
Relatos de Terror - Los Gusanos de la Tierra 446q4m
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LOS GUSANOS DE LA TIERRA: En los primeros tiempos de nuestra era, cuando la poderosa Roma extiende sus dominios a lo largo de todo el mundo conocido, envejece la gran Raza, heredera de la ferocidad de los primeros surgidos entre los hombres; en la indómita Bretaña, dirigidos por Bran Mak Morn, del clan del lobo, el pueblo picto lucha por imponerse a los pueblos jóvenes y mantener a raya el acoso de Roma. Dolor, muerte y venganza son los argumentos que fuerzan a Bran Mak Morn a confiar tan sólo en el acero que empuña y los ritos de los suyos, de cuyo destino los Dioses han querido hacerlo depositario. Y ésta es la saga de Bran Mak Morn. Gusanos de la tierra reúne todo el conjunto de relatos que dedicó Howard al personaje de Bran Mak Morn, incluyendo una introducción del autor en la que explica la elaboración de los cuentos más famosos del volumen, publicados originalmente en la mítica Weird Tales a finales de los años veinte y principio de los treinta, antes de que se quitara la vida trágicamente. El conjunto es de lo mejor que puede encontrarse en Howard, con la fuerza épica que le ha hecho famosos en su mayor grado. Su publicación supone además una visión de la obra de fantasía del autor en toda su amplitud: permite entrever la totalidad del marco pseudohistórico en el que Howard situó a los héroes primarios, desde los albores de la edad Hyboria -durante la que surgieron las figuras de Kull de Valusia y Conan de Aquilonia-, hasta la conexión con la historia conocida, en la que se sitúa Gusanos de la Tierra. Robert E. Howard es sin duda el más popular de los autores que han abordado la fantasía heroica y uno de los que la han conformado con mayor influencia en su forma actual. Los diferentes personajes surgidos de su pluma, y muy particularmente la figura de Conan, son objeto de un auténtico culto por los aficionados y han sido llevados a todos los tipos de medios visuales. x2y2n
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Los gusanos de la tierra de robert e howard capítulo uno clavando los clavos soldados y que nuestro invitado descubra la verdad de nuestra hermosa justicia romana el orador envolvió su poderosa figura en la capa púrpura y se recostó en la silla oficial igual que podría haberse recostado en su asiento del circo máximo para disfrute del tope de las espadas de los gladiadores cada uno de sus gestos era la materialización del poder el orgullo cultivado formaba parte necesaria de la satisfacción de los romanos y tito sula se sentía orgulloso con razón era el gobernador militar de bórax um y sólo re respondía ante el emperador de roma era un hombre de complexión fuerte y estatura media con los rasgos afilados propios de un romano de purga sangre una sonrisa burlona curvaba sus labios incrementando la arrogancia de su aspecto altanero de apariencia claramente militar llevaba el corcel ete con escamas doradas y el peto tallado propio de su rango con la espada corta al cinto y sujetaba sobre la rodilla el casco de plata con su cresta emplumada detrás de él permanecía en pie un grupo de soldados impasibles con escudos y lanzas titanes rubios de la renania ante él se desarrollaba la escena que aparentemente le proporcionaba tanta gratificación una escena bastante común allá donde llegaban las alargadas fronteras de roma había una burda cruz tirada en el suelo y sobre ella estaba atado un hombre medio desnudo de aspecto salvaje por sus nudoso sus ojos centelleantes y la mata de pelo revuelto sus ejecutores eran soldados romanos y con pesados martillos se disponían a acabar las manos y pies de la víctima a la madera utilizando juntas de hierro solo un pequeño grupo de hombres contemplaba esta espeluznante escena en el temido escenario de las ejecuciones fuera de los muros de la ciudad el gobernante y sus eventos guardias unos pocos jóvenes oficiales romanos y el hombre a quien sula se había referí ido como invitado y que permanecía en pie como una figura de bronce sin hablar al lado del esplendor resplandeciente del romano la discreta indumentaria de este hombre parecía triste a su sombría oscuro pero no se parecía a los latinos que le rodeaban no había en él nada de la sensualidad cálida y casi oriental de los mediterráneos quedaba el color a sus rasgos su contorno facial los rubios bárbaros que permanecían detrás de la silla de sula eran menos distintos de aquel hombre que los romanos no tenía los labios curvos ni los rizos ondulados que recordaban a los griegos tampoco su complexión oscura tenía el color aceitunado del sur más bien era como la oscuridad desolado del norte pero el aspecto entero del hombre evocaba vagamente las brumas sombrías la penumbra el viento frío y gélido velas desnudas tierras norteñas e incluso sus ojos negros eran salvajemente fríos como huevos negros que ardieran a través de lenguas de hielo su altura no pasaba de mediana pero había algo en él que trascendía el simple tamaño físico una cierta y feroz vitalidad innata sólo comparable con la de un lobo una pantera en cada arruga de su cuerpo flexible y compacto al igual que en su vasto pelo liso y sus vinos labios a que él era un rasgo evidente la cabeza de halcón sobre el cuello nudoso los anchos hombros cuadrados en el hueco profundo los lobos esbeltos los pies estrechos moldeado con la salvaje austeridad de una pantera era una imagen de potencia dinámica reprimida con un autodominio de hierro a sus pies se ampliaba uno cuya complexión era parecida a la suya pero ahí terminaban las semejanzas este otro era un gigante atrofiado con retorcidos cuerpos grueso frente estrecha y expresión de torpe ferocidad ahora clara gente mezclada con el miedo si el hombre de la cruz se parecía en un estilo tribal al hombre que digo nula llamaba invitado aún se parecía más al atrofiado gigante
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