Re-velo (24) Marta Salvat 01 04 25 662a62

Buenas tardes, hoy una vez más aquí en el programa Revelo a Radio Cabrera de Mar y Cabrera Televisión. Hoy tenemos a Marta Salvat, fue bailarina profesional con una escuela propia durante más de 25 años en Barcelona, entrenadora de baile deportivo, ganadora de cuatro campeonatos de España, una final en el Campeonato del Mundo y ahora te defines como escritora, conferenciante y apasionada del crecimiento personal. Bienvenida, Marta.

Gracias a vosotros, Iónica. Lo primero, agradecerte el estar aquí en este programa, en Revelo, en Radio Cabrera de Mar, que en un programa en el que nosotros decimos que contamos historias y conocemos personas. Cuéntame un poquito esta historia de qué te hace dejar el baile y empezar también a hacer este tipo de conferencias y este tipo de charlas y contenido. Sí, la verdad que parece un poco raro, pero no nada diferente de tantas historias en que la gente cambia completamente de vida, cosa que no me imaginaba nunca, porque desde muy pequeñita, creo que tendría cuatro o cinco años, yo me imaginé que sería una ancianita bailando, tenía esa imagen. Pero ya cuando fui adulta, en la primera etapa de mi vida de adulta, tuve unas relaciones de pareja conflictivas, sin recursos emocionales para gestionarlas y esto me desequilibraba muchísimo y esto era paralelo a mi vida del baile.

Mi vida del baile siempre funcionó súper bien, pero había ese talón de Aquiles que me descentraba completamente. Entonces, tuve un primer divorcio y allí pues claro, todo el mundo se me cayó encima y empecé a buscar recursos para no volverme loca, por decirlo así, para poder gestionar esa culpa, esos miedos que surgían. Y yo era muy jovencita, tenía 24 años en ese momento y ya tenía una hija. Entonces, el buscar esas respuestas que me faltaban, el intentar entender lo que había vivido, los miedos a los que se estaba presentando, otra relación de pareja. Y bueno, en esa búsqueda de respuestas, yo fui sintiéndome mejor, seguía con el baile, evidentemente, que siempre fue en mi mundo, todo giraba alrededor del baile. Pero claro, después a los 33 años tuve un segundo divorcio. Entonces, allí sí que caí en picado, pero en picado definitivo.

O sea, que toqué el infierno, ¿sabes? Y en ese encontrarme con Lucifer cara a cara, seguí, seguí buscando más, más respuestas, más respuestas, las encontré, ¿vale? Entonces, me comprometí un poquito más con el baile para ser bailarina en activo y ya con 40 años que ya había tocado el top, ¿sabes? Dije, bueno, ¿y ahora qué? ¿Voy a seguir tocando el top o voy a compartir con la gente todos esos recursos que yo he aprendido para si te caes, saberte levantar con dignidad y volver a empezar, ¿no? Entonces, pues sí, fue una decisión difícil porque, claro, dejar el baile fue muy difícil, tenía la vida solucionada, ¿sabes? Y más con el historial que tenía a nivel internacional, lo tenía todo resuelto, pero dije, había esa vocecita interior que decía, hay que empezar de cero, soltarlo todo, dejarlo absolutamente todo, todo, todo, desnudarte, literalmente, y empezar a compartir, no sé dónde, ni cuándo, ni con quién, ni de qué manera, pero hacer ese cambio, pero hacer el cambio.

Entonces, pues bueno, se tomó esa decisión, me desapegué absolutamente de todo, costó muchísimo, costó muchísimo. Yo leía que tú dices que un curso de milagro es lo que te hace el click. Sí. Ese click, por lo que nos estás contando, es un click muy importante como para hacer todo lo que tú estás diciendo, del desapegarte de todo, desapegarte de toda una vida profesional. Imagino que también, pues eso, como decías, tenía toda mi vida solucionada, desnudarte, desapegarte de todo eso, dejarlo todo atrás. Sí, sí, sí, sí, con todas las consecuencias, que no es fácil, ¿sabes? Cambié de ciudad también, o sea, empecé desde cero, en ese caso decidí Valencia, y sí, pero claro, fue el curso que me empujó. Aun así, la decisión me costó tomarla, ¿eh? O sea, la decisión no fue, ah, vale, pues mira, lo hago, ¿no? ¿Por qué no? Porque tengo una hija, y en ese momento ella era adolescente, y la responsabilidad, pues, me rompía el corazón.