La perturbadora historia de la medicina 3k6ro

Está bien, hagámoslo ahora, aquí.

¡Venga! De acuerdo.

Como la última vez, ¿vale? Tú coges los clientes y yo los empleados.

Te quiero, Punky.

Te quiero, Honey Bunny.

¡Todo el mundo quieto! ¡Esto es un atraco! ¡Y como algún jodido capullo se mueva! Justo en este momento, y aquí, comienza Diálogos Tarantinos.

Con Marc Contreras y Antonio Jesús López Alarcón.

Expiro hierro y óxido.

El aire huele a sierra mojada.

La luz me disecciona la cara y deja sombras en mis huesos.

Escucho el tintenear de mis turís como campanas de funeral.

Un coro metálico dispuesto a abrir mi memoria a martillazos.

Y no siento más que el cuero frío pegado a mi espalda desnuda.

Dicen que dormirá el dolor, pero tiemblo porque conozco la historia.

Vi cráneos trepanados que aún guardan el eco de los tambores.

Hombres sangrados hasta el alba buscando humores que nunca volvieron.

Oyendo chillar a las sanguijuelas imagino mi propia piel convertida en mapa de ríos rojos que se desbordan y se pierden.

Si me inyectan mercurio, arderá mi garganta como un astro moribundo.

Y si el martillo lobotomiza mis recuerdos, ¿quién va a velar mi voz? Entre el clic del serrucho y el murmullo de las batas, la fe se me escurre por las costuras de la camilla.

Sólo me queda nombrar al miedo, invocarlo como un reto.

Que la ciencia despierte antes de que el sueño me corte.

Y a los buenos días, tardes, noches, o cuando demonios, diablos, diantres, quiera que estés escuchando esto, querido oyente, y sé, bienvenida, bienvenido y bienvenide a Diálogos Tarantinos.

¡Ay, qué comienzo más perturbador! Y es que hoy tenemos un programa muy, muy, muy gore.

¿Conocéis eso que dice, doctor, esto va a doler? Y responde el doctor, sí, bueno, sólo si lo hago bien, ¿no? Pues hoy venimos a hacerlo bien.

Pero tranquilos, que el pinchazo será más mental que físico.

Imaginaos que abrimos la historia de la medicina como si fuera una ficha química.

Vamos a revisar sus puntos fuertes y sus meteduras de patas.

No vamos a traer bisturí de juguete.

Cada dato está sacado de archivos, sacado de autopsias y sacado de estudios reales.

No, vamos a ver, somos tarantinos, no va a haber sustos gratuitos, ni sangre por doquier así gratuitamente, sin motivo.

Primero, los hechos.

Luego ya después el espectáculo.

Pero todo contrastado, para que nadie diga que exageramos.

Así que poned el móvil en silencio, abrid bien los oídos, que en nada todo esto va a oler a éter.

Ese anestésico que se usaba antes del gas moderno.

Y bueno, la puerta del quiráfano quedará cerrada.

¿Qué pasa, Mar? ¿Lista para la operación? Sí, sí, sí, encantada, como siempre.

Siempre digo, encantada de estar aquí contigo y estoy lista.

No, estoy listísima.

Y aquí estoy, con la bata puesta, esperando tú, no como cualquier paciente que está muy nerviosa.

Y sí, cerramos bien la puerta porque la luz del quiráfano no deja sombra donde podamos escondernos.

Claro, nuestro trato con todos los que nos escuchan es sencillo, ya lo sabemos.

Y es más, cada historia vendrá con su fuente.

Igual que un parte médico que trae la analítica.

No vamos a hablar de rumores, ni rumorología, ni nada de esas cosas.

Que nadie se nos relaje, porque el pasado nos enseña que el miedo a la verdad deja cicatrices.

Mucho más profundas que cualquier bisturí.

Si desmontamos un mito, lo vamos a hacer con calma, como quien limpia y esteriliza el instrumental después de una guardia que se hace larga, larga, larguísima.

Y si contamos, evidentemente, un descubrimiento...