Sabiduría, ¿Para que fin? 2c565b

Bienvenidos a este podcast, Hable Munchín. Un poquito, un poquito, un chín, un chín, un chín.

Muy buenos días a todos ustedes, mis santos hermanos y los que no lo son tanto también, bienvenidos otra vez a este su podcast Hable Munchín. Gracias por estar aquí, gracias por siempre, acudir al llamado cuando ven que sale un episodio nuevo y demás. Y vine rápido a concluir lo inconcluso, porque terminamos el reto del libro de proverbios, pero no pasemos por aquí.

No quería venir a hablar de otros temas sin concluir este que teníamos pendiente. Y de verdad que espero en el señor, ya me estoy organizando y mi horario para poder hacer Hable Munchín, aunque sea por temporadas, donde pasemos dos meses de temporadas, un mes off, dos meses en una nueva temporada, un mes off, para que sea sostenible para mí, porque definitivamente necesito tiempos de breaks. Voy a grabar por adelantado, de manera que podamos nosotros mantenernos conectados y ustedes sepan cuándo estoy y cuándo no. Dicho esto, vamos señoria proverbio otra vez. Vamos a El Rey Salomón. Vamos a pensar un poquito, y creo que no voy a ser como tan extensa en lo que quiero comentarles hoy.

Lo que quiero decirles es muy simple, y aunque sí los voy a guiar en algunos versos de la palabra de Dios, vamos a ir al grano. Vimos en proverbios toda la sabiduría que hay, que el señor le dio a Salomón, como él tuvo esa sabiduría para gobernar, y fue la etapa de oro, diría yo, de Israel en cuanto a tranquilidad, a no guerras, a prosperidad, a riquezas, a posición, porque definitivamente Israel era alguien que, como dicen los gringos, las otras naciones lo miraban a ellos, los iraban a ellos, y venían otros reyes y reinas, ¿verdad? A irar y a adquirir sabiduría de Salomón, y la palabra refiere en reyes, que ustedes se acuerdan que fruto de leer proverbios comencé a leer las cartas de los reyes, ya las concluí las dos.

Fruto de eso, de esa sabiduría y demás, nosotros tenemos el libro de proverbios, pero se habla en el libro de reyes que eran muchos, miles de proverbios que Salomón escribió, entonces fue un hombre sabio, escritor, donde utilizó su sabiduría para gobernar una nación, para ser justo, para atraer, como dije, prosperidad, riquezas y demás, y yo sé que todos nos impresionábamos con proverbios y ver quién, verdad, porque siempre se hacía como una comparación entre el necio y el sabio, y nosotros decíamos, ay, qué necio soy, qué necio soy, pero qué bueno, nosotros no podemos ver estos libros aislados de un punto importante, y es que cada libro de la Biblia, en especial los del Antiguo Testamento, tenemos que leerlo como una verdad en mente, y es a Cristo. Nosotros necesitamos pensar que todo esto, el final de todo esto y el objetivo, mejor dicho, de todo esto, era abrir la brecha, que nosotros pudiéramos mirar como a través de un telescopio lo que habría de venir, y es Cristo.

Todos estos libros anuncian la necesidad de un Salvador, la necesidad que tenemos de él, que solos, de verdad, no podemos cumplir ni los diez mandamientos, no podemos hacerlo solos, nadie lo ha podido hacer jamás, y por eso en Román nos dice que no hay bueno, no hay justo, ni siquiera uno, no hay quien haga el bien, no hay quien busque a Dios. Entonces nuestra esperanza es leer, no proverbio mirando, que somos necios, porque así lo somos, pero ya recibimos ese sacrificio de Cristo, o sea, lo hemos hecho, pregunto a los que no son tan santos, mis hermanos que nos acompañan aquí, porque lo que nos puede llenar es de culpa y de desesperación, hay cuantas cosas, necesito cambiar, hay cuantas cosas, y aunque sí hay muchas cosas que se aplican a la vida práctica y pueden ser muy beneficiosas, señores, si no tenemos a Cristo, carecemos de todo, Él es la sabiduría, Él es la sabiduría, no la fuente, aparte de que nos dota de sabiduría, Él es, porque Él da de lo que Él es, entonces es importante que tengamos eso en mente, porque todo, todo el Antiguo Testamento nos apunta a una historia.