Música clásica ¿por qué no? - 115 "El Cascanueces", Piots Ilich Chaikovski 6b104

Y ahora escucharemos música clásica.
¿Música clásica?
Sí, claro, música clásica.
Con Antonio Jiménez, música clásica. ¿Por qué no?
Muy buenas tardes a todos.
Nuestro programa de hoy está dedicado al genio de Tchaikovsky,
uno de los compositores rusos más populares de todos los tiempos,
especialmente en el periodo del Romanticismo,
entre los años 1850 y 1910.
Lo que le hace todavía más grande es que fue el primero que valoró el ballet
como un arte en sí mismo y como un nuevo espacio para el desarrollo creativo.
Son suyas las obras más icónicas de la danza clásica,
el Lago de los Cisnes, la Bella Durmiente y el Cascanueces.
Su música fue un hito en la historia del ballet
y, además, cambió la técnica de las coreografías
porque la partitura exige una habilidad y flexibilidad especial a los bailarines.
Hoy nos ocuparemos de algunas de sus obras.
En primer lugar, el Cascanueces.
En 1891, el director de los teatros imperiales rusos, Iván Tchegolovsky,
encargó a Tchaikovsky una partitura para un nuevo ballet.
El autor ya tenía en su haber dos más.
El músico se puso a ello y entre 1891 y 1892 entregó su nueva obra,
dividida esto sí en dos actos.
La obra es el Cascanueces.
El libreto es del propio Iván Tchegolovsky,
que se basó para su redacción en la adaptación de Alejandro Dumas del cuento
El Cascanueces y El rey de los ratones de Hoffman.
Antes de su estreno, Tchaikovsky seleccionó ocho de los números del ballet
formando la suite El Cascanueces, pensada para tocar en concierto.
Esta suite se estrenó en San Petersburgo el 19 de marzo de 1892
bajo la dirección del autor.
La obra se hizo popular desde el primer día.
Una característica de esta música es la utilización de la celesta,
un instrumento de percusión que se asemeja bastante a un armonio
o a un pequeño piano vertical y que el músico ya había utilizado anteriormente.
Esta es la obra que escucharemos hoy.
La interpretación está a cargo de la orquesta Anima Eterna,
dirigida por el belga Jos van Inversel.
La selección, que en su día hizo Tchaikovsky, es la siguiente.
Obertura, marcha, danza de lada, danza rusa, danza árabe, danza china,
danza de las frutas y, por último, el vals de las flores.
Para no perder el hilo de la escucha, las vamos a poner todas seguidas.
Eso sí, si queréis aplaudimos al final.