de nuestra esperanza. Es un programa que trata de explicar de la manera lo más sencillo posible las razones de nuestra fe, todo aquello que nos hace ser católicos y por qué no decirlo también sentirnos orgullosos de serlo. La Apologética para todos aquellos que es la primera vez que nos sintonizan es una rama de la teología que trata del estudio, la explicación, la exposición precisamente de las razones de la fe cristiana, en nuestro caso la fe cristiana católica.

Apologética es una palabra de origen griego que significa defensa. Sin embargo nosotros aquí tratamos de hacer una Apologética como aquella que nos pedían los obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida, en Brasil hace algunos años, donde en su documento conclusivo nos exhortaban a practicar una Apologética como la que hacían los primeros cristianos. ¿En qué consistía o cuál era la peculiaridad de esta Apologética? Bueno, que más que ser una Apologética de defensa era una Apologética de explicación. Obviamente se entiende que mientras más y mejor se explique algo, en este caso la fe, pues menor necesidad habrá de defenderla.

Esto no quita que también la Apologética sea defensa cuando la ocasión lo amerite.

Hay que estar listos también para eso. Muy bien, este programa se fundamenta en una cita de la Escritura particularmente. Está en la primera carta del apóstol San Pedro que recoge el Nuevo Testamento en el capítulo 3, donde a partir del versículo 13 San Pedro, el apóstol, el primero de los papas, aquel elegido por Jesucristo para ser la roca sobre la cual fundaría su iglesia, nos exhorta a todos nosotros diciendo, estén siempre, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pide razón de su esperanza. Ahora, San Pedro añade dos, digamos, sine qua non, dos elementos, dos características sin los cuales esta labor pues no se puede llevar a cabo. ¿Cuáles son estos? El primero es la dulzura, el segundo es el respeto. San Pedro dice, pero hágalo con dulzura y respeto.

Es decir, este dar respuesta, este dar razones de nuestra esperanza a los demás, tiene que ser con dulzura y con respeto, porque sin estos dos elementos tú puedes tener los mejores argumentos, las citas bíblicas en la memoria perfectamente grabadas, conocer la historia de manera perfecta, ser un elocuente orador.

Pero si no tienes caridad, no tienes dulzura y respeto, pues seguramente podrás ganar algún argumento, pero no vas a ganar ninguna alma. Y lo sabemos todos muy bien que el objetivo de la apologética no es el vencer con los argumentos, no es convertirse en un maestro del debate, sino llevar almas a Cristo, llevar almas a Cristo. Es por eso que también la apologética mejor, la que es la mejor de todas, no es la que se hace con palabras.

Por más efectivas que las palabras son y pueden ser, la mejor apologética es la que se hace con el testimonio, con el ejemplo de vida, la que se hace sin palabras. Ahora, si nosotros logramos conjuntar ese binomio entre testimonio y razones bien argumentadas, miren qué poderoso testimonio, qué poderoso instrumento vamos a hacer en las manos de Dios para acercar a muchísimas almas a Él.

Si logramos predicar y después practicar lo que predicamos, allí sí que Dios se va a avaler de nosotros de una forma irable, pues para lograr el objetivo de la apologética, que no es el de la conversión. El objetivo es el de quitar obstáculos en el camino de fe de los hermanos o en el propio incluso, para que estando el camino libre, cada persona pueda en libertad, en libertad, elegir a Dios. A Dios se le elige en libertad porque la opción por Dios es una opción de amor y el amor tiene que ser libre o no es amor.

Cierto es también que la apologética ayuda a conocer mejor, a conocer más y esto también está orientado al amor.