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Podcast de Homilias para los sencillos 6b1em
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Subió a los cielos
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
No nos extraña, ni poco ni mucho, la introducción que tiene la liturgia para esta fiesta de la Ascensión del Señor: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse». La Ascensión de Jesús es el gran principio de nuestra esperanza. Hechos de los apóstoles El principio de este libro está marcado con estas palabras: «En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo y ascendió al cielo». Es claro que se refiere, San Lucas, al tercer libro del Evangelio que fue su primer escrito y ahora como que lo continúa en los Hechos de la Iglesia primitiva, es decir, los Hechos de los apóstoles. Jesús les da un mandato a los apóstoles, después de su resurrección, pidiéndoles que se queden en Jerusalén hasta que venga el Espíritu Santo. Un buen día, cuando estaban todos en el Monte de los olivos, le hicieron varias preguntas. Jesús no contestó. Comenzó a levantarse sobre la tierra... Ellos seguían mirando al cielo hasta que la nube se lo quitó de la vista y vieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse». Este es el gran regalo de la ascensión de Jesús: nos ha enseñado que todos tenemos que ir «hacia arriba» para encontrarnos con Él. Salmo 46 Es un salmo que canta entre músicas y aclamaciones el triunfo que se cumplirá en el Redentor: «Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas». El salmo continúa pidiéndonos hacer fiesta: «Aclamando al Señor con gritos de júbilo». Es un salmo que parece escrito precisamente para esta fiesta, el triunfo de la Ascensión del Señor. Hebreos Comenzamos leyendo que «Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres, sino en el mismo cielo para ponerse ante Dios intercediendo por nosotros». Evidentemente que el autor de esta carta se está refiriendo a la ascensión de Jesucristo que sube a la gloria, para interceder por la humanidad a la que Él mismo ha redimido con su muerte y resurrección. Es una verdad que hacemos nuestra en el Credo, cuando decimos: «Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre». Verso aleluyático Es el gran mandato de Jesucristo que ha hecho suyo el Papa León XIV últimamente: «Id a hacer discípulos de todos los pueblos. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Con la ayuda de Jesús todos debemos ser auténticos misioneros. Evangelio El Evangelio de hoy pertenece a San Lucas que nos presenta los últimos consejos de Jesús a sus discípulos: después de pedirles que sean sus testigos, les promete una vez más el Espíritu Santo «para que os revistáis de la fuerza de lo alto… Y mientras los bendecía se separó de ellos subiendo hacia el cielo». Los apóstoles se postraron ante Jesús que ascendía a la gloria y regresaron con mucha alegría a Jerusalén. Y ahí estaban en el templo bendiciendo a Dios. La fiesta de la Ascensión es para la Iglesia una fiesta de alegría y envío. Alegría porque Jesús nos ha enviado al Espíritu Santo, y de envío porque este es el último mandato del Señor antes de subir a la gloria. Siguiendo el mandato del Papa San Juan Pablo II tengamos siempre presente que todo bautizado tiene que ser misionero y santo. José Ignacio Alemany Grau, obispo
07:23
Si quieres entrar en el Misterio de Dios - Domingo VI de Pascua
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Nos llenamos de satisfacción cuando podemos compartir con un grupo de personas que hablan y actúan con alegría y profundidad. ¿Podremos entrar en la intimidad de Dios donde las tres Personas divinas viven en el amor y la alegría más profunda? Algo podemos intuir en la liturgia de este domingo que nos está preparando para Pentecostés. Hechos de los apóstoles Mientras predican con tanta ilusión Pablo y Bernabé, como suele suceder, no faltó la cizaña: Unos judíos quisieron obligar a los convertidos del paganismo al cristianismo a someterse a la ley de Moisés: Pablo y Bernabé viajaron a Jerusalén para presentar el problema ante la autoridad de los apóstoles. Los apóstoles «eligieron a Judas Barsabá y Silas, eminentes entre los hermanos y los enviaron con una carta: “Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Silicia convertidos del paganismo…”». En la misiva alaban a los nuevos cristianos y terminan diciéndoles que no se preocupen y que, solamente se «abstengan de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación». La carta termina con estas sencillas palabras: «Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud». No es fácil imaginar la alegría con que recibieron esta noticia los nuevos cristianos de las ciudades evangelizadas por Pablo y Bernabé. Salmo 66 Es una oración de alabanza a Dios en la que se nos invita a todos a glorificarlo con nuestra oración y cantos de alegría: «Porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra». Apocalipsis Hace una descripción maravillosa de la Jerusalén celestial que baja del cielo «ataviada por Dios, trayendo la gloria de Dios». La descripción es preciosa: rodeada de murallas y con doce puertas con los nombres de los apóstoles del Cordero. Lo más destacado es que el apóstol Juan dice: «Santuario no vi ninguno porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero». Esta es la descripción que hace el evangelista cuando ha sido transportado «en éxtasis a un monte altísimo y me enseñó la ciudad santa que bajaba desde el cielo, enviada por Dios trayendo la gloria de Dios». Verso aleluyático La liturgia nos repite cómo podemos construir, en cada uno de nosotros, el verdadero amor a Dios: «El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él». Esta venida en el amor del Espíritu Santo, del Padre y del Hijo, es la mayor invitación que se nos hace para entrar en la vida que nos prometió Jesús en el Misterio Trinitario. Evangelio El Evangelio tiene tres ideas fundamentales. (1) La manera de entrar en el amor de la Santísima Trinidad es guardar la Palabra, los mandamientos de Dios, como lo hizo Jesús en su vida. (2) Jesús nos ofrece la futura presencia del Espíritu Santo: «Que enviará el Padre en mi nombre, será el que os enseñe todo…». (3) El saludo de la paz. No con la paz del mundo sino la paz especial que brota del Corazón de Cristo, paz que es fruto de su muerte y resurrección para abrirnos las puertas de la gloria. Por eso, en su ida de este mundo nos advierte: «Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre porque el Padre es mayor que yo…». Ya hemos explicado que Jesucristo, como Dios es igual al Padre, pero al hacerse criatura para sufrir y resucitar se ha hecho como nosotros y, por tanto, como hombre es menor que el Padre. La liturgia en este día nos está invitando a prepararnos para Pentecostés, fiesta que celebraremos el próximo domingo. Entonces recibiremos la fuerza del Espíritu Santo que viene a santificarnos para que podamos entrar en esta maravillosa intimidad del misterio Trinitario al que hemos sido llamados desde el bautismo. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
08:38
Todo lo hago nuevo - Domingo V de Pascua
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Este título nos puede parecer un poco exagerado, pero es la novedad que ha traído el cristianismo a la tierra: Todo es distinto. Cristo resucitado lo ha renovado todo. Hechos de los apóstoles Pablo y Bernabé siguen evangelizando y llevando la novedad del Evangelio, pero no de una manera superficial. Además de la predicación, «en cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor en quien habían creído». No se trataba de un paso rápido sino de una misión estable en cada lugar, y en la que quedaban los predicadores y los que habían de seguir compartiendo los sacramentos. Finalmente, cuenta San Lucas que «al llegar (a Antioquia) reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe». Esta fue la gran novedad, la fe en Jesucristo era para todos los hombres de la tierra y no solo para el pueblo judío. Salmo 144 Dios, rico en misericordia, «que todas las criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles y proclamen la gloria de tu reinado». El salmo termina asegurando que «tu reinado es un reinado perpetuo y tu gobierno va de edad en edad». Apocalipsis El Apocalipsis nos presenta el futuro renovado por Dios donde cambian todas las cosas: un hermoso cielo nuevo, una tierra nueva, un templo nuevo y una forma nueva de dar culto al Dios verdadero. En ese momento se llegará a la plenitud, la humanidad será el pueblo de Dios y Dios estará en ella como único Dios que «enjugará las lágrimas de todos y no habrá más muerte, ni luto, ni dolor por la gran alegría de que el primer mundo ha pasado». El Creador, entonces, dirá: «Todo lo hago nuevo». Verso aleluyático Es un resumen del párrafo evangélico, en realidad muy breve: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». Evangelio Este párrafo continúa el relato de lo que sucedió en el cenáculo, después que se retiró Judas, el traidor. Jesús siente su corazón libre y glorifica a Dios con gran libertad: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en Él». A continuación, dándose cuenta de que se aproxima el momento de su pasión, dice a los suyos como un gran testamento: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado… La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os améis unos a otros». Con estas palabras ha querido Jesucristo darnos el distintivo de nuestra vida y de nuestra misión: proclamar el amor fraterno con el ejemplo de nuestra vida y con la palabra. Ya conocemos lo que Jesús quiere de nosotros. Lamentablemente este amor fraterno está por estrenar en muchas partes del mundo y las guerras y el odio son testimonio de nuestra pobreza espiritual. Parece un mensaje muy simple, pero si lo cumpliéramos, serían nuevas todas las cosas, primero en nuestro propio entorno, como quiere Jesús de nosotros, y también en la humanidad entera. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
07:05
Un Pastor único
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
De dos grandes candados para nuestra seguridad se nos habla hoy: las manos del Padre y también las manos del Verbo encarnado. Agarremos bien a nuestro Dios y seremos eternamente felices. Hechos de los apóstoles Resulta muy interesante escuchar a Pablo y Bernabé que van a anunciar el Evangelio en la sinagoga de Antioquía de Pisidia. Y como no los aceptan, Pablo y Bernabé hacen una gran promesa: «Teníamos que anunciaros a vosotros primero la Palabra de Dios; pero como rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicaremos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor». Esta noticia llenó de gozo a los gentiles «que se alegraron y alabaron la Palabra del Señor y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron». Qué importante es aprovechar la Palabra de Dios a su tiempo, para asegurar nuestra salvación como sucedió a los de Antioquía de Pisidia. Salmo 99 Como quiera que el tema del ciclo C es el del Buen Pastor, meditamos con alegría este salmo que dice que somos su pueblo y ovejas de su rebaño; por eso, la invitación que nos hace el salmista a todos nosotros va llena de gozo y esperanza: «Aclama al Señor tierra entera… Sabed que el Señor es Dios, que Él nos hizo y somos… su pueblo y ovejas de su rebaño. El Señor es bueno, su fidelidad por todas las edades». Apocalipsis Jesucristo, el «Cordero», será su pastor y conducirá al pueblo de Dios hacia las fuentes del agua viva. Meditemos: «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero». Este es el motivo por el que están «ante el trono de Dios dándole culto día y noche en el templo». Termina diciendo que «ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor y los conducirá hacia las fuentes de aguas vivas». El párrafo del Apocalipsis concluye así: «Dios enjugará las lágrimas de sus ojos». Verso aleluyático En este domingo IV de Pascua, la liturgia nos invita a invocar a Jesús, el Buen Pastor, que dice: «Conozco a mis ovejas y las mías me conocen». Por parte de Jesús el conocimiento es absoluto, pero nosotros tenemos que poner todos los medios posibles para conocer bien a nuestro Pastor, y no dejarnos guiar por los falsos pastores que pueda haber en el camino. Evangelio Está tomado del capítulo 10 de San Juan que habla simbólicamente del Buen Pastor. Entre el pastor y las ovejas hay un conocimiento mutuo que asegura la permanencia entre las ovejas y el pastor. Hay algo muy interesante en este pequeño párrafo que hoy meditamos. Y es la doble seguridad que encontramos en Jesús, el Buen Pastor, y el Padre Dios que guarda la fuente de la seguridad para todas las ovejas: «Porque mi Padre me las ha dado y supera a todos y nadie puede arrebatar las ovejas de la mano del Padre». Al final del párrafo del Evangelio descubrimos la gran afirmación de la unidad en el misterio trinitario: «Yo y el Padre somos uno». Uniendo al Padre y al Verbo al Espíritu Santo nos encontramos con el gran misterio de la Santísima Trinidad que nos da seguridad para el tiempo y para la eternidad feliz. *** Aprovecho la oportunidad para felicitar a las madres en los países que celebran hoy el «Día de la Madre». Es muy importante que vivan ellas en consonancia con el Padre Dios para aprender de Él el verdadero amor y vivirlo juntamente con su esposo para felicidad de los hijos que Dios tenga a bien darles: ¡Feliz día para todas las madres! + José Ignacio Alemany Grau, obispo
08:26
«¡Primero Dios!»
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
«Primero Dios», dicen frecuentemente los buenos mexicanos. Prácticamente fue lo mismo que contestaron los apóstoles cuando el sumo sacerdote los interrogó diciendo: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese?». San Pedro y los apóstoles le replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». No olvidemos nunca que en nuestra vida tenemos muchas cosas que hacer, pero el primero es siempre Dios. Hechos de los apóstoles Nos cuenta este libro del Nuevo Testamento que metieron a los apóstoles en la cárcel pretendiendo escarmentarlos para que nos hablaran de Jesús a la gente. Durante la noche el Señor les abrió las puertas de la cárcel, con el mandato de salir a evangelizar como siempre, en el templo de Jerusalén. El sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese?». La respuesta de Pedro y los apóstoles que estaban con él fue: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Y aprovecharon para evangelizar al mismo sumo sacerdote: «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros matasteis colgándolo del madero». De esta manera tuvieron que dejarlos libres y aprovecharon una vez más para repetirles la misma prohibición que nunca obedecieron. Era su convicción y su fe. Ojalá que nuestra fe esté firme creyendo que Jesucristo es Dios. Salmo 29 Un salmo para alabar a Dios. Muy apropiado para este día en que los apóstoles vivieron la libertad que les dio el Señor: «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Dad gracias a su nombre santo… Escucha, Señor y ten piedad de mí. Socórreme, Dios mío. Te daré gracias siempre». Apocalipsis San Juan evangelista nos cuenta la visión que tuvo: «Millares y millones de ángeles alrededor del trono de Dios cantaban con voz potente: “Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”». El evangelista y apóstol continúa glorificando a Jesucristo que merece la alabanza de todos los pueblos, precisamente por su muerte y resurrección que estamos celebrando en este tiempo de Pascua. Verso aleluyático No olvidemos que estamos en tiempo pascual y por eso la liturgia, mientras repite gozosa la palabra «Aleluya», exclama: «Ha resucitado Cristo que creó todas las cosas y se compadeció del género humano». Evangelio El evangelio de hoy, como estamos en el tiempo de Pascua, nos invita a meditar, aunque ya lo ha hecho anteriormente, en los últimos párrafos del evangelio de San Juan: «Simón Pedro les dice a sus compañeros: “Me voy a pescar”. Ellos contestaron: “Vamos también nosotros contigo”». Toda la noche quisieron pescar, pero los peces al parecer habían desaparecido. Desde la orilla, Jesús, desconocido para ellos, les preguntó: «¿Muchachos, tenéis pescado?». Ante su respuesta negativa, aquel desconocido que era Jesús dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». A pesar de que todos ellos eran pescadores y conocían muy bien el lago de Tiberíades, echaron la red por obedecer y ¡zas!, no tenían fuerzas para sacar la red por la multitud de peces que brincaban en ella. Ante esta maravilla, Juan dijo: «¡Es el Señor!». Pedro se echó al agua. Cuando Jesús les mandó sacar algunos peces recién pescados, fue Pedro el que en un gesto simbólico cogió él solo la red con ciento cincuenta pescados grandes y la arrastró hasta la orilla. Después de esto, ellos, que habían visto el fuego calentando pan y pescado, comieron gozosos estando seguros de la presencia de Jesús. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
08:52
Domingo de la Divina Misericordia - Segundo Domingo de Pascua
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Quizá nos extraña que en la Octava misma de Pascua se hable de la misericordia de Dios; incluso que se haya convertido en el Domingo de la Divina Misericordia. Debemos tener la certeza de que del sacrificio profundo del hombre-Dios, Jesucristo, ha brotado la alegría auténtica de la misericordia. Eso recordamos hoy. Los clavos, las espinas, la cruz han producido la salvación y la alegría más grande para toda la humanidad. Hechos de los apóstoles Es muy importante recordar que la promesa de Jesús se cumplió en la vida de los apóstoles, que hicieron milagros incluso más grandes que los que hizo Él. Interesante leer: «La gente sacaba los enfermos a la calle y los ponían en catres y camillas para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos cayera sobre alguno». No es de extrañar que en poco tiempo se multiplicaran los discípulos de Jesús. Salmo 117 El salmista resalta la misericordia de Dios: «Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia». Al o con Jesús descubrimos misericordia para todos y siempre. Todo el que busca a Dios lo encuentra y goza de su misericordia, con tal de que lo busque con sinceridad y arrepentimiento. Apocalipsis El último de los libros de la Biblia recoge hoy estas palabras del apóstol san Juan: «Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos… Un domingo caí en éxtasis y oí a mi espalda una voz potente que decía: “lo que veas escríbelo en un libro y envíaselo a las siete iglesias de Asia”». Juan nos cuenta su visión de los siete candelabros de oro y en medio de ellos una figura humana, «vestida de larga túnica con un cinturón de oro a la altura del pecho». Después de un momento difícil, cuenta: «Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: “No temas, yo soy el primero y el último. Yo soy el que viene. Estaba muerto y ya ves que vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del abismo». Verso aleluyático Son las palabras llenas de misericordia que Jesús dijo a Tomás: «¿Porque me has visto, Tomás, has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Evangelio Nos cuenta cómo Jesús se apareció a los apóstoles reunidos en el cenáculo y cuando se lo contaron a Tomás: «Hemos visto al Señor», él contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos. Si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». Así se hizo de valiente el apóstol. A los ocho días Jesús llegó a llamar directamente a Tomás y le dijo: «Trae tus dedos, aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino creyente». Tomas, humillado reconoce y hace el gran acto de fe: «¡Señor mío y Dios mío!». En aquel momento Jesús alabó la fe de los que creemos en Él, aunque nunca lo hemos visto, diciendo: «¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Jesús nos ofrece a todos su Divina Misericordia porque creemos en Él, aunque no lo hemos visto. De esta manera nos asegura Jesús que, aún a la distancia, nosotros lo encontraremos siempre en la Eucaristía y además se hará presente en los pobres, en los más humildes y necesitados. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista Reflexión homilética 27.04.2025 DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA Segundo domingo de Pascua Quizá nos extraña que en la Octava misma de Pascua se hable de la misericordia de Dios; incluso que se haya convertido en el Domingo de la Divina Misericordia. Debemos tener la certeza de que del sacrificio profundo del hombre-Dios, Jesucristo, ha brotado la alegría auténtica de la misericordia. Eso recordamos hoy. Los clavos, las espinas, la cruz han producido la salvación y la alegría más grande para toda la humanidad. Hechos de los apóstoles Es muy importante recordar que la promesa de Jesús se cumplió en la vida de los apóstoles, que hicieron milagros incluso más grandes que los que hizo Él. Interesante leer: «La gente sacaba los enfermos a la calle y los ponían en catres y camillas para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos cayera sobre alguno». No es de extrañar que en poco tiempo se multiplicaran los discípulos de Jesús. Salmo 117 El salmista resalta la misericordia de Dios: «Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia». Al o con Jesús descubrimos misericordia para todos y siempre. Todo el que busca a Dios lo encuentra y goza de su misericordia, con tal de que lo busque con sinceridad y arrepentimiento. Apocalipsis El último de los libros de la Biblia recoge hoy estas palabras del apóstol san Juan: «Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos… Un domingo caí en éxtasis y oí a mi espalda una voz potente que decía: “lo que veas escríbelo en un libro y envíaselo a las siete iglesias de Asia”». Juan nos cuenta su visión de los siete candelabros de oro y en medio de ellos una figura humana, «vestida de larga túnica con un cinturón de oro a la altura del pecho». Después de un momento difícil, cuenta: «Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: “No temas, yo soy el primero y el último. Yo soy el que viene. Estaba muerto y ya ves que vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del abismo». Verso aleluyático Son las palabras llenas de misericordia que Jesús dijo a Tomás: «¿Porque me has visto, Tomás, has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Evangelio Nos cuenta cómo Jesús se apareció a los apóstoles reunidos en el cenáculo y cuando se lo contaron a Tomás: «Hemos visto al Señor», él contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos. Si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». Así se hizo de valiente el apóstol. A los ocho días Jesús llegó a llamar directamente a Tomás y le dijo: «Trae tus dedos, aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino creyente». Tomas, humillado reconoce y hace el gran acto de fe: «¡Señor mío y Dios mío!». En aquel momento Jesús alabó la fe de los que creemos en Él, aunque nunca lo hemos visto, diciendo: «¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Jesús nos ofrece a todos su Divina Misericordia porque creemos en Él, aunque no lo hemos visto. De esta manera nos asegura Jesús que, aún a la distancia, nosotros lo encontraremos siempre en la Eucaristía y además se hará presente en los pobres, en los más humildes y necesitados. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
08:34
Mi «Amigo» Resucitó
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
El saludo pascual de la liturgia dice así: «He resucitado y aún estoy contigo». Así saludó el Amigo que ha cumplido todo lo que dijo: «Todo está cumplido». Con alegría, rebosando de gozo pascual, celebramos el triunfo maravilloso de Jesús, Dios y hombre verdadero. Carta a los hebreos San Pedro, confirmado como el primero de los apóstoles por Jesús, tomando la palabra, dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa comenzó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo», que hizo mucho bien con sus milagros ante el pueblo. Pedro se reconoce como testigo de lo que hizo Jesús en Judea y en Jerusalén. Y después de hacer mucho bien a todos, «lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó». Todo esto sucedió al tercer día «y nosotros, que hemos comido con Él, somos testigos de esta resurrección». No olvidemos que cuando Jesús asciende al cielo, encarga a todos (los bautizados) a proclamar el Evangelio por el mundo entero. Salmo 117 La Iglesia, llena de alegría. repite: «Este es el día en que actuó el Señor». Es el día más importante que da sentido a toda la pasión y muerte de Jesús que hemos celebrado los días anteriores. Por eso: «¡Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia!». San Pablo El apóstol celebra la resurrección de Jesús con estas palabras, para nuestra meditación: «Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba donde está Cristo sentado a la derecha de Dios». Secuencia Se trata de un hermoso himno que se canta después de la segunda lectura, y que empieza con las siguientes palabras: «Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza, a gloria de la víctima propicia de la Pascua… (y termina diciendo:) Rey vencedor apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa…». Verso aleluyático Por fin la liturgia vuelve a su canto de alabanza y glorificación al Dios bueno que ha tenido a bien redimirnos con tanto dolor, un dolor que se ha vuelto misericordia y felicidad para todos: «¡Aleluya! Ha sido inmolada nuestra víctima pascual, Cristo. Celebremos la Pascua en el Señor. ¡Aleluya!». Evangelio Nos cuenta San Juan que el primer día de la semana fue María con las otras mujeres a embalsamar el cuerpo de Jesús. María Magdalena, siempre inquieta, miró por todas partes. No vio el cuerpo en el sepulcro y desesperadamente, sin pensar en la posible resurrección de que Jesús había hablado, dijo a los apóstoles Juan y Pedro: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y Juan fueron corriendo al sepulcro. Primero entró Pedro y luego entró Juan. Y este apóstol dice de sí mismo: «Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó». El mismo Juan atestigua que no había creído a Jesús que había predicho tantas veces su resurrección al tercer día. Nosotros también en esta Pascua de Jesús Resucitado celebremos el triunfo de Él y, al mismo tiempo, nuestra propia victoria porque su resurrección del sepulcro ha sido para nosotros, para que después de nuestra vida participemos en su resurrección gloriosa. Con la liturgia terminemos pidiendo que «seamos renovados por el Espíritu Santo para resucitar en el reino de la luz y de la vida. Aleluya». ¡Feliz Pascua de Resurrección para todos! ¡Con fe profunda hagamos nuestra la resurrección de Jesucristo! José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
08:02
Cuando me levanten en alto, atraeré a todos
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Con el Domingo de Ramos ingresamos a lo que la liturgia llama la Semana Santa o Semana Mayor. El motivo es que durante estos días meditaremos en los grandes misterios de nuestra salvación: la Eucaristía (Jueves Santo), la entrega y muerte de Jesús en la Cruz (Viernes Santo) y la gran ceremonia de la Resurrección del Señor en la Vigilia Pascual (Sábado en la noche). + En este Domingo de Ramos meditaremos, sobre todo, la lectura de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas. Meditemos, ojalá, en familia esta lectura muy importante para nosotros. La Pasión del Señor según San Lucas Meditamos algunos puntos que nos pueden ayudar en nuestra meditación. I. Institución de la Eucaristía «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no volveré a comer, hasta que se cumpla en el Reino de Dios». Jesús entrega su cuerpo y su sangre como un milagro de su divinidad para que los suyos, comiendo el cuerpo de su Maestro, lleguen a identificarse con Él por medio de la gracia de este gran sacramento. Es una pena que los hombres no seamos capaces de descubrir el amor infinito de Jesús en este sacramento. II. En el Huerto de los Olivos Jesús, según su costumbre, va al Monte de los Olivos y los apóstoles lo acompañan. Jesús hace la gran oración de identificación de su voluntad con la del Padre Dios, y en el dolor que siente busca el consuelo de sus discípulos que están, de hecho, dormidos, amodorrados, por la pena que sienten por el sufrimiento de su Maestro. Aprendamos de Él la gran lección: «Velad y orad para no caer en la tentación». Jesús continúa su oración y los suyos siguen durmiendo… Aprendamos la oración de Jesús en medio de tanto dolor como tiene que soportar. III. El prendimiento Dirigidos por uno de los apóstoles, Judas Iscariote, un pelotón llega a prender a Jesús. Él se deja, mientras los suyos hacen un pequeño ademán de defenderlo. Jesús se entrega diciendo: «¿Habéis salido con espadas y palos como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros y no me echasteis mano. Pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas». Lo prendieron y ataron y llevaron a casa del sumo sacerdote. IV. Azotado y coronado de espinas Aprovechando la soldadesca un rato que tienen libre, se burlan de Jesús mientras le pegan: «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?» (porque tenía Jesús los ojos cubiertos). Se burlan despiadadamente de Él y frente al Sanedrín quieren completar la sentencia haciéndole confesar para poder acusarlo: «“Si tú eres el Mesías, dínoslo”. Jesús contestó: “Si os lo digo no lo vais a creer y si lo pregunto, no me vais a responder”. Desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso». Este será el motivo fundamental para que aquellos lo condenen. No pueden oír que aquel hombre maniatado afirme, con tanta valentía, que Él es Dios. Tampoco iten que sea el «Rey de los judíos». Sin embargo, con esto presionaron a Pilato para que, sin motivo real, lo condene a la muerte de cruz. V. En el Calvario Jesús, camino del Calvario, es seguido por un «gran gentío del pueblo y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él». Llegado al Calvario, crucificaron a Jesús y su palabra estremeció a los oyentes: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Poco después se oyó a Jesús que respondía al «buen ladrón»: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». «Se oscureció el sol, el velo del templo se rasgó por medio y Jesús, clamando con voz fuerte, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y dicho esto, expiró». No nos queda más que decir, amigos, solo meditar, adorar y agradecer. Este Jesús, Dios y hombre verdadero, es nuestro Redentor y dio su vida para que nosotros tengamos vida eterna. «Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”».
09:46
¿Pecadores?, sí, pero arrepentidos
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Jesucristo ha muerto por todos, pero nunca debemos olvidar que para personalizar sus méritos debemos poner los medios que Él nos alcanzó. Entre estos medios, el más importante para poder entrar en la Iglesia de Jesús, tenemos el sacramento del Bautismo y la reconciliación (confesión). Isaías El profeta recuerda al pueblo de Israel el pasado maravilloso cuando Dios lo liberó de la esclavitud de Egipto y, encontrando la libertad a través del desierto, llegaron a la tierra prometida. Estos momentos de «la memoria de Israel» nos hablan de la necesidad que tenemos todos los pueblos para recordar los grandes momentos de nuestra historia, no con imaginación y mentira, sino según la verdad histórica. De esta manera, Israel se gozará siempre en la salida de Egipto como un regalo que Dios les hizo para que pudieran llegar a la tierra prometida. Salmo 125 El salmista reconoce la grandeza y predilección de Dios para con el pueblo de Israel. Quizá todo se resume en estas palabras de la respuesta: «El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres». En el resto del salmo, nos cuenta el salmista, el paso del pueblo de Dios de la opresión y persecución en tierra extranjera al regreso cantando, trayendo la felicidad de las gavillas maduras. San Pablo El apóstol, en su carta a los filipenses, nos cuenta su conversión para pasar del Antiguo Testamento a la experiencia personal con Jesús, hasta tal punto que llega a decir: «Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor». Pablo reconoce que no ha llegado a la perfección y que toda la vida seguirá corriendo a ver si la obtiene, pues, está seguro de que Jesús obtuvo la misericordia para él personalmente y nos propone su propio camino para hacerlo nuestro: «Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome a lo que está por delante, corro hacia la meta para ganar el premio al que Dios, desde arriba, llama en Cristo Jesús». Versículo antes del Evangelio Escuchemos y meditemos el oráculo del profeta Joel que nos dice: «Convertíos a mí de todo corazón porque soy compasivo y misericordioso». Esto lo va a demostrar sobre todo el Evangelio de la acogida de Jesús a la gran pecadora. Evangelio Jesús se presenta en el templo y todos acudían a Él para escuchar sus enseñanzas. En uno de estos momentos, los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio. La colocan en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. Tú, ¿qué dices?». Había mucha maldad en aquellos corazones que lo que buscaban era motivos para condenar a Jesús. Como insisten en la pregunta, Jesús los mira, uno por uno, y añade: «El que esté sin pecado que le tire la primera piedra». Y como desentendiéndose del todo, escribía en la arena. Viéndolo inclinado sobre el suelo, «se fueron escabullendo, uno a uno, empezando por los más viejos». Jesús, al ver que todos se van, pregunta a la mujer: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Ninguno te ha condenado?». La mujer, avergonzada, contestó: «Ninguno, Señor». La misericordia de Jesús no pudo ser más grande para con esta pecadora: «Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más». Así es de maravillosa la misericordia. Siempre perdona, sí, pero advierte que es preciso esforzarse para no volver a caer en el pecado.
08:23
La alegría que trae La Misericordia
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Este domingo IV de cuaresma se llama «laetare»; es decir, «alégrense». En este día el celebrante puede utilizar ornamentos de color rosado, porque como verá el lector, estamos con lecturas que invitan a la alegría. Josué Narra la alegría de Israel porque ha salido de Egipto, es decir, de la esclavitud y opresión. Y por primera vez celebran con extrema alegría la fiesta de la Pascua. Lo maravilloso fue que, «al día siguiente de la Pascua, ese mismo día, comieron el fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas». A continuación, explica Josué que ese mismo día que pudieron comer los frutos de la tierra, dejó de caer el maná con que Dios los alimentaba. El pueblo vivía la alegría de la libertad y comía los alimentos que podían cosechar ellos mismos. Salmo 33 El salmista canta la alegría que le viene de Dios y que cada uno de nosotros debemos mantener, aprovechando su divina misericordia: «Gustad y ved qué bueno es el Señor… Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca… Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre». San Pablo El apóstol se dirige a los corintios y hace una invitación, que en esta cuaresma debemos tener en cuenta todos nosotros: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios». De esta manera la liturgia quiere que, en este día especial, IV domingo de cuaresma, meditemos por qué debemos reconciliarnos con Dios. El Padre sacrificó a su Hijo y nos lo dice San Pablo con estas palabras que invitan a reflexionar en profundidad: «Al que no había pecado, Dios lo hizo expiación por nuestro pecado para que nosotros, unidos a Él, recibamos la justificación de Dios». Versículo evangélico Exalta el momento de conversión del hijo pródigo recordando la ternura del padre: «Me pondré en camino a donde está mi padre y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”». Con estas palabras quiere la liturgia que nosotros nos movamos a pedir misericordia al Padre Dios que es pura bondad. Evangelio El evangelio de San Lucas se presta a una profunda y larga meditación que les invito a hacer a cada uno de ustedes de una manera personal: El hijo menor, de los dos que tenía el padre, pide su herencia y recoge todo lo suyo y se va a un país lejano, que el evangelista nos da a conocer con el detalle de que ahí había abundancia de puercos, cosa prohibida en Israel. Malgasta su dinero y pronto se le acaba. Coincide con un hambre grande que azota aquella región y este hijo, de un señor importante, se ve obligado a buscar un trabajo para subsistir: el más humillante para un israelita, cuidar cerdos. Es entonces cuando le viene la imagen de lo felices que viven su padre, hermano y trabajadores en su casa. Y en su corazón surgen esas palabras conocidas por todos. Con profunda humildad reconoce: «Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan mientras yo aquí me muero de hambre». Esta miseria en la que vive le hace retomar el camino de vuelta a su casa. Él tiene su discurso preparado, pero su anciano padre, cuando lo ve venir, sale corriendo a su encuentro y «se le echó al cuello y se puso a besarlo». El pródigo pide perdón a su manera y el padre empieza una fiesta. La parábola habla también del hermano mayor que no acepta el regreso de su hermano y al que su padre tiene que salir a buscar y convencerlo: «Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo; debieras alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y lo hemos encontrado…». Hasta ahí llega la misericordia de Dios que no solamente acoge al pecador, sino que también acoge al envidioso que no comprende el corazón misericordioso de su Padre. Que este domingo nos ayude a todos a reconocer y agradecer la misericordia del Señor que siempre está pronto a acogernos si volvemos a Él arrepentidos. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista.
09:47
Cuiden la Higuera
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
La idea centra que la liturgia nos ofrece en este domingo la encontramos en el Evangelio, según el cual el dueño de un gran viñedo sembró en medio una higuera para gozar de su fruto. Éxodo Un día que Moisés salió más animado fuera del territorio en el que podían pastar sus ovejas, ingresó en un terreno nuevo, más allá del desierto, y oyó una voz del Señor que decía: «Quítate las sandalias de los pies pues el sitio que pisas es terreno sagrado». Entonces Dios se presentó a él con estas palabras: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Moisés tuvo miedo de ver a Dios, pero el Señor prosiguió: «He visto la opresión de mi pueblo… He oído sus quejas… Voy a bajar a librarlos de los egipcios y llevarlos a una tierra fértil que mana leche y miel…». Comprendiendo que se refería a él, Moisés pregunta: «Yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les responderé?». Esta es la maravillosa respuesta del Señor: «”Soy el que soy”. Esto dirás a los israelitas: “Yo soy me envía a vosotros… Este es mi nombre para siempre. Así me llamaréis de generación en generación”». De esta manera, a través de Moisés, el pueblo aprendió el nombre y el respeto profundo a su Creador. Salmo 102 El salmista nos habla de la compasión y misericordia de Dios, tan importante siempre y especialmente en este tiempo de cuaresma: «El Señor es compasivo y misericordioso». A continuación, invita a bendecir al Señor y alabarlo, afirmando: «Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades. Él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y ternura. El Señor es lento a la ira y rico en clemencia». San Pablo Habla a los corintios de cómo todos los israelitas se beneficiaron de los dones de Dios, pero «la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto». Y luego, añade: «Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquellos». «Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro». Versículo evangélico Es una invitación de la liturgia para que aprovechemos el tiempo cuaresmal a fin de alcanzar la verdadera conversión: «Convertíos porque está cerca el reino de los cielos». Esto que debemos tener siempre presente a fin de convertirnos, lo va a repetir de una manera muy especial la liturgia en este tiempo de cuaresma. Evangelio Después de recalcar a sus oyentes que los muertos por accidente no eran más pecadores que los que quedaron sanos, Jesús termina con una parábola importante: «Uno tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella, pero no lo encontró. Dijo al viñador: “Llevo tres años viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala, ¿para qué va a ocupar terreno en balde?”». Pero el viñador, que se había sacrificado y tomó cariño a la higuera, pidió al dueño: «Déjala todavía este año. Yo cabaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto, si no la cortas». Creo que todos entendemos la lección de la liturgia cuaresmal: Dios nos da un tiempo para la conversión y tenemos que aprovecharlo para llegar, al fin de la cuaresma, al encuentro del Resucitado, con un corazón sin mancha y frutos abundantes. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
07:55
¡Escúchenlo!
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Yo no sé porqué en las grandes oportunidades del encuentro de Jesús con los apóstoles, en el Tabor y en Getsemaní, estaban ellos muertos de sueño: + «Pedro y sus compañeros se caían de sueño» (Lc 9,32). + «Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. De nuevo se apartó por segunda vez… Y viniendo otra vez los encontró dormidos porque sus ojos se cerraban de sueño» (Mt 26,40.43). Génesis Nos narra el momento en que Dios hace alianza con Abraham: «Mira el cielo. Cuenta las estrellas si puedes… Así será tu descendencia». Luego vemos cómo «cuando iba a ponerse el sol un sueño profundo invadió a Abraham… Cuando llegó la oscuridad… una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los descuartizados. Y dijo Dios: “A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al gran río Eufrates”». Frecuentemente en la Escritura vemos que Dios se autodenomina «luz». Salmo 26 Precisamente este salmo nos dice: «El Señor es mi luz y mi salvación… Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro… Y siento en mi corazón la voz de Dios que me repite: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro». San Pablo Enseña, en la carta a los filipenses, que «somos ciudadanos del cielo de donde aguardamos un Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde según el modelo de su cuerpo glorioso». De esta manera el gran apóstol San Pablo nos recuerda la transfiguración del Señor que reflejaremos en nuestro cuerpo humilde, cuando sea glorificado. Versículo evangélico En el versículo que sigue a la carta de Pablo tenemos el resumen del Evangelio de este día: «En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: “Este es mi Hijo, el amado, escuchadlo”». Tengamos siempre presentes las palabras de Jesús en el Evangelio, según pide el Padre Dios. Evangelio Nos cuenta San Lucas la Transfiguración del Señor. Jesús, con Pedro, Juan y Santiago, sube a lo alto de la montaña para orar. «Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos». «Pedro y sus compañeros se caían de sueño y espabilándose vieron su gloria… Moisés y Elías hablaban con Él de su partida». Y lo más importante para nosotros lo cuenta San Lucas a continuación: «Se asustaron al entrar en la nube y una voz de la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle». Esas fueron las palabras más importantes que nunca habían oído los apóstoles: El Padre Dios pidiendo que tengamos en cuenta las palabras de su Hijo, el Verbo encarnado. Es para nosotros también el mensaje de este domingo: escuchar y llevar a nuestra vida todas las palabras de Jesús que nos repiten los evangelistas. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
06:44
Con la "Palabra" venceremos al maligno
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
En este primer domingo de cuaresma, la liturgia nos invita a meditar en la historia de amor de Dios con cada uno de nosotros. Algo así como lo que le sucedió al pueblo de Israel. Deuteronomio Dios enseñó a Moisés cómo debía ser la actitud de quienes llevaban las ofrendas de sus primicias al templo, para ofrecerlas a Dios: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor». A continuación, Moisés motiva la entrega con la historia del pueblo de Dios, desde el principio: «Mi padre fue un arameo errante que bajó a Egipto…». Después de recordar las misericordias de Dios, el sacerdote dirá al que trajo sus primicias: «” Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”. Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios». Procuremos aprender de la generosidad del pueblo de Israel ofreciéndole al Señor los dones y primicias que nos enseñan los «Mandamientos de la santa madre Iglesia». Salmo 90 Ante todo, es importante que recalquemos en nuestra oración estas palabras: «Quédate conmigo, Señor, en la tribulación… Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: Refugio mío, alcázar mío, Dios mío confío en ti…. El Señor es bueno y recto… enseña su camino a los humildes». San Pablo En la carta a los romanos afirma que «la Palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón». Según San Pablo estas palabras se refieren al anuncio del Evangelio porque «si tus labios confiesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás». Importante anuncio para nuestra fe que siempre tiene que apoyarse en Cristo Jesús, enviado del Padre. Versículo antes del Evangelio Este versículo es muy importante para todos nosotros. Si bien es indispensable el pan para el hombre, más importante es la Palabra de Dios: «No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Evangelio Nos cuenta San Lucas la actividad del diablo pretendiendo tentar a Jesucristo con diversas tentaciones que fácilmente encontramos en nuestra vida: + «Si eres hijo de Dios dile a esta piedra que se convierta en pan». Tentación sobre la gula que Jesús deshecha diciendo: «No solo de pan vive el hombre». + Mostrándole todos los reinos del mundo le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí todo será tuyo». Jesús contestó: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto”». Tentación sobre el ansia de poder que el mundo desea meter en nuestro corazón y Jesús la venció con estas palabras que debemos recordar siempre. + Llevándolo sobre el alero del templo: «Si eres hijo de Dios tírate de aquí abajo porque está escrito: “Encargaré a los ángeles que cuiden de ti”». Jesús termina con esta última tentación con estas palabras: «No tentarás al Señor, tu Dios» No debemos adorar las cosas que nos rodean ni a nosotros mismos, porque solo Dios es nuestro Señor y Creador. Frente a la tentación tengamos siempre presente la Palabra de Dios (que la tienes en ti, como dijo San Pablo) como la tuvo Jesús, nuestro modelo, cuando fue tentado por el diablo. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
08:02
Semillas de la Revelación
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
En este domingo VIII del tiempo ordinario, y ya en vísperas de la cuaresma, la liturgia nos habla, sin usar esta expresión, de «las semillas del Verbo». La gran verdad es que la fe revelada en su totalidad está solamente en la Iglesia fundada por Jesús, pero en su misericordia y bondad infinita Dios ha querido que haya parte de esta verdad en algunas religiones. A estas verdades llamamos semillas del Verbo que Dios ha esparcido entre todos los hombres para que les sea más fácil llegar a la Iglesia de Jesús. Como veremos, no quiere decir que porque hay algunas de estas verdades de nuestra fe pueda concluirse que todas las religiones son iguales. En este sentido, son ejemplares la primera y última lectura de hoy. 1Reyes Nos cuenta la oración que hizo el rey Salomón al terminar la construcción del templo: «Los extranjeros oirán hablar de tu nombre famoso. De tu mano poderosa, de tu brazo extendido. Cuando uno de ellos, no israelita, venga de un país extranjero atraído por tu nombre, para rezar en este templo, escúchalo tú desde el cielo…». Salmo 116 El estribillo nos recuerda a todos que por el bautismo somos misioneros: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio». El salmista pide que la alabanza de todas las naciones glorifique al único Señor: «Aclamad al Señor todas las naciones». San Pablo Nos previene que solo hay un Evangelio, es decir, la verdad proclamada por Jesucristo en su vida mortal. Y advirtiendo el peligro de que alguno pueda seguir a personas que han pasado a «otro evangelio», San Pablo, con toda fortaleza, advierte a los gálatas: «No es que haya otro evangelio, lo que pasa es que algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo. Pues bien, si alguien os predica un evangelio distinto del que os hemos predicado (seamos nosotros mismos o un ángel del cielo) sea maldito». Verso aleluyático Es el amor del Padre que desde la Santísima Trinidad nos envió la salvación por puro amor: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en Él tiene vida eterna». Evangelio Nos relata San Lucas que un buen día Jesús entró en Cafarnaúm y llegó a buscarlo un centurión que tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Los motivos del centurión emocionaron a Jesús mucho más que las recomendaciones de los ancianos judíos. En efecto, el centurión dijo a Jesús: «Señor, no te molestes pues no soy yo quién para que entres bajo mi techo. Por eso, tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano». Al oír estas palabras «Jesús se iró de él y volviéndose a la gente que lo seguía dijo: «os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe». Un centurión que no era israelita ni tenía la fe del pueblo de Dios se convierte en modelo de fe para todos nosotros y la liturgia ha querido recordárnoslo antes de recibir la Eucaristía, cuando decimos: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme». Que las pequeñas verdades que podamos encontrar por el camino no nos alejen, más bien nos acerquen a la verdad plena que es Cristo, que dijo de sí mismo: «Yo soy la Verdad». José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
08:34
¿Un amor difícil?
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
¿UN AMOR DIFÍCIL? Jesús propone cosas muy sencillas, pero a la hora de la verdad nos resultan muy difíciles. Casi imposibles a nuestra manera de ser. Libro 1 de Samuel Empieza con el ejemplo de un amor muy grande de David a Saúl. En efecto, el hagiógrafo cuenta cómo un día Saúl salió persiguiendo a David con tres mil soldados israelitas. No sabemos cómo David y Abisay fueron de noche al campamento cuando Saúl dormía. No fueron vistos por nadie. Saúl tenía a la cabecera la lanza, y estaba profundamente dormido. Abisay dice a David: «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada. No hará falta repetir el golpe». David replicó: «No lo mates. No se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor». Tomando la lanza, David cortó el vestido del rey, tomó el jarro de agua que había a la cabecera de Saúl y se marcharon sin ser vistos. Nos cuenta la Escritura cómo David cruzó a la otra parte. Se plantó en la cima del monte y gritó a Saúl: «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla…». Saúl perdonó a David, abrumado por su gran caridad. Un ejemplo extraordinario de fidelidad al rey que, en hasta ese momento, era su enemigo. Salmo 102 Habla de la misericordia del Señor que es «compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos paga como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas… Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los fieles». San Pablo En la carta a los corintios San Pablo nos advierte la diferencia que hay entre el hombre natural «ser animado», Adán, y el hombre espiritual, Cristo, resucitado, «espíritu que da vida». Ese hombre, criatura de Dios, llegará a ser imagen de Dios, cuando haya alcanzado su plenitud en la resurrección: «Nosotros que somos imagen del hombre terreno seremos también imagen del hombre celestial», de Cristo Jesús. Verso aleluyático Nos recuerda el mandamiento de Jesucristo en la última cena: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». No es fácil para nuestra manera de ser, pero es el distintivo del cristiano según la exigencia de Jesús. Evangelio El evangelio de San Lucas nos habla del amor que Jesús quiere para sus discípulos. No se trata precisamente de un amor puramente humano, sino «de tratar a los demás como queréis que ellos os traten. Pues si amáis solo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman». El distintivo cristiano es este. Así hemos entendido el amor cristiano que no consiste en un simple cariño humano sino en cumplir este mandamiento: «Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada. Tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo que es bueno con los malvados y desagradecidos». Finalmente, Jesús nos invita a parecernos al Padre Dios que tiene compasión de todos y nos concreta este amor con estas palabras: «No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: os verterán una medida generosa… La medida que uséis la usarán con vosotros». Por aquí va el amor cristiano, según el pedido de Jesucristo. Amemos y seremos semejantes a Dios en cuanto puede una simple criatura. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
08:30
Benditos sean los buenos
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Durante miles de años la humanidad ha buscado el bien y ha bendecido a los que lo procuran. Veamos como la liturgia de hoy nos presenta a los buenos en sus distintas acciones. Jeremías En el breve párrafo define claramente a unos hombres como malditos y a otros como benditos. El grupo de los primeros pone su confianza en el hombre y su valor en la fuerza, apartando el corazón de Dios. A este hombre ruin lo compara con un cardo en el desierto. Por otra parte, están las bendiciones especiales para los hombres «que ponen en el Señor su confianza». Estos son comparados a un árbol que entierra sus raíces en el agua y así permanece siempre fecundo. Salmo 1 Presenta las alabanzas al hombre «que ha puesto su confianza en Dios». Este hombre será siempre feliz porque no sigue el consejo de los malvados «ni entra por la senda de los pecadores». Este hombre que cumple la voluntad de Dios se asemeja «a un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas». Una vez más lo compara con el hombre malvado que «será paja que arrebata el viento». El salmo termina hoy comparando el camino de los justos que protege el Señor, con el camino de los impíos que siempre acaba mal. San Pablo La segunda lectura está tomada de la Carta a los corintios. En ella afirma que la muerte de Cristo, resucitado de entre los muertos, es una verdad que nunca podremos negar. Luego el apóstol confirma la resurrección de Cristo frente a algunos que niegan la resurrección y a los cuales no podemos seguir porque sin la resurrección de Cristo no tiene sentido ni es posible nuestra salvación. La última afirmación de Pablo es muy importante en este día: «Cristo resucitó de entre los muertos el primero de todos». Verso aleluyático Jesucristo nos invita a alegrarnos y a saltar de gozo porque confiamos en la recompensa que dará a nuestras buenas obras: «Alegraos y saltad de gozo porque vuestra recompensa será grande en el cielo». Evangelio San Lucas nos presenta a Jesucristo subido en el monte, con sus doce apóstoles, y dirigiéndose a una gran multitud proclamando las famosas bienaventuranzas: «Dichosos los pobres porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre porque quedaréis saciados…». Después de detallar unas bienaventuranzas positivas, pasa a resaltar su proclamación para que evitemos la posible condenación: «Ay de vosotros los ricos porque ya tenéis vuestro consuelo. Ay de los que ahora reís porque haréis duelo y lloraréis. Ay si el mundo habla bien de vosotros. Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas». La lección que nos da hoy San Lucas es más breve que las de las bienaventuranzas del evangelio de San Mateo, pero son suficientemente claras para definir el futuro de los que siguen las enseñanzas de Jesús frente a quienes siguen el capricho de los malvados. ¿Y tú, en qué bando estás? ¡Bendito sean los buenos!… Que, aunque el mal haga ruido, ¡sabemos que hay mucha gente haciendo el bien! José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
07:19
Grandeza de Dios y pequeñez del hombre
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
La verdad es que el pecado nos hace conocer la indignidad de nuestro pobre ser frente a la grandeza de Dios. El camino de vuelta a Dios es la purificación con el gran sacramento de la penitencia. Hoy vemos la indignidad que sienten Isaías, por un lado, y Pablo y los apóstoles, por otro, frente a la grandeza de Dios y de Cristo. Isaías Oye la grandeza de Dios cuando cantan los serafines: «Santo, Santo, Santo, el Señor de los ejércitos. La tierra está llena de su gloria». El gran profeta experimenta una profunda humildad y no se atreve a presentarse ante el Señor: «¡Ay de mí que estoy perdido!, yo hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos». En aquel momento uno de los serafines vuela hasta el profeta con un carbón encendido en la mano… «lo aplicó a mi boca y me dijo: mira, esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado». Cuenta el mismo profeta que Dios preguntó: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?». Isaías, al sentirse purificado, contestó: «¡Aquí estoy! ¡Mándame!». Salmo 137 «Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor… Que te den gracias los reyes de la tierra al escuchar el oráculo de tu boca. Canten los caminos del Señor porque la gloria del Señor es grande». La misma grandeza del Señor purifica al salmista que siente que el Señor completa sus favores con él: «Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos». San Pablo Reconoce la grandeza del Verbo encarnado y de su enseñanza: «Lo primero que yo os transmití tal como lo había recibido es que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras. Que fue sepultado y que resucitó al tercer día según las Escrituras. Que se apareció a Cefas y más tarde a los doce». Humildemente reconoce ante los corintios que, Jesús resucitado, después de aparecerse a los demás apóstoles, «por último se me apareció también a mí». Esta visión de Jesucristo resucitado es lo que mueve al apóstol a anunciar a su Señor, a tiempo y a destiempo. Verso aleluyático Es una invitación de Jesucristo a los apóstoles a los que, a pesar de sus limitaciones, dice con toda libertad: «Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres». Evangelio Nos cuenta San Lucas cómo la multitud se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando Él a orillas del lago de Genesaret: «Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla, subió a la barca de Simón… y le pidió que la apartara un poco de tierra. Así, sentado en la barca, comenzó a enseñar». Sabemos que Jesús cuando acabó de hablar dijo estas famosas palabras a Pedro: «Rema mar adentro y echa las redes para pescar». Simón reconoce que en toda la noche no han pescado nada, pero en la palabra del Señor echará la red. La pesca fue tan fabulosa que llenaron las dos barcas y Pedro, al ver este prodigio, dijo a Jesús: «Apártate de mí que soy un pecador y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él». Ante este profundo acto de humildad de San Pedro, Jesús termina el relato diciéndole: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres». Aquel momento fue tan importante que después del acto de humildad de Pedro y posiblemente también de los otros apóstoles, dejaron todo para seguir definitivamente a Jesús. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
07:45
El Señor me ha enviado
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
Podemos pensar que no tenemos que hacer nada en este mundo. Más todavía, a veces se nos ocurre perder el tiempo como el único fin de nuestra vida. Pero no es así. Todos tenemos una misión importante que cumplir. Jeremías A él le dice Dios: «Antes de formarte en el vientre, te escogí». Cada uno tiene una misión y Dios nos pide valentía para realizarla: «No les tengas miedo que, si no, yo te meteré miedo de ellos. Yo te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro… Frente a los reyes y príncipes de Judá. Lucharán contra ti, pero no te podrán porque yo estoy contigo para librarte». Qué bueno es que tengamos una misión puesta por Dios que conoce nuestras posibilidades y contamos con Él, siempre que actuemos en su nombre. Sé valiente, Dios está contigo. Salmo 70 El salmista cuenta con Dios y en Él encontrará siempre la fortaleza para luchar: «A ti, Señor, me acojo. No quede yo derrotado para siempre. Tú que eres justo líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído y sálvame». Frente a las dificultades de la vida, fácilmente decimos y lo hacemos: «tirar la toalla». Sin embargo, frente a todas las dificultades decimos: «Sé tú mi roca de refugio, el baluarte donde me salve. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud». Con el profeta Jeremías podemos decir: «En el vientre materno ya me apoyaba en ti. En el seno tú me sostenías». Contamos con todas las fuerzas de Dios para vencer el mal que podamos encontrar en el camino. San Pablo Como consejo, nos dice: «Ambicionad los carismas mejores, y aún les voy a mostrar un camino excepcional. Aunque hablará todos los idiomas y tuviera el don de profecía, conociendo todos los secretos, si repartiera en limosnas todos mis bienes… lo más importante de todo es el amor. El amor es paciente, afable, no tiene envidia, no presume ni se engríe, no es mal educado ni egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal… Disculpa sin límites, cree sin límites». Aunque todo pase, nunca pasará el amor. La fe, la esperanza, pasarán. Pero lo más grande que no pasará nunca es el amor. Verso aleluyático Nos enseña así: El Señor me ha enviado a dar la buena nueva a los pobres, a anunciar la salvación a los cautivos y la libertad verdadera a todos. Qué importante es sentirse libre y dedicarse a hacer libres a todos los que siguen a Dios. Evangelio El evangelio nos lleva otra vez a Nazaret. Recordemos que Jesús está en la sinagoga y, después de haber leído el texto de Isaías, proclama ante todos los vecinos de su pueblo: «¡Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír!». Es importante ver cómo se voltea totalmente la opinión de un pueblo, que al principio ha irado a su paisano y ahora quiere apedrearlo y lo conduce fuera de la sinagoga para despeñarlo y arrojarle piedras encima. Pero, «Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba». Está claro que se cumplen sus palabras doloridas: «Ningún profeta es bien mirado en su tierra». Esto le duele mucho a los de Nazaret, sobre todo cuando Jesús los compara con el profeta Elías que solo hizo un milagro en favor de la viuda de Sarepta y a Eliseo que, aunque había muchos leprosos en su tiempo, solamente curó a Naamán el sirio. De esta manera, Jesús pudo hacer muchos milagros en su pueblo, pero no los hizo por su falta de fe. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
07:58
El mejor vino para el final
Episodio en Podcast de Homilias para los sencillos
En este segundo domingo del tiempo ordinario, vamos a irar los milagros del Señor que siempre van unidos a sus enseñanzas. Ojalá que nosotros sepamos descubrir en el milagro físico la purificación y santidad que Dios quiere de nuestro corazón. Isaías Podemos decir que hoy canta el amor de Dios a Sion: «Por amor de Sion no callaré. Por amor de Jerusalén no descansaré». Al final del párrafo de este día, el profeta concreta el amor de Dios, que llama a Sion «mi favorita», y manifiesta el amor único de Dios para con su pueblo: «El Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó. La alegría que encuentra el marido con su esposa la encontrará tu Dios contigo». Salmo 95 El salmista invita a cantar las maravillas del Señor a todas las naciones: «Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra. Cantad al Señor, bendecid su nombre». A continuación, invita a todas las familias de los pueblos a aclamar al Señor: «Aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre de Señor». Y termina ensalzando al Señor: «El Señor es rey, Él gobierna a los pueblos sabiamente». San Pablo En la carta a los corintios el apóstol nos habla de las maravillas que hace el Espíritu Santo, que, siendo un solo y mismo Espíritu, produce diversidad de dones en su pueblo: «Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un mismo Espíritu y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos». Verso aleluyático Manifiesta el amor que Dios nos ha tenido al llamarnos por el evangelio para que compartamos la gloria de Jesús: «Dios nos llamó por medio del evangelio para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo». Evangelio Posiblemente se trató de un momento difícil, para un pueblo pequeño como Caná de Galilea, al que llegaran muchos invitados; entre ellos, el grupo de los apóstoles con Jesús. Estuvieron en la fiesta y uno de los momentos importantes de la celebración era el beber vino generoso. Posiblemente, con tanta gente en la fiesta, faltó el vino y la Virgen María pronto lo descubrió. Y dijo a su Hijo: «No les queda vino». La respuesta de Jesús fue desconcertante: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora». Parece negativa, pero su madre, que conoce el corazón de Jesús, actúa como si hubiera obtenido un sí por respuesta. Y dice a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga». En este diálogo, aparentemente negativo, vemos la seguridad de la Madre que pide y del Hijo que no puede negarle nada. Y dice Él a los sirvientes que llenen de agua las seis tinajas de piedra, de cien litros cada una. Las llenaron. Realmente fue una cantidad muy abundante, tratándose de un pueblo pequeño, pero era el primer milagro que hacía Jesús y fue a petición de su Madre. ¡Seiscientos litros de vino generoso!, que hizo exclamar al maestresala: «¡Todo el mundo pone el vino bueno y cuando ya están bebidos el peor! Tú, en cambio, has guardado el vino bueno» para el final. iramos que este primer milagro de Jesús lo hace a petición de su Madre santísima; lo cual ha destacado siempre la Iglesia para ponderar la devoción a la Virgen María invitándonos a invocar su Perpetuo Socorro. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
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El Bautismo de Jesús
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La mejor introducción para este día la tomamos del prefacio: «En el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos para manifestar el misterio del nuevo bautismo, hiciste descender tu voz desde el cielo para que el mundo creyese que tu palabra habitaba entre nosotros y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús». Isaías Nos presenta al Siervo de Yavé: «Mirad a mi siervo a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero, sobre él he puesto mi Espíritu para que traiga el derecho a las naciones… Yo te he puesto como alianza de un pueblo, luz de las naciones para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión…». Estas palabras se las aplicará Jesús cuando vaya a Nazaret y se presente ante su propio pueblo como Mesías. Salmo responsorial 28 Se trata de un himno que alaba la grandeza infinita de Dios y está por encima de las tormentas que suceden en el mundo. Frente a todo esto la gran invitación a la alabanza: «Hijos de Dios aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante Él en el atrio sagrado». Esta alabanza se debe al Señor porque es «Rey eterno. Él da fuerza a su pueblo y lo bendice con la paz abundante». San Juan Nos da esta preciosa lección: «Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios y todo el que ama a Dios, que da el ser, ama también al que ha nacido de Él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardamos sus mandamientos». Buena lección la del apóstol para encaminarnos hacia Dios. Cumpliendo los mandamientos por amor servimos a Dios y lo manifestamos amando al prójimo. Verso aleluyático Refiriéndose al momento en el que el precursor vio a Jesús entre la multitud nos invita a la alabanza diciendo: «Este el cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Estas palabras las repetirá la liturgia durante la Santa Misa, a la hora de comulgar. Evangelio El Evangelio del ciclo C nos invita a profundizar en las distintas clases de bautismo. En efecto, es muy antiguo el rito de bautizar al que está arrepentido de sus pecados, sea de la religión que sea. El mismo Juan nos dice: «Yo os bautizo con agua»; y el mismo Juan es quien marca la diferencia entre el bautismo que él hace y el que va a instaurar Jesús: «Viene el que puede más que yo y no merezco desatarle la correa de su sandalia. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». El evangelista dice, a continuación, que en un bautismo general Jesús también se bautizó como uno de tantos: «Y mientras oraba se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma y vino una voz del cielo: “tú eres mi Hijo el amado, el predilecto”». De esta manera, el bautista nos hace la diferencia grande entre el bautismo de penitencia que él realizaba y el bautismo que inaugurará Jesús como el primero y más importante de los Sacramentos. Los invito a todos ustedes, amigos, a recordar y renovar su propio bautismo y dar gracias a Dios ya que por medio de Él han recibido la vida divina. Si perseveramos en ella tenemos asegurada la salvación eterna. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
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Magnificat TV (Franciscanos de María) Audios de los Franciscanos de María, fundados en 1988 por el P.Santiago Martín FM. El 25/3/2007 el Papa Benedicto XVI daba la aprobación pontificia, refrendándola como un “camino de santidad” y reconociendo en ella la existencia de un carisma, el del agradecimiento. En www.magnificat.tv y en el canal de YouTube bit.ly/YouTubeMagnificatTV se encuentran sus videos. Los audios se encuentran en bit.ly/IvooxMagnificatTV en bit.ly/SpotifyMagnificatTV y en bit.ly/GooglePodcastMagnificatTV o: [email protected] Actualizado