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Carlos A. Jimenez Velez w3h6s
Por radiosapiens.es
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Foro mundial de neuro-psico-grafología, criminología y divulgación científica donde puedes participar de cara al público, ver y aprender con: entrevistas, notas de prensa, libros estrella, revistas, publicar cursos, etc. 111t3s
Foro mundial de neuro-psico-grafología, criminología y divulgación científica donde puedes participar de cara al público, ver y aprender con: entrevistas, notas de prensa, libros estrella, revistas, publicar cursos, etc.
La ludica y los nativos digitales
Episodio en Carlos A. Jimenez Velez
LA LÚDICA Y LOS NATIVOS DIGITALES LUDIC AND DIGITAL NATIVES Carlos Alberto Jiménez Vélez* Resumen Una mirada de la lúdica desde lo neurobiológico y lo digital puede, en primera instancia, parecer reduccionista y pobre. No obstante, considero que esa mirada es necesaria e indispensable hacerla, debido a la gran repercusión de las tecnologías informáticas en las nuevas generaciones. Siempre he creído que lo lúdico es una experiencia cultural, pero, debido a la resistencia y confrontación de los nativos digitales con los inmigrantes digitales, se hace necesario introducirnos a la complejidad de la lúdica y el juego para comprender que los cerebros digitales tienen la capacidad de hacer más de cinco procesos lúdicos al mismo tiempo y generar una alta plasticidad cerebral. De esta forma, la lúdica no se convierte en un estado, sino que cubre toda la existencia humana. Palabras claves: lúdica, juego, neuropedagogía, nativos digitales.
50:21
Neuronas espejo (partes i y ii)
Episodio en Carlos A. Jimenez Velez
Las neuronas espejo fuera de ayudarnos a reconocer las acciones y los pensamientos del otro, también pueden desempeñar un papel muy importante en la comprensión de los comportamientos violentos, ya que el cerebro interioriza esquemas de acción y de percepción de acuerdo al contexto social y cultural en que el ser humano se desarrolle. En tal sentido, se hace necesario resaltar que muchos comportamientos violentos se caracterizan por la falta de compasión o de empatía que tiene el sujeto que va actuar en contra de la normatividad social o escolar en que se desenvuelve. Esta ausencia de empatía emocional, acompañada en muchos casos por maltrato intrafamiliar o abusos sexuales, fuera de actuar en detrimento del tamaño de la amígdala y del córtex frontal, originan la ansiedad y la tendencia a ser instintivo o impulsivo por parte de los violentos. Estas patologías también pueden generar daños neurofisiológicos relacionados con el desarrollo y la cantidad de neuronas espejo, debido a la secreción excesiva de cortizol en el corriente sanguíneo que es el causante de la poda neuronal producto del estrés, la ansiedad y la depresión que originan estos desbalances neuroquímicos. Resumiendo, sin un niño vive en un ambiente violento desde pequeño (donde se produce el mayor grado de mielinización y de plasticidad cerebral), y continuamente vive inmerso en estos ambientes inhóspitos, las neuronas espejo dentro de su proceso de adaptación biológica se activan para replicar dichos comportamientos violentos que producen copias en su sistema motor y de esta forma tendrá un grado de predisposición muy alta a la actuación violenta, cuando a través del córtex frontal se active el plan neuronal de acción o de ataque. Recordemos que el córtex frontal junto con la amígdala se encarga de controlar los impulsos emocionales del sistema límbico. Por lo tanto existen desconexiones o malformaciones como ya se ha planteado durante el desarrollo debido al maltrato intrafamiliar, accidentes o por alteraciones genéticas, se producen trastornos de la personalidad como el caso de los sicópatas que son seres incapaces de ponerse en el lugar del otro, y por esto hacen tanto daño con placer y alevosía porque al tener amígdalas cerebrales pequeñas no sienten miedo ni compasión por el otro, y esto los hace ser seres impulsivos que en muchas oportunidades se convierten en asesinos en serie caracterizados por poseer estrategias de planificación de alto grado intelectualidad, pero de una ausencia total de empatía emocional, es decir, son seres totalmente desconectados de lo social y sin conciencia. Para Robert Hare[1] la sicopatía comienza a revelarse entre 3 y 5 años y según este investigador el enfermo no nace, ni tampoco es producto de su entorno familiar. Lo anterior evidencia más aún la problemática de la violencia y es allí donde la Neurociencia juega un papel muy importante en la actualidad al encontrar el funcionamiento de las neuronas espejo que nos permiten plantear otro tipo de hipótesis en la que es necesario mirar las interacciones entre lo genético y lo contextual y como contribuyen a la formación de la personalidad del violento. Para Vicente Garrido “la ciencia ha demostrado sobradamente que el ser humano no nace ni bueno ni malo: nace con unas propensiones o unas tendencias que pueden conducir a una agresividad y a un comportamiento explotador de los demás sino se canaliza bien” (citado por Punset p. 230). En la actualidad se hace necesario revisar las políticas estatales de prevención de la violencia intrafamiliar y los tratamientos sicológicos o siquiátricos posteriores que no son tan eficaces como muchos teóricos lo plantean. También las políticas educativas de prevención de violencia en las aulas se hace indispensable activarlas y considerarlas de una forma diferente y no como tradicionalmente se hace con los manuales de disciplina y de convivencia. Los cerebros de los violentos como ya hemos dicho funcionan de una forma diferente al cerebro de una persona normal. En efecto, uno de los hallazgos más impresionantes por parte de Robert Hare se refieren a que cuando un sicópata analiza algo que produzca emociones ya sea en fotos o palabras, las estructuras cerebrales que se encienden a nivel neuronal no son iguales a la de una persona normal. De esta forma, para el sicópata es lo mismo la palabra “asesinato” a la palabra “carro”. Este es el motivo por el cual en sus actos delictivos las personas son tratadas como objetos, es decir, sin empatía ni lazos emocionales producto en muchos casos de la ausencia de la serotonina la cual inhibe la conducta agresiva, los comportamientos violentos o delincuenciales. Vale la pena aclarar que la sicopatía actualmente es considerada por la ciencia como el principal componente de la violencia, que como ya se había dicho su origen está en la familia y en la escuela a edades muy tempranas que se hace necesario diagnosticar (Cfr: escala de Hare), para producir campañas de prevención de delitos mayores en la adolescencia o en la adultez, a pesar de que ya existe una alta tasa de homicidios o de actos violentos en las escuelas como las referidas en las matanzas en Estados Unidos (Columbine, Texas, etc.), las cuales se incrementaron desde la década del 90. Un individuo con comportamientos violentos no necesariamente es un sicópata y muchas veces un sicópata no se comporta en forma agresiva, pero para Garrido (2008) “los sicópatas en buena medida no manifiestan su comportamiento de manera pública salvo que sean criminales, se les capture, y se les diagnostique como tales” (p.228). Las evidencias demuestran que la mayoría de los sicópatas están integrados en la sociedad, viven y trabajan con nosotros; el 1% de la población de Estados Unidos, aplicando el test de Hare sería sicópatas, es decir más de dos millones, lo que hace concluir que este problema es prácticamente una epidemia comportamental que está absorbiendo el mundo laboral, educativo, cotidiano de nuestro planeta, en el cual dichos comportamientos violentos deben tratarse como enfermedades clínicas y no como actualmente se hace confinándolos a estudios sociológicos, sicológicos o siquiátricos, muchas veces con tratamientos muy prolongados e ineficaces. Es preciso insistir al respecto que el sicópata es consciente de lo que hace, a diferencia de las enfermedades mentales como la esquizofrenia y la sicosis, donde los individuos no son conscientes de sus actos, sino que en muchos casos siguiendo a Laing, la locura es producto de un ambiente inhóspito y no como lo plantea la siquiatría tradicional ubicándola en muchos casos como desorden genético. Con respecto a lo anterior Robert Hare es muy pesimista al afirmar: “no puedo devolver la conciencia al que no la tiene, ni puedo conseguir que un individuo que no conoce la compasión sea compasivo, ni puedo conseguir que un cerebro que no conoce la empatía puede situarse en el lugar de los demás” (citado por Punset p. 235). Por otra parte, es un hecho que en la actualidad los niños, y los jóvenes no observan ni sienten como antes, debido al incremento de la exposición de la industria de las pantallas que ha confinado a que los niños desde muy pequeños estén durante tiempos muy prolongados (6 a 7 horas), frente a las pantallas del televisor, de los videojuegos, o de las computadoras. Lo anterior ha generado una nueva cultura en la cual según Guillermo Orozco “las pantallas las traemos en la mente”, es decir se encuentran encarnadas en nuestro cuerpo. La exposición a la violencia, especialmente en los niños tiene un fuerte efecto sobre la violencia imitativa, que puede activar las neuronas espejo sobre la interiorización de comportamientos agresivos que posteriormente se reflejará en las personas de su entorno cotidiano o en los objetos, especialmente en el uso agresivo que se hace de algunos juegos y juguetes. Es así como la continua exposición al uso de estos medios y un ambiente inhóspito de maltrato familiar se puede convertir en un detonante que inclusive puede generar daños neurofisiológicos, que serian el caldo nutritivo para que florezca la violencia escolar y luego la violencia social incluyendo comportamientos homicidas como los narrados por Marco Iacoboni (2008) en su libro “Neuronas Espejo” y que se refieren a los actos delictivos cometidos en Francia a una niña que fue torturada y asesinada con un cuchillo porque era bonita, utilizando la trama y el cuchillo de la película “Scream”, o los asesinatos que cometieron dos adolescentes de sus maestros con múltiples puñaladas y con robo incorporado imitando una video juego en el que el jugador mata a sus víctimas y las observa desangrar. Para Iacoboni (2009) “las neuronas espejo nos benefician sin ninguna duda, al habilitar sentimientos y acciones de empatía hacia los demás, pero también nos dotan de un potente mecanismo neuronal – biológico subyacente que nos lleva a imitar la violencia inducida” (p.206). En síntesis, siempre hemos creído que somos seres racionales y libertarios, sin embargo el estudio de las neuronas espejo han demostrado que se hace necesario comprender las raíces neurofisiológicas, para poder entender nuestra limitada autonomía moral, social e intelectual y de esta forma evitar los comportamientos violentos. Para Iacoboni (2009) “las neuronas espejo del cerebro produce influencias imitativas automáticas de las cuales por general no somos consientes y que limitan nuestra autonomía por medio de potentes influencias sociales” (p.204). Recordemos que según la física cuántica 400.000.000 millones de Bits se producen cada segundo en forma inconsciente y sólo dos millones en forma consciente. De esta forma, la existencia de un nivel inconsciente y automatizado en la toma de decisiones con respecto a los actos violentos nos haría repensar el “libre albedrio” y la necesidad de comprender más a fondo la complejidad humana. Leer más: http://www.sencillezyorden.com/news/la-violencia-y-las-neuronas-espejo-i-carlos-a-jimenez-velez/ El descubrimiento de las neuronas espejo[1] en la última década dedicada al estudio del cebero humano, pudieron evidenciar una estrecha relación de carácter neurofisiológica de estas células con la cognición, con el lenguaje, con la violencia, y especialmente con todos aquellos procesos ligados a la interacción humana y en especial a lo que se denomina intersubjetividad y empatía. Es así, como estas neuronas permiten entre muchas otras cosas reconocer los pensamientos, las emociones y las acciones del otro, es través de este mecanismo neuronal que yo conozco al otro y establezco un vínculo afectivo o social. Para Marco Iacoboni (2009), en su libro “las neuronas espejo” nos dice: “ que las neuronas espejo codifican los actos que realizan otras personas de una manera bastante compleja, multimodal y abstracta” (p.42). Con respecto a la cognición podemos afirmar que la percepción y la acción no se encuentran separadas y que estas surgen como producto de la interacción del sujeto con el contexto y no como tradicionalmente se había planteado con el mundo de las representaciones. Para Francisco Varela la inteligencia no es la capacidad para resolver problemas sino la capacidad de ingresar a un mundo compartido. Vale la pena argumentar que las neuronas espejo se activan ante movimientos idénticos, bien sea que se realicen o se observen. En este sentido, el hecho de imitar o de reproducir de por sí es un acto de cognición que se convierte en la puerta de entrada del aprendizaje humano, en la cual las neuronas espejo que se encuentran situadas en mayor cantidad en la zona de broca del hemisferio izquierdo permiten no sólo la reproducción gestual sino los mecanismo más complejos del lenguaje tanto orales como escritos que originaron el desarrollo potencial del cerebro humano y en especial del córtex frontal. A nivel del desarrollo humano en los primeros días de existencia humana, es donde más evolucionan las neuronas espejo, especialmente cuando el niño al verse reflejado en los ojos de su madre se ve así mismo. Este mecanismo sutil y cotidiano permite no sólo la creación sino el fortalecimiento en la cantidad de las neuronas espejo que necesita el ser humano para sobrevivir como un ser social y cultural. Todo el proceso anterior también se encuentra ligado al incremento de la mielinización y de la plasticidad del cerebro humano que es lo que permiten que en las primeras fases del desarrollo humano el niño reproduzca y interiorice el contexto social y cultural en que se desenvuelve. Un ejemplo para entender este proceso se evidencia en el origen de la sonrisa humana que se produce desde muy temprana edad y consiste simplemente en la repetición que hace el niño a su madre de la sonrisa, que luego la reproduce cuando este interactúa con otros sujetos aunque no sean de su familia. Los procesos anteriores producen una red de neuronas espejo que responderán frente a un acto motriz, una emoción o un pensamiento que se vuelve cognición ligada a la acción a través de las muecas, los gestos, la pantomima, los juegos que son los primeros mecanismos cognitivos que nos llevan a establecer vínculos comunicativos de alto nivel de empatía. Recordemos que para Francisco Varela (2002), en su libro “El fenómeno de la vida”, todos los fenómenos cognitivos son también emocionales y afectivos (p.49). La actividad principal del cerebro humano para Varela no consiste en la manipulación de símbolos, utilizando la lógica y las reglas, como lo hace un computador, sino que el cerebro humano como órgano social continuamente se modifica cuando interactúa con el otro o con el contexto. Es decir, el cerebro a diferencia de un computador no procesa informaciones sino significados. Para este neurólogo chileno la mente existe gracias al proceso de manipulación y de interacción activa que tiene el sujeto con el mundo. En palabras de Francisco Varela (2002) “el objeto surge como fruto de nuestra actividad, por lo tanto, tanto el objeto como la persona están comergiendo y cosurgiendo” (p.241) En síntesis, la cognición surge del proceso de manipulación del objeto, es así como el espacio surge como producto del movimiento, Las neuronas espejo inicialmente surgieron a nivel evolutivo en nuestros antepasados los chimpancés en los cuales solo existían procesos de imitación y de anticipación, pero de procesos motrices, algunas ligados al lenguaje onomatopéyico para indicar presencia o ausencia de un depredador. Posteriormente con la evolución de zona de broca[2]en el homo sapiens permitió la evolución de las neuronas espejo que no sólo se encuentran ligadas a los procesos de imitación sino a procesos altamente cognitivos como los ligados a la predicción y a la formulación de hipótesis de los seres humanos para poder leer la mente del otro y poder interactuar en forma empática. En la cognición tanto el pensamiento como la percepción se encuentran ligados a la percepción. Aquí es importante lo que Marco Iacoboni (2009), nos dice: “cuando percibimos el sonido de un maní que se abre, también activamos en el cerebro el plan motor necesario para abrir el maní nosotros mismos, como si el único modo en que pudiéramos en verdad reconocer ese sonido es simulando o imitando en nuestro propio cerebro la acción que produce el sonido” (p.42). De este modo, para la nueva Neurociencia no somos más que lo que pensamos y para que exista debe existir manipulación e interacción con el contexto. La mente desde esta perspectiva no se encuentra en la cabeza sino como magistralmente lo plantea Francisco Varela, se encuentra encarnada en todo el cuerpo. [1] Para Giacomo Rizzoleti la presencia de las neuronas espejo en el cerbero humano son la demostración de que somos seres sociales que aprendemos por imitación a partir de las representaciones neutrales que tiene el otro. [2] El área de broca se encuentra en el hemisferio izquierdo del cerebro humano y es fundamental para las acciones motrices y la comunicación lingüística. Leer más: http://www.sencillezyorden.com/news/la-cognicion-y-las-neuronas-espejo-ii-carlos-a-jimenez-velez-neurociencia-/
10:45
Nuestro Instinto Homicida | Carlos A. Jimenez Vélez [neurologia]
Episodio en Carlos A. Jimenez Velez
Cuando el ser humano amplió sus territorios cognitivos y afectivos, a través del lenguaje y de la socialización, interiorizo procesos de pensamiento de alto nivel ligados a la abstracción y pudo construir conceptos como la democracia, la libertad, la ética, la moral, pero muchos seres humano quedaron suspendidos a medio camino entre los dioses y las bestias como lo plantea la filosofía perenne. Producto de esta fragmentación el hombre, es el único que por conceptos abstractos ligados a la religión, el patriotismo, asesina al otro hasta con alevosía, por el contrario, en el reino animal se mata al otro por instinto depredador, sin sevicia como ocurre con muchos psicópatas o asesinos. Para la ciencia, muchos de nuestros comportamientos son genéticos, la ontogenia recapitula la filogenia y a través de todo el desarrollo humano se encuentra la historia evolutiva que demuestra que no somos más que la mezcla de todos los seres vivos existentes en la naturaleza. Desde las fases embrionarias se recapituló de alguna manera en forma sintética o abreviada todo el desarrollo de la vida, las hendiduras branquiales en el feto registran nuestro distante pasado como peces, la cola embrionaria representa junto con el cerebro reptílico, nuestras relaciones estrechas con dichas especies que lo único que hacen es comer, tener sexo y agredir al otro. Así mismo la evolución del sistema límbico originó el desarrollo las emociones que compartimos con todos los mamíferos. Posteriormente el desarrollo de la corteza cerebral permitió que nos alejemos de la animalidad humana. Sin embargo es necesario precisar que las huellas reptílicas y sus efectos permanentes todavía perduran en el ser humano, actuando en muchas oportunidades como mecanismos violentos. La civilización para Freud se construyó cobre la base de la represión de los instintos, pero muchos seres humanos en vez de utilizar el enojo o el enfado o inclusive el tratar a otra persona con palabras soeces, utiliza el mecanismo de la muerte para hacer desaparecer el otro. Nacemos como reptiles luego como mamíferos, pero es la Educación lo que más hace humanos. Las investigaciones de David Buss sobre los instintos de los asesinos, demuestra que los seres humanos de una u otra forma han tenido la idea o la fantasía de matar a otro. Para este neurólogo el asesinato es una estrategia que utiliza el hombre para resolver problemas de adaptación o de supervivencia. En este sentido es el entorno o contexto el que estimula la respuesta homicida, es decir, no solamente es un instinto o un impulso como siempre hemos creído. En una encuesta realizada por este investigador a una población de 5000 estudiantes en Estados Unidos 91% hombres y 84% de las mujeres reconocieron haber tenido fantasías o intensiones de matar otro, lo cual evidencia en el ser humano que todavía nos encontramos atrapados en la animalidad reptílica a pesar de todos los procesos educativos que tiene nuestra civilización y la aparente postmodernidad que se argumenta por muchos teóricos. Los procesos educativos y la institucionalización de la justica es la que ha permitido la reducción de los homicidios, en épocas anteriores se producían más por la ausencia o la inoperatividad de la justica, más aún en las épocas primigenias, cuando los primates bajaron de los árboles liberando sus manos para utilizar palos o instrumentos para poder sobrevivir como especia altamente depredadora y que necesitaba de estos instintos primarios para sobrevivir en las estepas africanas en medio de muchos peligros y de animales que solo existía en medio de la muerte. En USA el 65% de los homicidios los cometen los hombres y solo el 22% las mujeres que en la mayoría de los casos lo hacen por despecho, infidelidad o abandono, para Buss cuando un hombre mata a su esposa, lo hace para privar su rival de esos valiosos recursos reproductivos que poseía y controlaba. Lo anterior es similar al comportamiento depredador de los leones, cuando uno de ellos mata al rival para quedarse con su territorio y con las leonas de su adversario, inclusive mata a sus críos para evitar que la leona los amamante y los olvide y se pueda convertir en su pareja reproductiva. Lo paradójico de todo lo descrito anteriormente es que el ser humano en su proceso de desarrollo humano tiene mecanismos neurofisiológicos y sicológicos para agredir al otro y también para asesinarlo pero también tiene mecanismos de adaptación biológica desde el córtex frontal para afectarlo, amarlo, cooperar con él y convivir en paz y armonía. El fortalecimiento y la activación de uno de estos mecanismos depende básicamente del entorno social – cultural y educativo en que se desenvuelve el ser humano, un ambiente inhóspito desorganizado a nivel político y social es el caldo nutritivo más grande que exista para que se produzca el delito y las diferentes formas de violencia que van en contra de la normatividad social. Para David Buss no es que tengamos un impulso agresivo al que haya que dar rienda suelta, más bien es el entorno el que activa respuestas homicidas que afloran en determinadas circunstancias (2008:http://www.smartplanet.com). Hoy en día los psicólogos y los científicos siguen debatiendo si nuestro comportamiento animal es genético o producto del entorno. La audaz pretensión de que los seres determinan físicamente la cultura ha perdido ya toda vigencia y hoy se reconoce el papel de la educación en la vida humana para sopesar y controlar todos aquellos comportamientos animales. CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V. Magister Comunicación y Educación PHD Profesor Titular Universidad Libre Seccional Pereira
05:02
El Cerebro del Violento | Carlos A. Jimenez Vélez [neuropedagogía]
Episodio en Carlos A. Jimenez Velez
17.08.2013 14:14 Para la neurociencia se hace necesario comprender la cartografía del funcionamiento cerebral para poder dilucidar lo que realmente sucede en un cerebro, cuando es dominado por la ira o el intenso dolor y es capaz de cometer todo tipo de actos violentos. De esta forma se podrá proponer visiones más apropiadas que aquellos enfoques, de algunas corrientes tradicionales de las ciencias del derecho que plantean que es necesario el castigo y la rehabilitación, debido a que el conocimiento de estos actos delictivos, que son insoportables para el ego puede de cierta forma cumplir una función de represión que permite el redireccionamiento de las conductas humanas para no volver a delinquir. Al respecto, recordemos que uno de cada tres homicidas argumentan no recordar nada acerca del momento en que cometió el ilícito. Lo anterior podría abrir nuevas brechas de comprensión sobre la necesidad de comprender que el cerebro de un violento o de un asesino, puede funcionar diferente al cerebro de un sujeto normal. Es así como, los escaneos de estos cerebros han evidenciado falta de actividad significativa a nivel funcional con respecto a la de un cerebro normal, o en muchas causas un desnivel en la tasa de neurotransmisores como la serotonina. Desde estas perspectivas, un lóbulo frontal disminuido de tamaño con un funcionamiento alterado a nivel de la regulación de neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la noradrenalina pueden desencadenar en un proceso de hipertrofia o del mal funcionamiento del mismo, ocasionando problemas como la hiperactividad, el autismo, la esquizofrenia y otra sería de patologías relacionadas con el bloqueo de señales que deben existir entre el córtex frontal y la amígdala para poder racionalizar comportamientos vinculados con la ira, el dolor, el odio, el estrés, que pueden desencadenar comportamientos delictivos. Recordemos que el córtex cerebral equivale entre el 30-40% de la corteza cerebral. También es preciso anotar que si no existe un flujo sanguíneo adecuado, también se puede producir un desequilibrio de orden sináptico entre las conexiones que tiene este órgano con el cerebelo, el mesencéfalo, los ganglios basales, el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala, produciendo de esta forma una inadecuada producción de neurotransmisores y de señales que van a bloquear las señales, que van desde la amígdala hacia la zona de la racionalidad y de la conciencia como es el córtex cerebral. De esta forma neurofisiológica una emoción como la ira se desencadena de una forma que fácilmente se convierte en un delito, sin que medie un pensamiento, sino la animalidad humana. Para Aristóteles “el hombre es un animal racional”. Estudios científicos hechos por Martin H.Teacher (1997) han evidenciado que el daño al hipocampo, producto de un exceso de hormonas del estrés (cortizol), no solo incide en la memoria declarativa y episódica sino que esta zona al verse reducida al 16% en adultos que habían sido reportados con maltrato infantil, incide en la cantidad de receptores de cortizol debido a que esta zona cerebral es la de mayor cantidad de receptores de esta neurohormona. Recordemos al respecto también que el hipocampo es una de las pocas regiones junto con el cerebelo donde siguen apareciendo nuevas neuronas después del nacimiento. En consecuencia las reducciones del hipocampo y la amígdala (9.8%), inciden profundamente en conductas delictivas que pueden desencadenar en la formación biológica de un cerebro de un asesino, o en la formación de secuelas irreversibles que acompañan la animalidad humana; especialmente en procesos relacionados con la agresividad, la impulsividad, la delincuencia, la hiperactividad o el abuso de drogas psicoactivas. Al respecto la irritabilidad límbica de estos sujetos se puede explicar siguiendo a este investigador en que el estrés temprano, reconfigura la organización y el funcionamiento biológico del hipocampo, y de la amígdala, originando de esta forma la alteración proteica de los receptores GABA (acido gammamirobutirico), los cuales inhiben la excitación eléctrica de las neuronas produciendo una actividad eléctrica excesiva que fácilmente puede desembocar en conductas homicidas. Estudios científicos hechos en México a cerebros de homicidas (38 hombres 2 mujeres), han demostrado a través de escáner, que estos presentan actividades reducidas a nivel del funcionamiento del córtex frontal y esto compromete a los sujetos en mención a controlar adecuadamente sus impulsos, es decir, un cerebro que posee una actividad cortical débil de esta zona, es mucho más propicio a la ira, a la lucha, que a la posibilidad de apaciguamiento o de la huída, que son básicamente las estrategias básicas de supervivencia que utiliza el cerebro humano, cuando se encuentra frente a un estímulo que implica amenaza, el cual a través de los sentidos desemboca en el tálamo cerebral para poder coger el atajo más corto que existe, hacía la amígdala y poder responder en forma automatizada y rápida, sin que medie un pensamiento racional. Estos son algunos de los motivos por los cuales se hace necesario abordar el estudio de algunas zonas cerebrales, para poder comprender mejor la complejidad humana y en especial aquellos comportamientos relacionados con la delincuencia. Posteriormente ¼ de segundo después el estimulo llega al córtex frontal que se encarga de procesarlo para poder actuar mediante un proceso de planeamiento de carácter racional y lógico que nos diferencia del resto de los animales. También es necesario precisar al respecto que la existencia de patologías en el córtex frontal también pueden desencadenar en problemáticas como el síndrome de déficit de atención con o sin hiperactividad, el cual según estadísticas americanas demuestran que la mitad de los presos, los que abusan del alcohol y de las drogas, pueden tener dichas anomalías, debido a que el córtex frontal no podrá orquestar la totalidad del cerebro en el equilibrio y la armonía que necesitan. De igual forma un estudio de cerebros a un grupo de psicópatas arrojó resultados similares. Al encontrarse reducciones hasta del 11% en el córtex. Para Eduardo Punset (2008), “parece ser, por tanto, que sus instintos más primitivos tenían más poder a la hora de decidir su conducta final en distintas situaciones” (p.246). Las amígdalas y los comportamientos violentos Las respuestas emocionales se producen en el ser humano en su mayor parte en forma inconsciente. Es así como cuatrocientos mil millones de bits/seg, que se producen a nivel cerebral corresponden al inconsciente, solo 2 millones de bits/seg son de carácter consciente. Lo anterior demuestra claramente que vivimos atrapados y sumergidos en el mundo del inconsciente y en especial en el mundo de las emociones. En este sentido muchas expresiones emocionales, como la furia, la ira y el miedo se apoderan de muchos sujetos, convirtiendo nuestro entorno o contexto en un sitio muy sombrío, el cual es propicio para la delincuencia y acciones que van en contravía de la normatividad social. Al respecto es necesario precisar que desde la Neurociencia en muchos de estos delitos el sujeto implicado puede tener poco o ningún control. Es posible que conductas penales como el homicidio o las acciones que comete un psicópata pueden ser causadas por la deficiencia o daños cerebrales, como es el caso del mal funcionamiento de la amígdala en los psicópatas, en el cual al hacer escaneos cerebrales se ha demostrado que en una persona normal, se activa y se ilumina el hemisferio derecho, mientras que en estos sujetos en situaciones emocionales se iluminan los 2 hemisferios cerebrales, provocando de esta forma un bloqueo o una carencia de miedo y remordimiento, y una necesidad psicológica de recibir castigo, lo que los hace fríos emocionalmente y especialmente ludopáticos en el sentido de direccionar su vida al riesgo y lógicamente a la delincuencia. En síntesis, podríamos concluir que la amígdala en los psicópatas es hipo-activa, lo que hace que no cumpla adecuadamente el sistema de alarma para la cual fue hecha, es decir, es un productor central de mecanismos que desencadenan las estrategias básicas de sobrevivencia, para ayudarnos cuando por uno u otro motivo nos sentimos amenazados. De esta forma, el psicópata no huye, ni se apacigua fácilmente, sino que lucha y ataca en muchos casos asumiendo altos riesgos, pero lo paradójico es que lo hacen con un grado de creatividad e inteligencia alta que hacen que estos delincuentes puedan estar muchos años delinquiendo sin estar procesados, debido a su frialdad y a los mecanismos de engaño que utilizan, que hacen que muchos de ellos se solapen en actividades cotidianas como los puestos gerenciales por solo ubicar un ejemplo. Al respecto un estudio de la Oxford psicologists (1996), demostró que cada uno de seis gerentes tenía trastornos de personalidad relacionados con las problemáticas analizadas. El córtex frontal y las conductas sociales Para comprender el funcionamiento de la corteza frontal y su relación con las conductas violentas, se hace indispensable traer a mención el caso de Phineas Gage (1848), un obrero capataz ferroviario, el cual dirigía un equipo de demolición, y en el momento de hacer explotar una ladera de una montaña en Estados Unidos, para instalar unas vías ferroviarias, tuvo un accidente fatal que le provocó una lesión irreversible en el córtex frontal; una barra de hierro de casi un metro de longitud, perforó su cabeza por debajo del pómulo del ojo izquierdo y salió por la parte superior del córtex frontal. Al respecto testigos del hecho afirmaron que simplemente cayó al piso y experimento algunas convulsiones, pero en muy poco tiempo se encontraba alerta y en uso de sus facultades racionales. Lo sorprendente de este hecho es que los médicos pudieron constatar que no perdió sus habilidades motoras, ni tampoco se afectó su lenguaje, tenía plena memoria y recobró sus procesos cognitivos de una forma plena. No obstante es necesario precisar que a pesar de no haber cambiado los aspectos anteriores, su personalidad y su vida psíquica, si originó grandes cambios. Para el Dr. John Harlow “Este paciente ha perdido el equilibrio entre su facultad intelectual y sus propensiones animales” (citado por Dispenza, 2007 p.342). Este obrero antes del accidente tenía muchas habilidades físicas y irables rasgos de personalidad, era inteligente, sensato, ético, cumplidor del deber y respetuoso con sus compañeras. Sin embargo, posterior al accidente dicho obrero se volvió irresponsable, impulsivo, agresivo y altamente irrespetuoso con sus compañeras de trabajo. Hay que decir que 161 años después, algunos neurólogos actuales han podido aislar las regiones cerebrales del córtex frontal que originó el cambio de la personalidad de Phineas Gage inclusive se ha reconstruido la lesión de Gage a través de la tecnología de neuroimagenes, demostrando que se había dañado la parte interna de ambas cortezas frontales. Actualmente estos estudios han evidenciado que el daño en esta zona origina problemas relacionados con la impulsividad, la agresión, el estrés, con la frustración y con la desesperanza que son el detonante para que fácilmente existan conductas delictivas o violentas. Para la neurociencia de la última década la región del córtex frontal, básicamente se encuentra diseñado para ser el refugio de la cognición, del pensamiento de alto nivel, para los procesos de planeación a largo plazo, es decir es una zona de control ejecutivo de la mayoría de los procesos cerebrales más desarrollados a nivel evolutivo, también se encarga de regular la agresión y los impulsos violentos cuando las señales neurocerebrales que van desde el tálamo a la amígdala, se desvía al córtex frontal para generar procesos relacionados con la racionalidad, la lógica, la ética, la moral y la conciencia humana. Recordemos que para Rodolfo Llinás la conciencia es producto del diálogo y que existe entre el tálamo y el córtex frontal, mediado por los sentidos. Por otra parte para Joe Dispenza, “el lóbulo frontal es responsable de las elecciones y acciones conscientes, voluntarias, intencionales y deliberadas que llevamos a cabo innumerables veces todos los días. El lóbulo frontal es como un director frente a una inmensa orquesta. Tiene conexiones directas con todos las otras partes del cerebro, por lo tanto controla como opera el resto del cerebro” (citado por Dispenza, 2007:349). Otras de las funciones que competen al lóbulo frontal y es de mucha importancia, es que logran inhibir la conducta ocasional a través de un proceso que la ciencia lo denominan control del impulso, el cual impide que nuestras acciones sean llevadas a cabo, lo mismo que nuestros pensamientos sin pensar en las consecuencias. Esta es la razón por la cual los adolescentes delictivos y no delictivos sean demasiado impulsivos, debido a que el lóbulo frontal se madura neurológicamente a los 25 años de edad. En la adolescencia no solo los sujetos son inundados por una cascada de hormonas, sino que también los adolescentes carecen de los tipos de control del impulso que tienen los adultos. Lo anterior también incide en los procesos cognitivos complejos. En palabras de Punset (2008) “Actualmente un 15% de adolescentes desarrolla conductas violentas. Las razones son múltiples y complejos, pero la ciencia ya puede demostrar que las lesiones cerebrales producidas a la infancia están en base de buena parte de ellos” CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V. Magister Comunicación y Educación PHD Profesor Titular Universidad Libre Seccional Pereira Leer más: http://www.sencillezyorden.com/news/cerebros-violentos-carlos-a-jimenez-velez-neuropedagogia-/
11:10
nota de prensa: Cerebros Asesinos | Carlos Alberto Jimenez Vélez [neurología]
Episodio en Carlos A. Jimenez Velez
En la última década del estudio del cerebro, las brechas y las distancias entre los fenómenos neurológicos y todos aquellos relacionados con la subjetividad humana, se han venido acortando debido al surgimiento de nuevas ciencias y nuevas disciplinas, como la neuropedagogía, neuropsicoanalisis, y en especial todos los adelantos y descubrimientos de la neurociencia en especial con el surgimiento de nuevas tecnologías de neuroimagen, que nos permiten visualizar en tiempo real actividades humanas que involucran procesos mentales. De esta forma se ha podido analizar diferentes cerebros de asesinos y de psicópatas, en los cuales se han encontrado evidencias (no en todos los casos de problemas de orden funcional o patológico de las estructuras cerebrales), en especial del mal funcionamiento del córtex frontal , el cual es encargado del proceso de ejecución, control y direccionamiento del sistema límbico y en especial de la amígdala cerebral, en el cual se evidencia la existencia universal de emociones básicas o evolutivas que desencadenan procesos observables y medibles en las actividades cerebrales e incluso en las expresiones faciales. Lo anterior tiene relevancia y pertinencia en el estudio de la violencia humana, en el cual el funcionamiento anormal, de los procesos emocionales (ira, dolor, angustia, odio), pueden desencadenar en procesos delictivos. Es de aclarar al respecto que por ninguna circunstancia estamos desconociendo, la incidencia de los procesos sociales y culturales como los ambientes represivos, autoritarios, dogmáticos o el abandono social de las necesidades primarias que en muchos casos predisponen a la violencia. No obstante, como ya se había precisado, el interés de este libro surge de la necesidad de introducirnos al mundo objetivo de las ciencias, para poder abrir brechas de nuevas posibilidades de interpretación de estos procesos sociales y de su incidencia en el comportamiento violento. Es así como los estudios utilizando tomografía de emisión de positrones , han evidenciado altos niveles de activación neuronal en el córtex frontal, especialmente en el área ventromedial, lo que nos induce plantear que van a existir bloqueos o fallas en la traducción de señales y de neurotransmisores, que van a afectar el sistema límbico y en especial a la amígdala cerebral, originando de esta forma una inhibición en el proceso de apaciguamiento originado por la producción adecuada de serotonina. Lo anterior desemboca en un sistema que aumenta la fase de sobrevivencia o de dependencia humana, caracterizada por la producción alta de la adrenalina, y de cortizol que origina la conducta de ataque, la cual es muy característica del ser humano, cuando se ve inundado por la irracionalidad y la animalidad en la cual no existe la posibilidad del freno de estas emociones, ya que se bloquean totalmente los impulsos neuronales del tálamo al córtex frontal, produciendo ausencia de pensamiento, de racionalidad, y de moralidad. Para Punset (2008): “el profesor Raine nos explicaba que si se maltrata a un bebé repetidamente, se dañan o se le laceran las fibras nerviosas blancas que unen la parte prefrontal del cerebro con las estructuras cerebrales más profundas”( p.246) En el caso concreto de un psicópata, las señales externas con relación a su víctima se procesan igualmente en el tálamo y pasan directamente de la amígdala sin llegar al córtex frontal, produciendo de esta forma que el sistema de alarma (amígdala), inhiba el sistema de miedo y de pánico potenciando de esta forma el ataque y la agresión de una forma muy fuerte que en muchos casos es desorganizada y cruel. En consecuencia no existe el bloqueo de señal, sino que en este caso el psicópata utiliza el córtex frontal de una forma hiperactiva y dañina. Es así como, en algunos casos han originado daños funcionales en las áreas 41 y 42 de Brodmnan a nivel de la escala filogenética del cerebro en el cual el psicópata es incapaz de darle sentido y significado a sus propias acciones y este es uno de los motivos por lo que busca reconocimiento inclusive de sus delitos demostrando de esta forma otra serie de circunstancias que los afectan como la deprivación afectiva a la cual fueron sometidos en su infancia, son seres o el bajo nivel de conciencia (Córtex frontal). También por lo regular son promiscuos y muy amigos de involucrarse en problemas, no se preocupan por sus errores. Todo lo anterior induce a plantear que los psicópatas fuera de tener deficiencias de comunicación entre los lóbulos frontales y la amígdala, la cual también es pequeña (por eso no siente miedo o temor), también existen otra serie de circunstancias educativas, sociales, que inducen sus comportamientos delictivos. Al respecto Desclée de Brower nos dice que: “dos tercios de la población puede comportarse de un modo cruel y maligno por el simple hecho de que una autoridad se lo ordene. Sabemos que el 1% de la población es psicópata” (citado por Punset. 2008. P152) Regulación de las emociones El desarrollo de la corteza frontal y en especial del córtex frontal que es más del 40% del total de la corteza cerebral ha sido posible gracias al desarrollo evolutivo de los procesos culturales y sociales que han permitido ampliar y modificar las estructuras funcionales de esta zona privilegiada del cerebro humano, refugio de la racionalidad y de la conciencia para algunos neurólogos. Sin embargo es de aclarar, que de ella también depende el intercambio de información que deben tener los dos hemisferios cerebrales a través del cuerpo calloso, especialmente para nuestro caso es la regulación y control de las emociones. De modo que un proceso de malformación, genético o de desequilibrio provocado a nivel educativo, social, familiar, por una mala educación moral y ética puede ser causante de muchos de los actos violentos del ser humano. Por consiguiente una falla en la interacción social provocada por un rechazo que muchas veces se origina desde el vientre materno, modificará el desarrollo normal de la corteza pre-frontal, como es el caso de un mal útero generado por una madre drogadicta, estresada que provocará que el niño intrauterino en su afán de protección active la alarma de la amígdala y se inunde de emociones y de neurotransmisores. Por ende se aumenta el cerebro límbico y origina la disminución de la curvatura craneal, especialmente la de córtex frontal. Esta situación desde el determinismo biológico implicará muchos problemas de carácter emocional y delictivo, muy difíciles de solucionar, por no decir imposible. Otro tipo de rechazos e incomprensiones las vive el infante en su relación empática con su madre, una deficiencia o ausencia de interacción materna o paterna incide profundamente en el reconocimiento de las emociones propias del sujeto y de esta forma no podrá hacer lectura de las emociones del otro. De ahí que se origina una predisposición a la búsqueda impulsiva y compulsiva, a suplir estas ausencias psíquicas de alguna forma como lo hace el psicópata, cuando a través de sus actos delictivos llenos de alevosía obtienen felicidad y excitación sexual a partir de las emociones que reflejan en sus rostros los victimarios. Por estas razones tanto la corteza órbito-frontal como la corteza ventromedial se hacen indispensables estudiarlas y comprenderlas desde la Neurociencia y las Ciencias de la Educación para poder comprender que un mal funcionamiento de la corteza - frontal altera todo el mecanismo de inhibición de la agresión y del apaciguamiento, propiciando conductas seriales muy diferentes al mal funcionamiento de la corteza ventromedial que inhiben la emoción y el miedo especialmente en los psicópatas que tiene amígdalas pequeñas. Lo anterior demuestra que muchos comportamientos violentos provocan que el sistema de alarma emocional de la amígdala relacionada con la ira y el odio se encuentre vinculado con el sistema de búsqueda que provoca la ausencia de emociones. En estos procesos la corteza frontal genera una serie de procesos bioquímicos en los cuales se inhibe en el hemisferio izquierdo el sistema de miedo y de pánico, en el cual actúa la amígdala y el hipotálamo produciendo una serie de neurotransmisores que sirven para equilibrar o desequilibrar la conducta humana, en síntesis, producción de serotonina para producir calma marina. Al igual que adrenalina y noradrenalina, para producir huida o ataque en términos de sobrevivencia o de conducta violenta. Es necesario resaltar que el neurocientífico Martin Teicher y otros grupos de investigadores (1999), encontraron en 15 niños y adolescentes con enfermedades psiquiátricas e historial de violencia sexual, que su hemisferio izquierdo (córtex izquierdo), se encontraba menos desarrollado que el derecho. Vale la pena resaltar que el hemisferio izquierdo entre muchas otras cosas se encarga del lenguaje y el hemisferio derecho se encarga de las emociones y en especial de aquellas negativas relacionadas con la violencia y la delincuencia. Ahora bien los sujetos maltratos activan el hemisferio izquierdo cuando los recuerdos son neutros y el derecho se activa cuando son recuerdos dolorosos de la niñez. En un sujeto normal mediante sistemas de neuroimagenes se evidencia que se activa los 2 hemisferios para ambos tipos de recuerdos. Como dato adicional a esta investigación también se pudo detectar que el cuerpo calloso que une ambos hemisferios es menor en niños y adultos que han sido maltratados. Los anteriores problemas originan una mala secreción de dopamina (Hemisferio Izquierdo), y de noradrenalina (Hemisferio Derecho), produciendo de esta forma síntomas de depresión, psicosis, esquizofrenia, hiperactividad y disminución de la atención que son en muchos casos, los elementos básicos para que se produzcan actos de la delincuencia o enfermedades de carácter Psíquico – Patológico. CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ VÉLEZ Mg. Comunicación y Educación Leer más: http://www.sencillezyorden.com/news/cerebros-asesinos-carlos-alberto-jimenez-velez-neurologia-/
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