PROTEGE TU ENERGIA SEXUAL 3z1n4

Seguro que alguna vez te has sentido vacío justo después del placer, y te habrás preguntado por qué en lugar de sentirte más fuerte, más vital, más completo, te sientes más débil, más desconectado, más perdido dentro de ti mismo.

Esta sensación no es casualidad, no es simplemente una respuesta biológica, es una señal profunda de que estás entregando tu recurso más poderoso, tu energía sexual, tu energía vital, tu potencial creador. Desde la visión de Hecogo Greenberg, el ser humano no es solo carne ni pensamiento. Somos parte de una estructura invisible que sostiene la totalidad de lo que percibimos como realidad. Esta estructura, a la que él llamó la latiz, es un campo vibratorio, una red de conciencia, una matriz informacional que está en constante interacción con nuestra percepción.

Es decir, tú no percibes la realidad, tú la creas, la estructuras, la moldeas dependiendo del estado de tu conciencia, y aquí es donde la energía sexual juega un papel fundamental. No se trata únicamente de una función biológica orientada a la reproducción, es mucho más. Es el punto más concentrado de energía creativa que posees. Es fuego puro, es fuerza divina encapsulada en ti esperando ser elevada, dirigida, transmutada.

Cuando esta energía se utiliza sin conciencia, cuando se entrega al placer mecánico, repetitivo, compulsivo, no solo se desgasta el cuerpo, se debilita el campo. Y cuando tu campo está débil, se reduce tu capacidad de conexión con la latiz, pierdes a niveles superiores de percepción, tus pensamientos se vuelven más caóticos, tus emociones más reactivas y tu voluntad se fragmenta. Lo que sentimos como debilidad después del placer no es solamente cansancio, es la consecuencia de haber roto momentáneamente nuestra alineación con el campo unificado de la conciencia.

Has entregado fuerza, pero no has recibido comprensión, has perdido energía, pero no has ganado expansión. La energía sexual es una de las pocas fuerzas humanas que puede ser biológica o divina. Todo depende de tu nivel de conciencia. Si vives atrapado en la gratificación inmediata, tu cuerpo se convierte en un mecanismo de escape. Si vives despierto, consciente, la energía sexual se transforma en un canal de conexión con el todo.

Greenberg explicaba que la mente no es una entidad aislada, es un campo, y ese campo interactúa con la latiz constantemente. Es decir, lo que piensas, lo que sientes y la calidad de tu energía determina el tipo de realidad que cocreas. Pero cuando tu campo está saturado de impulsos básicos, de distracción, de desgaste energético, lo único que puedes proyectar es una versión distorsionada y limitada de lo que podrías ser.

Y esto es clave. Cada vez que pierdes energía sexual sin propósito, estás debilitando el foco de tu conciencia, estás ensuciando tu frecuencia vibratoria, estás alejándote de tu poder creador, estás quedándote atrapado en el plano más denso de la experiencia humana. ¿Y qué ocurre entonces? Comienzas a repetir patrones, te vuelves esclavo de tu propio deseo, sientes que algo falta y vuelves a buscar ese algo en más placer.

Y cada vez que lo haces, te sientes más vacío, porque el vacío que sientes no es sexual, es espiritual. El cuerpo grita por una experiencia que lo haga sentirse vivo, pero la verdadera vitalidad no viene de afuera, ni siquiera del placer, viene de adentro, de ese centro donde habita tu fuego creador. Ese fuego no está destinado a ser extinguido por una descarga inconsciente, está destinado a iluminar tu camino. ¿Sabías que muchas culturas antiguas consideraban la energía sexual como una puerta de al mundo espiritual? En el Tantra, por ejemplo, se enseña que esta energía puede ascender por la columna, activando centros energéticos superiores.

En la alquimia taoísta, se cree que esa fuerza puede ser refinada y devuelta al corazón y al cerebro para prolongar la vida, fortalecer el espíritu y abrir la percepción. Jacobo Greenberg no hablaba directamente de estas tradiciones, pero sus descubrimientos sobre el campo de conciencia nos muestran que la percepción está íntimamente ligada a la calidad energética del observador. Y si tú eres el observador, ¿cómo estás alimentando ese campo? ¿Con presencia o con ruido? ¿Con intención o con repetición? Retener tu energía no es reprimirla, es transformarla.