
Descripción de La Montaña Sagrada, de la Isla Perdida. 3a1p5u
Un grupo de amigos encontrarán una isla perdida, siguiendo un mapa y después de superar una serie de pruebas!!! 6y1a5p
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Las historias fantásticas del profesor Bruno.
Hoy, la montaña sagrada de la isla perdida.
Hola muchachos, ¿qué tal estáis? Espero que con muchas ganas de escuchar un cuento fantástico.
Soy el profesor Bruno.
Y hoy vengo a contaros una historia que ocurrió en el Antiguo Oeste.
No, no, no, no fue, no fue allí, no.
No, no, fue en Japón.
No, no, no, no, tampoco fue en Japón, no, no.
Ah, no, fue en Arabia.
No, no, no, no, no fue allí.
Madre mía, ¿dónde fue? Ah, ya me acuerdo.
La historia de hoy trata de la montaña sagrada de la isla perdida.
Era un día muy soleado.
Atrás habían quedado los días lluviosos y fríos.
Por fin podían embarcarse en su aventura.
Y nunca mejor dicho, porque estaban a punto de embarcar en el puerto de Wellington, en Nueva Zelanda, rumbo a Armstrong, en las islas Pitcairn, en el Pacífico Sur.
Viajaban en un pequeño barco que además de hacer bastante ruido, iba bastante despacio, por lo que la travesía sería muy larga.
Pero, ¿qué importa eso cuando vas en un viaje de aventuras? Llevaban ya una semana de travesía cuando se presentó una tormenta enorme.
El barco se movía de una manera que parecía que fuera a romperse de un momento a otro.
Tuvieron que achicar agua toda la noche para evitar hundirse.
Pero como ya se sabe, después de la tormenta llega la calma.
Hacía aproximadamente un mes que habían salido del puerto de Wellington cuando divisaron tierra.
Tenían que ser las islas Pitcairn, sin duda.
Desembarcaron en un pequeño puerto, si se le podía llamar puerto aquello, y buscaron alojamiento y algo para comer.
Armstrong era una pequeña isla con solo 56 habitantes.
Pero a pesar de su tamaño, contaba con una escuela con un pequeño museo, una clínica, un ayuntamiento, una iglesia, una oficina postal y una comisaría de policía.
Por cierto, en la escuela se hablaban cinco idiomas.
El español, el inglés, el francés, el alemán y el pitcairnés norfolquense.
¡Madre mía, qué nombre! Esa mañana habían quedado con Ariki.
Era su o en Armstrong, además de su amigo desde la universidad, donde se conocieron todos.
Marcos, Peter, María y, claro, Ariki.
Por cierto, Ariki en polinesio significa jefe.
Ya habían dispuesto todo para comenzar la aventura.
Primero tenían que ir a la isla de Oeno, que está a 143 kilómetros.
Oeno es una pequeña isla de tan solo medio kilómetro cuadrado de extensión.
Desde ahí, deberán seguir las instrucciones de un mapa que consiguieron en un viejo anticuario de Ámsterdam.
El mapa marca la ubicación de una pequeña isla que no aparece en ningún mapa.
Y, al parecer, no conoce ningún habitante de la isla.
A la mañana siguiente, Zarpango.
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