Never Going Home - Huesos en el polvo - Misión 3 (3/3) 51171u

Riguroso falso directo, una sesión más de esta campaña de huesos en el polvo de Never Going Home y volvemos a contar con Jean-Marc Masotti dirigido por Marvel. ¿Qué tal? ¿Todo bien? Todo bien. Preparado para lo que surja. Para el TPK o el casi-TPK o la trampa mortal.

Lo que vaya viniendo.

Lo iremos aceptando como buenos soldados.

Correcto. También está Cliff Cage. Michi, ¿qué tal? Muy bien. Aquí listo para dar sartenazos a la gente.

Perfecto. Su arma favorita tiene un MAS-2 a sartenes.

Podría usar cuchillos, pero es un cocinero de la vieja escuela.

También ha venido Jean-Baptiste. Jorge, ¿cómo estás? Muy bien, con ganas. Se quedó en el punto cumbre en la sesión anterior.

Pues la verdad es que en un punto muy interesante que ahora retomaremos.

Vamos a recordarlo ahora rápidamente, pero antes saludamos a Z que nos lleva a Andrew Cook.

¿Qué tal? ¿Qué tal? Muy bien.

Bien. Eras tú, Andrew, quien llevaba ese collar de huesos.

Creo que lo llevaba Jean-Baptiste.

Ah, Jean-Baptiste. Vale, es verdad. Muy bien. No lo pregunto por nada.

Pues nada, para recordar...

El collar de huesos se empieza a estrechar.

Ha encogido. No lo sé, pero cada vez me cuesta más respirar.

Recordamos muy rápidamente que habíais llevado esa ametralladora a una extraña cima donde había una fortaleza, donde os habían ordenado crear el nido para defender la zona del ataque otomano que estaba a punto de empezar, porque ya ha empezado.

Ha habido una descarga de artillería que habéis visto que ha destruido por lo menos uno de los dos nidos de ametralladoras.

El otro había caído una bomba cerca y no se veía muy bien, pero parecía que seguía estable.

También habéis descubierto la entrada a una tumba que descubristeis que estaba guardada por dos hermanos.

A uno lo capturasteis, a otro lo matasteis.

Ese prisionero lo dejasteis, en concreto Cliff, que se marchara cuando entrasteis a esa tumba.

Había una gran escultura de un ser como arrugado, deforme, y pinturas de esas ranas que habíais visto también en la cueva en Kodere.

Y ahí estabais, habíais empezado a sacar los ojos de esa estatua que eran brillantes y extraños, y que reconocisteis como unas perlas negras que podían valer el sueldo de un año.

Por desgracia una de ellas quedó destruida al intentar sacarla, y la otra ha caído por esa escalera.

¿Oís rebotar la oscuridad que hay bajo vosotros? Esos toquecitos.

Esa canica que os retortrae a vuestra infancia quizás, esas canicas que se caían al suelo, pero los tiempos ahora quizás sean un poco más difíciles, más tenebrosos.

Aquí estáis, en esa cueva.