Neoilustración, poder, alteridad y diferencia.Teresa Oñate 3n3xz

De una manera, la verdad es que con la neolilustración que nos oprime, pues resulta que no podemos plantear las cuestiones de la alteridad y de la diferencia en su momento.

Tened en cuenta que nos da la impresión de que Deleuze o Foucault o Derrida o Bátimo fueran la vanguardia.

Y claro, o están muertos, o han escrito la mayoría de las cosas más importantes en los años 60, pero bueno, ya se sabe que la filosofía, cuando transforma el mundo, tiene que discutir y que encontrarse con hábitos de configuración enormemente arraigados, en este caso, desde la ilustración.

Es decir, desde el siglo XVIII, eso no significa, como pretenden muy a menudo los neolilustrados, que la posmodernidad filosófica sea antiilustrada.

En todo caso, es una segunda ilustración, pero no puede seguir en el paradigma, sencillamente, de igualdad, fraternidad, libertad, en cuyo momento también ha ocurrido el colonialismo y el homocentrismo y, desde luego, la preterición o la ignorancia o el no conocimiento de la alteridad y la diferencia que ha tenido que venir establecida en muchas ocasiones en nuestro país, sobre todo en guerra de barricadas, desde la izquierda postmoderna, desde la izquierda postmetafísica, posthistoricista, postpositivista, sobre todo con una discusión muy profunda respecto del progreso y del desarrollismo que rápidamente era entendida como si se estuviera pretendiendo ser premoderno o se estuviera pretendiendo que no hubiera ningún tipo de progresividad.

Pero, claro, de ahí hablarte que la columna vertebral del sistema y del capitalismo ilimitado sea precisamente metatafísica, el ir cada vez más allá de todo límite y de todo modo de fuero de la comprensión del presente, de las diferencias, en eso yo creo que ya vamos consiguiendo bastantes cosas.

Bueno, para mí, por lo tanto, es un honor muy especial, muy particular el que los jóvenes me llamen para hacer una conferencia de clausura.

Yo me encuentro muy joven, desde luego, pero yo creo que para alguien que se refiere a la antígona de Sófocles o a Maximandro o a Parménides, realmente los 26 siglos hacen que cumplir años cronológicamente signifique poco.

Nosotros vamos a trabajar hoy en dos asuntos.

Como no manejamos un lenguaje común, lo cual ya se veía, por ejemplo, en las conferencias de la mañana, yo he considerado indispensable que nos hagamos cargo de algo que ya es bastante tópico y que, sin embargo, está itido por la racionalidad hegemónica.

No os olvidéis de eso, ¿verdad? Una cosa es que incluso para nosotros resulten familiares ya determinadas topologías simbólicas, terminologías, y otra cosa distinta es que eso haya sido itido por la racionalidad hegemónica.

Bien, pues, voy a hablar primero de cuáles son los giros del pensamiento posmoderno y, por lo tanto, de lo que es la posmodernidad filosófica, para que nosotros notemos cómo, en medio de esos giros, ya es central la ontología de la alteridad constituyente y que no nos confundamos pensando, además, que posmodernidad es o los yuppies del país estilo o los críticos cómplices ambiguos como Chichek o como Jameson o como...

No, claro, la posmodernidad filosófica es una ontología no metafísica de la alteridad y de la diferencia y de eso vamos a hablar en primer lugar.

Y luego vamos a ir al manantial, al texto del que mana la ontología de la diferencia, ya sea en la hermenéutica, en el postestructuralismo francés, en la deconstrucción de origen derridiano, que es Zeitungsheim, Tiempo y Ser, de Martin Heidegger, de 1962, a partir de unas conferencias que dio en Derisi y que vosotros podéis leer en una no muy buena traducción de Garrido y de Félix Duque, no muy buena porque todavía no se ha hecho cargo de la misma alteración que el texto propone.

Os pongo un ejemplo para no parecer crítica innecesariamente.