
Descripción de Rosa, Sometida y torturada p2. SM 554ft
Rosa, Sometida y torturada parte 2 Continua el espectáculo Sadomasoquista, Con Rosa como protagonista. Ante todo, muchas gracias por vuestros comentarios y valoraciones, para animarme a seguir con este relato. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente / autor https://www.todorelatos.com/relato/198530/ 13m35
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Parte 2. Continúa el espectáculo sadomasoquista con Rosa como protagonista. Rosa, sometida y torturada parte 2.
Ante todo, muchas gracias por vuestros comentarios y valoraciones para animarme a seguir con este relato. Cuando terminó mi calvario en manos del sujeto del traje gris, pensé que me subastarían de nuevo para que otro continuara con mi tortura, pero en lugar de eso, dos de los gorilas que me habían escoltado desde el camerino hasta el escenario y que posteriormente me habían atado al potro. Se acercaron a mí y procedieron a desatarme y a ayudarme a mantenerme de pie, ya que estaba tan dolorida que apenas podía andar.
Señores asistentes, ahora procederemos a dejar un tiempo a Cady para que se reponga un poco, ya que en las condiciones que está, no creo que soporte otra sesión. Pero no se preocupen que el espectáculo continuará con otra exuberante puta, que hará las delicias de que empuje por ella y por todos vosotros como espectadores. Me ayudaron llevándome medio en brazos hasta el borde del escenario, donde forzando una sonrisa saludé al público. Una nube de dinero llovió sobre el escenario.
Enseguida me puse a recogerlo, con la ayuda de los gorilas, que también recogían para terminar cuanto antes y dejar libre la tarima. Cuando ya no quedaba ningún billete, me sujetaron de los brazos y entre manoseos en mis tetas y vagina me llevaron hasta el camerino, donde me esperaba una mujer que no había visto nunca, con una bata blanca.
Sin preámbulos me acompañó hasta el cuarto de baño y me sumergió en la bañera repleta de agua templada. «Señorita, quítate toda esa suciedad y semen que llevas encima, que he de proceder a adesentarte, para que luzcas lo mejor posible y ofrezcan más por estar contigo». Mientras me lavaba y frotaba mi dolorido cuerpo, podía oír perfectamente los terribles alaridos que lanzaba la pobre desdichada que ahora ocupaba mi lugar en el escenario y que destacaba por encima del murmullo del público.
Daba la sensación de que la estaban desollando viva. Sus gritos desgarradores debían ser como los que con anterioridad lanzaba yo cuando me torturaban y azotaban mis tetas y resto de mi cuerpo. Cuando salí de la bañera, procedí a secarme con la ayuda de la mujer, para posteriormente proceder a cubrir mis verdugones con pomada, notando cierto alivio.
Pero cuando hice intención de poner de esa pomada en mis pezones, me sujeto la mano impidiéndolo. «No, niña, ahí no. Esta pomada deja muy mal sabor y tus pezones aún no han terminado de recibir atenciones». Quien desee disfrutar mamando de nuevo de ellos, ha de hacerlo a su completa satisfacción. «Es que me duelen mucho. Mire lo hinchados que los tengo».
A pesar de mi insistencia no me dejó aplicar pomada. «Niña, esta pomada baja la inflamación y a ti te quedan muy bonitos los pezones así de gordos y provocas más interés entre los espectadores». En todo ese tiempo no habían cesado los gritos de agonía de la mujer que había subido al escenario y que esperaba que no fuera mi amiga Pepi.
Ella también había entrado al igual que yo como parte del espectáculo con la diferencia de que a mí me habían escogido para torturar en primer lugar. Ahora estaba muy arrepentida de haberle hecho caso y entrar como artistas para formar parte del espectáculo, pero no había marcha atrás. Con la mujer acompañándome y los dos gorilas en la puerta del camerino, era de locos intentar escapar.
No había pasado apenas nada de tiempo en el camerino cuando llamaron a la puerta y al abrir uno de los gorilas me dijo. «Vamos putita, has levantado mucho interés en alguien muy importante, porque quiere verte». Tapándome los pechos y la vagina con las manos le dije. «Está bien, espera que me pongo algo y te acompaño». Cogiéndome de un brazo y a empujones me sacó al pasillo. «Pero tú que te has creído puta, que puedes hacer esperar a quien te dé la gana».
Medio arrastras me llevó hasta un palco, donde me esperaban dos hombres y para mi sorpresa, a quien menos esperaba, que era a mi amiga Pepi. Sentados los tres en ese palco, desde el que se veía perfectamente el escenario y se podía contemplar perfectamente cómo torturaban a la desdichada que colgaba de los brazos en el escenario. «Hola, qué tal?»
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