
Descripción de La piedra y el rey 5y6i4f
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Había un rey que gobernaba un país en el que los habitantes se habían hecho grandos y perezosos.
Insatisfecho ante dicha situación, el monarca quiso darles una lección, que haría de alguna manera inspirarles para que recuperaran su afán de superación y salieran de ese estado de apatía en el que se encontraban.
Para ello, tenía que hacer algo que les llevara a reaccionar y a despertar de esa especie de letargo en el que vivían.
Aprovechando que había un concurso de tiro con arco fuera de la ciudad y que todos los habitantes se habían ido a competir o a acompañar a los participantes, el rey ordenó a su guardia que colocara una enorme piedra en el camino que llevaba a la ciudad.
La piedra era tan grande que bloqueaba por completo el camino impidiendo que los habitantes pudieran volver a sus casas, ya que el camino discurría entre dos acantilados.
El rey se escondió en un lugar estratégico para observar las reacciones de sus súbitos cuando se encontraran con aquella enorme piedra.
Lo lógico, pensó el rey, era que buscaran entre todos alguna forma de retirarla del camino.
Sin embargo, no fue así.
Uno tras otro, al verla, se retiró apesadumbrado.
Es cierto que unos pocos intentaron empujarla, pero al ver que no podía moverla, se fueron abatidos.
Hubo algunos que incluso empezaron a maldecir al rey y al gobierno por no resolver semejante problema.
Habían pasado varios días cuando un caminante que iba a la ciudad encontró con aquella piedra y viendo que no la podía mover con su propia fuerza, por más que lo hubo intentado, se puso a reflexionar.
De repente, algo se le ocurrió y se puso en marcha hacia un bosque que había visto al pasar.
Allí encontró lo que buscaba y con su espada cortó una rama recta y gruesa.
De vuelta al lugar donde estaba la roca y utilizando la rama como palanca a base de tiempo y esfuerzo, consiguió desplazarla y hacerla rodar por uno de los acantilados.
Cuando bajó la piedra, aquel caminante encontró una bolsa con monedas de oro y una carta del rey.
El mensaje de su majestad era escueto.
Todo obstáculo en el camino nos invita a persistir para descubrir una oportunidad allí donde parece que solo hay un problema.
Tenemos dos tipos de mentalidades, una mentalidad rígida y otra abierta.
Las personas con mentalidad rígida no creen en su capacidad para hacer frente a los obstáculos.
Si no ven una solución inmediata, se enfurecen y empiezan a culpar a otros o sencillamente abandonan.
Y otras personas que incluso con menos talento resuelven mucho mejor los desafíos, porque al igual que el caminante de nuestra fórmula, nunca abandonan.
Maravilloso cuento de libro, tus tres superpoderes del doctor Mario Alonso Puch.
¿Eres de mentalidad rígida o abierta? Cuéntamelo, sé inquebrantable, invencible.
¡Cree siempre en ti! ¡Pásatelo, pirata! Nos vemos en los bares. ¡Ciao, familia!
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