Reflexiones desde las profundidades. Flow nos habla del Diluvio Universal como arquetipo 73206p

Si hay un mito o arquetipo recurrente, tanto en las tradiciones antiguas, como en los mitos de la modernidad y del pasado, ese es el diluvio universal, y esto se traduce en la escasez de los símbolos protectores, el ser humano que ha olvidado de dónde viene, olvidará hacia dónde tiene que ir, y también en dónde tiene que estar, o lo que es lo mismo, la apertura de la nada.

El hombre que otrora tenía su tradición, tenía sus rituales y defendía un legado por el cual se levantaba cada día, ahora se vale únicamente de su confianza en Dios, sin símbolos ya, sin ritual, sin sacralidad.

Aquí la fría luz de la conciencia se extiende hasta las estrellas, y este es un peligro mayor del alma, y a la vez es una oportunidad para las conquistas de la razón, del intelecto y del conocimiento, conquistas que llegan bastante lejos, como se ha dicho, hasta las estrellas.

Pero lo que aquí se llega a poseer ya no tiene valía, pues la vista cada vez ve más y más riquezas, y el vacío que se ha abierto se llena con ideas sociales y políticas desiertas de toda espiritualidad.

Este intelecto que ocupó el trono del espíritu hace que este mismo se apague, y solo el espíritu puede gobernar el alma, y este espíritu que una vez fue ignio, que una vez fue llama, se convierte en agua, un símbolo viviente de la oscuridad de la psique, es desde el camino a las propias profundidades, muy necesario para llegar de nuevo a superficie y luego a lo supremo.

El espíritu que ahora es agua simboliza a lo inconsciente, pues el espíritu se ha tornado ental, se ha descendido a las profundidades, y esto representa una intensa resistencia de la conciencia, pues esta cree que el espíritu solo existe en las alturas.

A la par el yo se desarrolla de tal manera que se cae en la estrechez de la subjetividad egocéntrica, es decir, el ser humano queda al acecho de los demonios, de sus propios demonios, aquí viene la primera gran prueba.

Quien mira en el agua, ve su propia imagen, ve su propio reflejo, sin la máscara, es decir, ve a la sombra, se ve a sí mismo, se encuentra consigo mismo, y el soportar la contemplación de esta imagen, de esta sombra de sí mismo, significa, trascender el inconsciente personal, despertar y captar las fuerzas útiles que duermen en la naturaleza profunda del ser humano, y esta vendría a ser la respuesta eterna, frente al desamparo eterno, pero este encuentro con sí mismo, es un mundo aparte, un mundo tal como la muerte, un mundo inconsciente, que al tocarlo, perdemos la percepción, viniendo a representar un peligro primordial, primitivo del ser humano.

El hombre moderno que llego a esos conocimientos, tendrá su conciencia vulnerable, olvidará él mismo quien es, y hará cosas que no reconocerá, y de ahí vendrán también los esfuerzos de la humanidad, por fortalecer la conciencia, volviendo a ritos religiosos, a nuevas tradiciones, o retomando las olvidadas, para proteger la conciencia, es decir, levantando muros y diques, pero cuando estos muros, estas estructuras vuelvan a caer, suben las aguas, y las catástrofes sobrevienen a la humanidad nuevamente, pues esto se ha repetido, una tras otra vez, dentro de la historia de la misma, pero volvamos otra vez, a esa imagen de uno mismo, que se presenta sin máscara, y que es la sombra, porque una vez superada esta, descubrimos que somos objetos de factores, y ante esto, es mejor tomar conocimiento de como estamos amenazados, porque la ignorancia solo aumenta la inseguridad, y aquí sobreviene otro pánico primitivo, al cuestionar la supremacía de la conciencia, lo que se expresa a través de condiciones históricas exteriores, que son solo la ocasión para que se presenten los peligros realmente amenazadores de la existencia, traducidos como ilusiones políticas, o locura colectiva que vendría a ser lo mismo, estas son imposiciones del inconsciente, que tienen como medio y como fin los colapsos civilizatorios, que vienen acompañados de la decadencia de símbolos, situaciones necesarias para redescubrir a los mitos, a las tradiciones, a las divinidades, como factores psíquicos o como arquetipos, en suma, todo esto nos lleva al día de hoy.