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Parábolas
Parábolas
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Parábolas 6b5w7

Por Zinias
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El secreto de la vida que un padre revelaba a sus hijos los catorce años
El secreto de la vida que un padre revelaba a sus hijos los catorce años
Episodio en Parábolas
El secreto de la vida que un padre revelaba a los catorce años
Fe, filosofía y espiritualidad 2 meses
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La dimisión del refrán antiguo
La dimisión del refrán antiguo
Episodio en Parábolas
Hermoso cuento o narracción sobre los refranes. Dicen muchas veces una cosa y la contraria
Historia y humanidades 4 años
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Parábola del hombre que quiso robar el coliseo
Parábola del hombre que quiso robar el coliseo
Episodio en Parábolas
Un hombre quiso robar piedra a piedra el Coliseo de Roma y dedicó su vida a ello
Fe, filosofía y espiritualidad 4 años
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04:51
El planeta de la verdad - Rodari
El planeta de la verdad - Rodari
Episodio en Parábolas
La siguiente página está copiada de un libro de historia que se estudia en las escuelas del planeta Mun, y habla de un gran científico llamado Brun (Nota: allá todas las palabras terminan en "un": por ejemplo, no se dice "La luna", sino "lun lun" ; "la polenta" se dice "lun polentun", etcétera). Helo aquí: "Brun, inventor, vivió hace dos mil años y actualmente se halla conservado en un frigorífico del que despertará dentro de 49.000 siglos para recomenzar a vivir. Era todavía un niño en pañales cuando inventó una máquina para fabricar arcos iris, que funcionaba con agua y jabón, pero en lugar de simples burbujas hacía arcos iris de todos los tamaños que podían extenderse desde una punta del cielo a la otra y servían para muchas cosas, incluso para tender la colada. Cuando iba al parvulario inventó, jugando con dos bastoncillos, un palo para hacer agujeros en el agua. El invento fue muy apreciado por los pescadores, que lo utilizaban como pasatiempo cuando los peces no picaban. "Cuando estudiaba enseñanza primaria inventó: un aparato para hacer cosquillas a las peras, una sartén para freír hielo, unas balanzas para pesar nubes, un teléfono para hablar con las piedras, el martillo musical, que mientras clavaba los clavos tocaba bellísimas sinfonías, etcétera. "Seria muy largo recordar todos sus inventos. Citemos sólo el más famoso, o sea el aparato para decir mentiras, que funcionaba con fichas. Por cada ficha se podían escuchar catorce mil mentiras. El aparato contenía todas las mentiras del mundo: las que ya habían sido dichas, las que la gente estaba pensando en aquel momento y todas las que podían ser inventadas a continuación. Cuando el aparato hubo dicho ya todas las mentiras posibles, la gente se vio obligada a decir siempre la verdad. Por eso el planeta Mun es llamado también el planeta de la verdad.
Historia y humanidades 7 años
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El hombre que robaba el Coliseo
El hombre que robaba el Coliseo
Episodio en Parábolas
Una vez había un hombre al que se le metió en la cabeza la idea de robar el Coliseo de Roma; lo quería todo para él; no le gustaba tener que compartirlo con los demás. Tomó una bolsa, se fue al Coliseo, esperó a que el guarda estuviese mirando a otra parte, llenó afanosamente la bolsa de piedras viejas y se las llevó a casa. Al día siguiente hizo lo mismo, y todas las mañanas, excepto los domingos, hacía un par de viajes por lo menos, o incluso tres, estando siempre muy atento para que el guardia no le descubriera. El domingo descansaba y contaba las piedras robadas, que iba amontonando en el desván. Una vez lleno el desván comenzó a llenar la buhardilla, y una vez llena ésta escondió las piedras debajo del sofá, dentro de los armarios y en el cesto de la ropa sucia. Cada vez que volvía al Coliseo lo contemplaab atentamente desde todos los lados y pensaba: “Parece el mismo de siempre, pero existe una pequeña diferencia. Por aquella parte es ya un poco más pequeño”. Y secándose el sudor, rascaba un pedazo de ladrillo de una escalinata, arracaba una piedrecita de un arco y llenaba la bolsa. A su lado pasaban los turistas, extasiados, con la boca abierta, asombrados, y él sonreía complacido mientras pensaba a escondidas: “¡Ah, qué sorpresa os vais a llevar el día que no veáis el Coliseo”. Cuando iba al estanco y veía las postales de colores con la fotografía del grandioso anfiteatro, le entraba una gran alegría y tenía que disimular su sonrisa sonándose la nariz: “¡Ji, ji! Dentro de poco, si queréis seguir viendo el Coliseo vais a tener que conformaros con las postales”. Pasaron los meses y los años. Las piedras robadas se acumulaban debajo de su cama; ocupaban la cocina, en la que sólo quedaba un estrecho pasillo en el fogón y el fregadero, llenaban la bañera, y había transformado el corredor en una trinchera. Pero el Coliseo seguía en su sitio y no le faltaba ni un arco: estaba tan entero como podía estarlo después de que un mosquito se hubiese empeñado en demolerlo con sus patitas. El pobre ladrón, al envejecerse, fue presa de la desesperación. Pensaba: “¿Me habré equivocado en los cálculos? ¿Quizás hubiese sido mejor robar la cúpula de San Pedro. Vamos, ánimo: cuando se toma una decisión hay que saber seguir hasta el final”. Cada viaje le causaba cada vez más fatiga y dolor. La bolsa le rompía los brazos y le hacía sangrar las manos. Cuando vio que se acercaba la muerte se trasladó una vez más al Coliseo y subió trabajosamente de escalinata en escalinata hasta la terraza superior. El sol, al ponerse, teñía de oro, de púrpura y de violeta, las antiguas ruinas, pero el pobre viejo no podía ver nada porque las lágrimas y el cansancio le nublaban la vista. Hubiera deseado quedarse solo, pero los turistas se aglomeraban en la terracita, expresando en diversas lenguas su asombro. Y he aquí que, entre tantas voces, el anciano ladrón distinguió la vocecilla argentina de un niño que gritaba: - ¡Mío! ¡Mío! ¡Cómo desentonaba! ¡Qué fea era aquella palabra dicha allá, ante tanta belleza! Ahora si lo entendía el viejecito, y hubiera querido decírselo al niño; hubiese querido enseñarle a decir “nuestro” en lugar de “mío”, pero las fuerzas le fallaban. Gianni Rodari
Fe, filosofía y espiritualidad 7 años
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El principito
El principito
Episodio en Parábolas
Es un niño que viaja de planeta en planeta haciendo preguntas que se dan por hechas, y que no interesan a nadie. Vive en un pequeño planeta que podríamos identificar no como un planeta, sino como su propia vida, así el resto de planetas que visita son en realidad las vidas de otras personas que conoce. El hecho de que su planeta sea tan pequeño viene a decirnos que tiene mucho por vivir y aprender
Fe, filosofía y espiritualidad 7 años
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El hombrecillo de cristal (Gianni Rodari)
El hombrecillo de cristal (Gianni Rodari)
Episodio en Parábolas
En una lejana ciudad nació en cierta ocasión un niño que era transparente. Se podía ver a través de sus como se ve a través del aire y del agua. Era de carne y hueso y parecía de vidrio, y si se caía no se rompía en mil pedazos, sino que, como máximo, se hacía un chichón en la frente. Se veía latir su corazón y se veía sus pensamientos, inquietos como los peces de colores en su pecera. Una vez el niño dijo una mentira, por equivocación, y la gente vio inmediatamente algo como una bolita de fuego a través de su frente; dijo la verdad, y la bolita de fuego desapareció. Durante el resto de su vida no volvió a decir más mentiras. En otra ocasión, un amigo le confió un secreto y todos vieron inmediatamente algo como una bolita negra que giraba ininterrumpidamente dentro de su pecho, y el secreto dejó de serlo. El niño creció, se hizo muchacho, luego hombre, y todos podían leer sus pensamientos, y cuando se le hacía una pregunta adivinaban su respuesta antes de que abriera la boca. Se llamaba Jaime, pero la gente le llamaba Jaime el Hombrecillo de Cristal, y lo apreciaban por su lealtad, y junto a él todos se volvían amables. Desgraciadamente, un día subió al gobierno de aquel país un feroz dictador y comenzó entonces un período de opresiones, de injusticias y de miseria para el pueblo. El que osaba protestar desaparecía sin dejar huella. El que se rebelaba era fusilado. Los pobres eran perseguidos, humillados y ofendidos de cien maneras. La gente callaba y aguantaba, temerosa de las consecuencias. Pero Jaime no podía callar. Aunque no abriese la boca, sus pensamientos hablaban por él: era transparente y todos leían en su frente sus pensamientos de desdén , de condena a las injusticias y a las violencias del tirano. Luego, a escondidas, la gente comentaba los pensamientos de Jaime y así renacía en ellos la esperanza. El tirano hizo detener a Jaime el Hombrecillo de Cristal y ordenó que lo encerraran en la más oscura de las prisiones. Pero entonces sucedió algo extraordinario. Las paredes de la celda en que había sido encerrado Jaime se volvieron transparentes, y luego también las paredes del edificio, y finalmente también los muros exteriores de la prisión. La gente que pasaba cerca de la cárcel veía a Jaime sentado en su taburete, como si la prisión fuese también de cristal, y continuaban leyendo sus pensamientos. Por la noche la prisión esparcía a su alrededor una gran luminosidad y el tirano hacía cerrar todas las cortinas de su palacio para no verla, pero ni así conseguía dormir. Incluso estando encarcelado, Jaime el Hombrecillo de Cristal era más poderoso que él, porque la verdad es más poderosa que cualquier otra cosa, más luminosa que el día, más terrible que un huracán.
Fe, filosofía y espiritualidad 7 años
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El rey Midas
El rey Midas
Episodio en Parábolas
El rey Midas era un despilfarrador; todas las noches daba fiestas y bailes, hasta que se quedó sin un céntimo. Entonces fue a visitar al mago Apolo, le contó sus penas y Apolo le hizo este encantamiento: - Todo lo que toquen tus manos debe convertirse en oro. El rey Midas dio un salto de contento y regresó corriendo a su automóvil, pero apenas había tocado la manecilla de la portezuela cuando el coche se volvió completamente de oro, cristales de oro, motor de oro. Hasta la gasolina se había vuelto de oro, y de esta forma el coche no funcionaba y fue preciso llamar a una carreta de bueyes para arrastrarlo. Apenas llegado a casa, el rey Midas se puso a dar vueltas por las habitaciones, tocando todas las cosas que podía: mesas, armarios, sillas y todo se volvía de oro. Llegó un momento en que tuvo sed y se hizo traer un vaso de agua, pero el vaso se volvió de oro y el agua también, y para poder beber tuvo que dejarse dar el agua con una cuchara por un criado. Llego la hora de ir a comer. Tocaba el tenedor y se volvía de oro, y todos los invitados aplaudían y decían: - Majestad, toce los botones de la americana; toce este paraguas. El rey Midas los contentaba, pero cuando tomó el pan para comer, también éste se volvió de oro, y para satisfacer su apetito tuvo que hacérselo dar por la reina. Los invitados se escondían debajo de la mesa para burlarse y el rey se enfadó, agarró a uno de la nariz y ésta se le convirtió de oro y así no pudo sonarse más. Llegó la hora de acostarse, y el rey Midas, sin querer, tocó la almohada, las sábanas y el colchón, que se volvieron de oro macizo, siendo demasiado duros para poder dormir en ellos. Le tocó pasar la noche sentado en un sillón, con los brazos levantados para no tocar nada, y a la mañana siguiente estaba rendido. Corrió inmediatamente a ver al mago Apolo para que le deshiciera el encantamiento, y el mago Apolo lo contentó. - Está bien -le dijo-, pero ve con cuidado, porque para que pase el encantamiento deben transcurrir siete horas y siete minutos exactamente, y todo lo que toques mientras tanto se convertirá en estiércol de vaca. El rey Midas se marchó muy contento, y estaba muy atento a su reloj para no tocar nada antes de que hubieran transcurrido siete horas y siete minutos. Pero, desgraciadamente, su reloj corría un poco más de lo necesario y adelantaba un minuto cada hora. Cuando creyó transcurridas las siete horas y siete minutos, el rey Midas abrió la portezuela de su coche y entró, pero inmediatemente se encontró sentado en medio de un gran montón de estiércol de vaca, porque todavía faltaban siete minutos para que terminara el encantamiento. Gianni Rodari
Fe, filosofía y espiritualidad 9 años
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Asamblea en la carpintería
Asamblea en la carpintería
Episodio en Parábolas
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro, que siempre se excedía midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un precioso mueble. Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos". La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos. Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en un grupo se buscan a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos. Es fácil encontrar defectos, cualquiera puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.
Fe, filosofía y espiritualidad 9 años
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No descanses
No descanses
Episodio en Parábolas
Ya te sientes fatigado o no, ¡oh hombre!, no descanses; no ceses en tu lucha solitaria, sigue adelante y no descanses. Caminarás por senderos confusos y enmarañados Y sólo salvarás unas cuantas vidas tristes. ¡Oh hombre!, no pierdas la fe, no descanses. Tu propia vida se agotará y anulará, y habrá crecientes peligros en la jornada. ¡Oh hombre!, soporta todas esas cargas, no descanses. Salta sobre tus dificultades aunque sean más altas que montañas, y aunque más allá sólo haya campos secos y desnudos. ¡Oh hombre!, no descanses hasta llegar a esos campos. El mundo se oscurece y tu verterás luz sobre él y disiparás las tinieblas. ¡Oh hombre!, aunque la vida se aleje de ti, no descanses. ¡Oh hombre!, no descanses; procura descanso a los demás.
Fe, filosofía y espiritualidad 9 años
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Encontrar la paz
Encontrar la paz
Episodio en Parábolas
Una mujer que deseaba vivamente encontrar la paz en medio de sus quehaceres domésticos de esposa y madre, acudió al sabio Yang Zhu y le rogó le instruyera lo más rápidamente posible para alcanzar la iluminación enseguida y poder volver a su hogar con el ánimo ecuánime, ya que tenía plena fe en que, una vez liberada su mente de la ilusión que es la vida, podría dedicarse plenamente a sus deberes sin que éstos turbaran en manera alguna su espíritu. Sabía que esto era así, y estaba dispuesta a hacer todo lo que se le dijera para llegar a la liberación interior en el breve tiempo de que disponía. El sabio respondió: - Genuino es tu deseo, y ésa es la primera gran condición para alcanzar el fruto del espíritu. Pero también hace falta cierta instrucción y ciertas prácticas que puedo ir enseñándote poco a poco en ratos breves, según tengas tiempo para venir a verme. Junto con el gran deseo, la gran paciencia es también requisito indispensable para la iluminación. Me has dicho que tienes un hijo. En toda su vida tu hijo llegará a comerse una tonelada de arroz. Pero ¿qué pasaría si le haces comerse todo ese arroz de una vez? No le haría bien sino daño. Aprende a tener gran deseo y ninguna prisa. Vuelve cuando así lo desees.
Fe, filosofía y espiritualidad 9 años
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El grano de trigo
El grano de trigo
Episodio en Parábolas
Anastasio era el grano de trigo más nuevo y pequeño. Estaba allí, encima de Lola y Fermín, en lo alto de toda espiga. Él casi no sabía nada. Sólo sabía que aquello luciente y dorado era el sol. Que Lola se llamaba Lola, que Fermín se llamaba Fermín, que Juana se llamaba Juana, que Pepe se llamaba Pepe y que Esteban, el grano más viejo, se llamaba Esteban. Esteban le había contado que nació de Sonia, un grano grande de trigo viejísimo que ahora estaba enterrado. Un día, cuando el sol lucía más que nunca, se sintió amontonado, junto con otras espigas. - ¡Nos han cortado! –decía Esteban. Luego cuando ya se sentía a gusto con tantos granos de trigo e iba a proponerle jugar a “tú espigueas, yo espigueo” el grano de trigo que tenía al lado, sintió un ruido muy fuerte y que se precipitaba sobre él una gran piedra. Luego se extrañó de verse tan blanco y tan bonito. - ¡Qué guapa estás! –le dijo a Juana. - Tú también, Anastasio –le contestó. De repente, después de un gran traqueteo, se mezcló con una cosa líquida, como la lluvia. Se parecía mucho y estaba igual de fresca, pero no estaba en gotas. Luego con una cosa un poco amarga, pero simpática. Luego unas manos la llevaron de un lado para otro, amasándolo. Luego sintió crecer… crecer. Luego un calor muy grande y luego una vez que decía: Esa barra, bien tostadita. Luego unos dientecillos que la mordían. Ahora forma parte del cuerpo de Eva. Ruth Miguel Franco
Fe, filosofía y espiritualidad 9 años
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El placer de servir
El placer de servir
Episodio en Parábolas
Toda naturaleza es un anhelo de servicio. Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú; Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú. Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades del problema. Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir. Qué triste sería el mundo si todo estuviera hecho, si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender. Que no te llamen solamente los trabajos fáciles Es tan bello hacer lo que otros esquivan! Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito con los grandes trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña. Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve. El servir no es faena de seres inferiores. Dios que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamarse así: "El que Sirve". Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quien? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre? Gabriela Mistral
Fe, filosofía y espiritualidad 9 años
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Juanito Pierdedía
Juanito Pierdedía
Episodio en Parábolas
EL PAÍS CON EL “DES” DELANTE Juanito Pierdedía era un gran viajero. Viaja que te viaja, llegó al país con el des delante. - ¿Pero que clase de país es éste? -preguntó a un ciudadano que tomaba el fresco bajo un árbol. El ciudadano, por toda respuesta, sacó del bolsillo una navaja y se la enseñó bien abierta sobre la palma de la mano. - ¿Ve esto? - Es una navaja. - Se equivoca. Esto es una “desnavaja”, es decir, una navaja con el des delante. Sirve para hacer crecer los lápices cuando están desgastados, y es muy útil en los colegios. - Magnífico -dijo Juanito-. ¿Qué más? - Luego tenemos el “desperchero”. - Querrá decir el perchero. - De poco sirve un perchero si no se tiene un abrigo que colgarle. Con nuestro “desperchero” todo es distinto. No es necesario colgarle nada, ya está todo colgado. Si tiene necesidad de un abrigo, va allí y lo descuelga. El que necesita una chaqueta no tiene por qué ir a comprarla: va al desperchero y la descuelga. Hay el desperchero de verano y el de invierno, el de hombre y el de mujer. Así nos ahorramos mucho dinero. - Una auténtica maravilla. ¿Qué más? - Luego tenemos la máquina “desfotográfica”, que en lugar de hacer fotografías, hace caricaturas, y así nos reímos. Luego tenemos el “descañón”. - ¡Brrrrr, qué miedo! - ¡Qué va! El “descañón” es lo contrario al cañón, y sirve para deshacer la guerra. - ¿Y cómo funciona? - Es sencillísimo; puede manejarlo incluso un niño. Si hay guerra, tocamos la destrompeta, disparamos el descañón y la guerra queda deshecha rápidamente. - Qué maravilla el país con el des delante. Gianni Rodari
Arte y literatura 9 años
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La borriquilla de Balaam. Fredy Kunz
La borriquilla de Balaam. Fredy Kunz
Episodio en Parábolas
Señor, mi creador, gracias porque me has hecho un burro, capaz de servirte en mis hermanos, los hombres. No comprendo por qué muchos de ellos quieren ser burros, porque yo no quiero ser hombre. Pero eso no es de irar, pues tengo poco entendimiento. Así dicen ellos, que son inteligentes. Modestamente reconozco que, como mi hermano, tengo defectos y cualidades: soy paciente, servicial y amigo. Soy terco y rebelde; a veces, veces necesito incluso el castigo de mi dueño. Como el hombre al que le gusta decir que su cuerpo es como yo, y que tiene que ser domado. Pero, mi Creador, a mi también me gustan el amor y el cariño, y en eso también soy como el hombre. Es una pena que él no tenga orejas grandes como yo, pues siempre estoy atento a cualquier voz. Tal vez él oiga más por dentro que yo. No puedo juzgar, ¡no soy más que un burro! Pido, mi Señor y Creador, para mí y para mi hermano, el hombre, paciencia, humildad y deseo de servir. Estoy muy contento de ser un humilde burro. Antepasados míos fueron muy honrados por Ti. ¡Gracias mi Señor!
Fe, filosofía y espiritualidad 10 años
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Refranes antiguos
Refranes antiguos
Episodio en Parábolas
De noche-decía un Refrán Antiguo-, todos los gatos son pardos. Y yo soy negro-dijo un gato negro, cruzando la calle. Imposible: los Refranes Antiguos siempre tienen razón. Pro yo sigo siendo negro-repitió el gato. De la sorpresa y el disgusto, el Refrán Antiguo se cayó del techo y se rompió una pierna. Otro Refrán Antiguo fue a ver un partido de fútbol, se acercó a un jugador y le dijo al oído: -Mejor solo que mal acompañado. El futbolista intentó jugar solo, pero era algo terriblemente aburrido y no podía ganar nunca, por lo que regresó al equipo. El Refrán Antiguo, de la decepción, cayó enfermo y tuvieron que extirparle las amígdalas. Una vez se encontraron tres Refranes Antiguos, y apenas habían abierto la boca cuando empezaron a discutir: -El que da primero da dos veces-dijo el primero. -En absoluto -exclamó el segundo-, en el medio está la virtud. -Craso error-exclamó el tercero-, hasta el fin nadie es dichoso. Se agarraron del pelo y todavía siguen zurrándose. Luego tenemos la historia de aquel Refrán Antiguo que tenía ganas de comerse una pera y se puso bajo el árbol, mientras pensaba:”La fruta madura cae por su propio peso”. Pero la pera no cayó hasta que no estuvo podrida del todo, y se aplastó contra la cabeza del Refrán Antiguo, que, muy disgustado, presentó la dimisión.
Fe, filosofía y espiritualidad 10 años
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Regalo de aniversario
Regalo de aniversario
Episodio en Parábolas
Era un matrimonio pobre. Ella hilaba a la puerta de su choza pensando en su marido. Todo el que pasaba se quedaba prendado de la belleza de su cabello negro, largo, como hebras brillantes salidas de su rueca. Él iba cada día al mercado a vender algunas frutas. A la sombra de un árbol se sentaba a esperar, sujetando entre los dientes una pipa vacía. No le llegaba el dinero para comprar un pellizco de tabaco. Se acercaba el día del aniversario de la boda y ella no cesaba de preguntarse qué podría regalar a su marido. Y, además, ¿con qué dinero? Una idea cruzó su mente. Sintió un escalofrío al pensarlo, pero al decidirse todo su cuerpo se estremeció de gozo; vendería su pelo para comprarle tabaco. Ya imaginaba a su hombre en la plaza, sentado ante sus frutos, dando largas bocanadas a su pipa: aromas de incienso y de jazmín darían al dueño del puestecillo la solemnidad y el prestigio de un verdadero comerciante. Sólo obtuvo por su bello pelo unas cuantas monedas, pero eligió con cuidado el más fino estuche de tabaco. El perfume de las hojas arrugadas compensaba largamente el sacrificio de su pelo. Al llegar la tarde regresó el marido. Venía cantando por el camino. Traía en su mano un pequeño envoltorio: eran unos peines para su mujer, que acababa de comprar tras vender su pipa. R. Tagore
Fe, filosofía y espiritualidad 10 años
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Los tres hijos del rey
Los tres hijos del rey
Episodio en Parábolas
Érase un rey que tenía tres hijos. Poseía además muchas riquezas. Sobre todo un brillante de valor extraordinario, irado en el mundo entero. ¿Para quién sería aquel brillante al repartir la herencia? Su padre les sometió a una prueba. Sería para el que realizase la mayor hazaña en el día señalado… Al llegar la noche, cada uno relató los acontecimientos de la jornada. El mayor había dado muerte a un dragón que sembraba el pánico por todo el reino. El segundo venció a diez hombres bien armados con una pequeña daga. El tercero dijo: - Salí esta mañana y encontré a mi mayor enemigo durmiendo al borde de un acantilado… y le dejé seguir durmiendo. Entonces el rey se levantó del trono, abrazó a su hijo menor y le entregó el brillante.
Mente y psicología 10 años
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El sabio que bajó al infierno y subió al cielo
El sabio que bajó al infierno y subió al cielo
Episodio en Parábolas
Cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. estaba llena de alimentos, a cual más apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto desencajado. Tenían que comer con palillos, pero no podían porque eran tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca. Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí habá una mesa llena de comensaless y con los mismos manjares que en el infierno...y los mismos palillos. En este caso, sin embargo, nadie tenía cara desencajada. Todos los presentes tenian cara alegre, respiraban buena salud y bienestar por los cuatro costados. E es que allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente.
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En el camino
En el camino
Episodio en Parábolas
Cuenta la historia de un monje, Demetrio, que un día recibió una orden tajante: debería encontrarse con Dios al otro lado de la montaña en la que vivía, antes de que se pusiera en sol. El monje se puso en marcha, montaña arriba, precipitadamente. Pero a mitad de camino se encontró a un herido que pedía socorro. Y el monje, casi sin detenerse, le explicó que no podía pararse, que Dios le esperaba al otro lado de la cima, antes de que atardeciese. Le prometió que volvería en cuanto atendiese a Dios. Y continuó su precipitada marcha. Horas más tarde, cuando aún el sol brillaba en todo lo alto, Demetrio llegó a la cima de la montaña y desde allí sus ojos se pusieron a buscar a Dios. Pero Dios no estaba. Dios se había ido a ayudar al herido que horas antes se cruzó por el camino. Hay, incluso quien dice que Dios era el mismo herido que le pidió ayuda.
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