
Morir y Forrarse: El Negocio Fúnebre de la Literatura 3d34z
Descripción de Morir y Forrarse: El Negocio Fúnebre de la Literatura 70421
¿Qué hay detrás del subidón de ventas cuando un escritor estira la pata? Necro-marketing, postureo de hashtag y editoriales haciendo caja con fajines negros. Dale play y descifra por qué la muerte es la mejor campaña publicitaria literaria… hasta que te toca. 6r674
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hoy vamos a hablar del único momento en que las ventas de un escritor se disparan sin que el pobre tenga que hacer firmas, ni giras, ni vídeos de TikTok, ni dar entrevistas a los medios. ¿Sabes cuándo es? El día que lo plantan bajo tierra.
Sí, sí, la muerte. Ese representante de ventas infalible que ninguno de nosotros quiere contratar. Pero te voy a hacer un spoiler. Acabará un día siendo nuestro representante, no lo dudes. Bienvenidos a Escribir sin Rey. Ya sabes que este es el garito literario donde servimos verdades sin azúcar. Soy Francisco Concepción y sigo con la voz fastidiadísima. Ya fui al médico y me pautó ciertas cosas pero sigo igual. Así que con estos remos seguimos remando.
Como les avancé, vamos a reflexionar por qué crujen las librerías cuando muera un autor. Y de pronto Twitter, si le digo Twitter porque me cuesta mucho llamarlo X, se llena de gente anunciando que acaba de comprar el hablador de Vargas Llosa porque siempre tuvo curiosidad. Escriben claro, justo ahora. ¿Pero qué hay detrás de ese pico de ventas? ¿Es cosa de lectores conmovidos, conmovidos de verdad, o de editores oliendo a sangre fresca, o del propio algoritmo de la red social que convierte el duelo en trending topic? Vamos a desmenuzarlo al ritmo de copas de bar y un poquito de humor negro, ¿vale? A nuestro cerebro, que es más básico que un ladrillo, le dices se acabó y entra en pánico. Corre que te quedas sin, ¿te acuerdas aquello de sin papel higiénico? Pues lo mismo pasa cuando muere un novelista. Esa neurona cavernícala, grita escasez.
Y el lector corre a la librería, no vaya a ser que la obra se agote o se pierda la conversación del momento. Cuando allá por el 2010 Saramago estiró la pata, su novela de ensayo sobre la ceguera voló de las estanterías de Portugal. Dos días y no existía un ejemplar. ¿Acaso el país entero descubrió la ceguera de golpe? No, simplemente sintieron la chispa de la última llamada. El bus fúnebre arrancó y todos querían un asiento. Y no te engañes, las editoriales son todo menos inocentes.
Huelen el cadáver y de inmediato saquen la impresora de pasear. Reimpresiones express, con un fajín negro y la frase In Memoriam. Ediciones conmemorativas en tapadura, con un prólogo que escriben a toda prisa un catedrático que sólo leyó la solapa. Y eso sí, el clásico pub combo como en el McDonald's. Biblioteca completa de la autoria, tres tomos, 20% de descuento. ¿Le faltó en off? Oferta por difunto reciente. ¿Es cínico? Sí, un poco.
¿Funciona? Pues de maravilla, ¿qué te voy a decir? El lector compra duelo con ICBN y la editorial convierte lágrimas en facturación y el autor, bueno, el autor, el autor poco opina, opinan los herederos. Y las redes, hay las redes sociales, el velorio se convierte en un desfile y sale el twist, el twist reflejo. Se nos fue un gigante. Mirad mi ejemplar subrayado de 1987 y llega el famoso selfie con la portada nueva, el lomo todavía crujiente, pero la foto ya está en Instagram.
Y surgen los hashtags. Hashtag gracias maestro. Hashtag leer es resistir. Y durante 48 horas todo el mundo parece un íntimo delfinado. ¿Y por qué lo hacemos? Sencillo, porque sumar capital intelectual nunca viene mal. Posturear, hacer el postureo con un libro da más cachés que un selfie en el gimnasio. No nos engañemos, porque nadie quiere quedarse fuera del coro del duelo. Y porque el algoritmo de las redes sociales premia el tema caliente con un puñado de extra delight.
La intención, sí, a veces es sincera, el gesto muchas veces mecánico. ¿Resultados? ¿Cuál es el resultado? Pues montones de libros comprados y meses después los lomos están ahí, impecables, creando polvo. ¿Y qué lecciones puede sacar un escritor que aún respira? Pues bueno, la dura verdad es que el pico brutal de ventas quizás te llegue cuando ya no puedas celebrarlo. Llorar no sirve, así que aprovecha mientras sigue con pulso.
Te diría que creas, que crees un catálogo. Cuanto más libros tengas vivos, más pastel habrá para los herederos y los lectores los descubran. Yo creo que tienes que dejar libros inéditos también, porque es cruel decirlo, pero un manuscrito póstumo es sólo para una editorial. La obra secreta que el autor no guardó. Siempre me ha sorprendido esto, cuando muere un autor enseguida...
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