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Muy buenas a todos, muy buenas a todas, y bienvenidos al Arcadia.

¿Qué tal amigos? Hoy os traigo un tema de los más curiosos y fascinantes de este nuestro mundillo del misterio. Pero, en cambio, de los que más atentos hay que estar a la hora de investigar y recopilar, pues son numerosos los montajes, los engaños, y me atrevo a decir, las trampas que trufan todo lo relacionado con los Opars, o por su nombre en nuestra lengua, objetos fuera de su tiempo. Y es que este término, del cual está generalmente aceptado, que fue inventado por Iván Sanderson en los 60, ha sido utilizado por muchos de nosotros y, como nosotros, debo incluir todo aquel que crea que existió otra humanidad u otras humanidades antes de la nuestra.

Que la Tierra no tiene la edad que está científicamente aceptada, opción elegida por aquellos que dan más importancia a lo explicado en la Biblia, los que creen en la intervención extraterrestre, en el origen de nuestra especie tal y como la conocemos. Sea como fuere, este es uno de los clásicos del misterio y opino que toca disfrutarlo como merece. Y pese a que no siempre lo que vamos a explicar tiene un final que quisiéramos oír, y os aseguro que voy a exponer teorías de todo tipo, las que nos conviene oír y las que no, os recomiendo poneros cómodos y que iniciemos este viaje juntos.

Y para empezar, creo que no puedo hablar de otro Opar que no sea el Mecanismo de Antiquitera. Conocido así por su lugar de aparición, la Isla de Antiquitera, su otro nombre, mucho menos atractivo, es Item 15087 del Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Como otro de los muchos grandes hitos arqueológicos, su descubrimiento fue gracias a la pura casualidad, ya que en 1900, un grupo de cazadores de esponjas marinas tuvieron que refugiarse en esa isla por la previsión de una tormenta. Al lanzarse al mar a ver qué podían encontrar, descubrieron un impresionante naufragio de un avió romano que había naufragado, valga la redundancia, en el lugar.

De entre todas las maravillas que encontraron, entre ellas innumerables ánforas, estatuas de bronce y mármol, de por sí ya irable, lo que acabó llevándose todas las atenciones fue un extraño mecanismo de cobre, con una corrosión importante, evidentemente debido al tiempo que llevaba bajo el mar, y donde se podían observar inscripciones. Una vez fue identificado este artilugio como de origen griego, empezó una investigación de años, donde el primer paso era ordenar las 82 piezas que se localizaron.

El mecanismo se llegó a analizar con rayos X, y una vez armado con las piezas que iban teniendo e iban apareciendo, puesto que algunas pequeñas piezas han sido encontradas con mucha posterioridad a este estudio, se pudo determinar que el mecanismo era, o al menos parecía, una calculadora mecánica accionada anualmente mediante una manivela que ayudaba a prever la posición del Sol, la Luna, los cinco planetas conocidos en ese entonces, e incluso a prever los eclipses.

En apariencia general, el mecanismo constaba de dos caras de bronce más anchas y los laterales de madera, lugar donde se ubicaba la manivela que lo accionaba. En la cara anterior había dibujados dos círculos, siendo el exterior una representación de los 365 días del año, y con el interior señalando los signos del zodiaco griegos, según parece, con una representación geocéntrica del sistema solar. En el disco posterior se hallaban al menos cuatro discos con los que calcular órbitas y eclipses.