Nuestra huella de Carbono y las nuevas tecnologías 3l2c40

Las opiniones vertidas en el siguiente programa son responsabilidad exclusiva y total de quien las manifiesta.

Gracias por escuchar SaberSinFin.com Radio.

Bienvenidos, esto es Ecléctica.

El libre vuelo de las ideas, las ideas que han construido nuestro mundo.

La exploración humana del conocimiento.

Música, arte, literatura, ciencia e historia convocados con el poder de la palabra.

Comenzamos.

Ahora sí estamos saludándonos Alejandro.

¿Cómo estás? Bien, fíjate que estoy pensando en ir al...

Es la primera vez en la vida que estoy entrecomillando ir al próximo concierto, mano.

Porque van a tocar el Stabat Mater de Pergolesi, que es muy hermoso.

Y la ascensión de Oliver Messiaen.

Pero, híjoles, la gente es bien difícil.

O sea, hacen ruido.

El concierto pasado en el tercer movimiento de la novena sinfonía.

Mis vecinos ahí platicando.

Oye, ¿y tu hijo qué? O sea, horrible, una cosa horrible.

Y de veras, teniendo el respeto que verdaderamente le profeso a todos los Stabat Mater siendo música religiosa.

Hijo, mano, no sé si aguante yo el coraje de esa gente.

Fíjate que mi perro escucha la música con más respeto que esa gente.

O sea, es inteligencia de microbio, mano.

No sé, no lo entiendo.

Yo creo que tú me entiendes, ¿no? Sí, mira, pues es una de, entre otras razones de tiempo y todo.

Es una de las razones por las que no me gusta ir en ciertos ambientes a la música en vivo.

Porque yo me la tomo muy en serio.

De verdad.

Yo también.

Yo sé que tú eres, papá, yo soy un niño de pecho.

Junto a ti tú eres un escucha agradecido y responsable con la música.

Ah, dicho gracias.

No te puedes esperar eso de todo el mundo que va ahí porque es gratis.

Y se va a sentar un rato y le vale un camote la música.

Están comiendo palomitas y caramelos y tomando refrescos.

Claro que eso pasaba en los teatros donde se presentaba música, ¿no? Eso no debe sorprendernos tampoco.

Es que fumaban, platicaban, jugaban baraja hasta que algo los dominaba.

Ya en la época de Beethoven la cosa empezó a cambiar porque los conciertos empezaron a costar mucho dinero.

O sea, para el resto de la gente.

En la ópera de Viena, por ejemplo, hay crónicas que dicen que la gente se ponía muy cerca de la puerta para oír un poco las funciones de ópera o de conciertos en general.

Porque costaban tanto que no se lo podían costear.

¿Sabes? En la ópera La Claque, o sea, los que se van a Gayula, eran, por cierto, los más respetuosos que los de Luneta.

Porque en La Claque tenías que estar todo el concierto diferente.