
El misterio de Christ Chrush #1 | AUDIOLIBRO d2333
Descripción de El misterio de Christ Chrush #1 | AUDIOLIBRO 6d3g5x
🎙 APOYA A TU CUENTACUENTOS FAVORITO ¿Te ha gustado el episodio? Suscríbete y apoya el podcast para que pueda seguir creando nuevas historias. 📚 SERVICIOS CREATIVOS ✔️ Producción y distribución profesional de audiolibros ✔️ Asesoría literaria personalizada ✔️ Escritura por encargo ✔️ Maquetación y publicación en digital y papel 📩 o: [email protected] 🌐 DESCUBRE MÁS EN ellorian.es Accede a: ✅ Episodios anticipados y exclusivos para fans ✅ Encuestas para elegir próximas obras ✅ Contenidos extra: música original, reflexiones, tomas falsas, psicofonías... ✅ a canal privado en Discord ✅ Descuentos exclusivos en la tienda ✅ Materiales del proceso creativo 🔐 DERECHOS Y LICENCIAS Todos los audiolibros son obras originales, traducidas o con derechos cedidos. No son simples lecturas, sino dramatizaciones profesionales con música, efectos de sonido e ilustraciones generadas por IA. 📜 Protegido por el Real Decreto Legislativo 1/1996 (art. 11 y 21) y registrado en SafeCreative. 🎵 Música y FX bajo licencia de Epidemic Sound y producción propia. 🖼 Imágenes generadas por mí mediante IA. 4u2055
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Bienvenido a Eyorian Audiolibros. Historias oscuras y fantásticas, narradas para que te atrapen desde la primera palabra. Apaga la luz y escucha. El misterio de Kris Krash, 1816.
Los ataúdes describían un movimiento circular. Quizá fuera una fuerza gravitatoria, giroscópica, electromagnética o Dios sabe de qué tipo. Frank Russell, científico, en su teoría del movimiento de los ataúdes de Barbados. El movimiento de los ataúdes era debido a extraños poderes psíquicos de los cadáveres de quienes mueren prematuramente. Sir Arthur Conan Doyle. Las finas botas de lluvia surcaban el cielo formando una suave cortina.
En aquella triste tarde estival de la isla de Barbados. Una comitiva fúnebre, lacónica, silenciosa, imbuida en definitiva del espíritu anglosajón, avanzaba a través del páramo hacia el cementerio de Kris Krash. En el féretro descansaba el cadáver de Dorcas Chase. Lo precedían los quedos lamentos de aquellos que la habían amado.
La comitiva fúnebre estaba formada por todos los de la familia Chase y de la familia Brewster, ambas con un poder prominente en la isla. Encabezaba la comitiva el viejo Thomas Chase. Caminaba decidido con regio paso, arrastrando tras de sí a aquellos que difícilmente luchaban por no quedar atrás.
Cabría lugar a la iración de la entereza que aquel padre mostraba ante el prematuro entierro de su hija, pero aquella premura sería difícilmente explicable si no se tuviera en cuenta la naturaleza de su carácter. En efecto, sus duras facciones y su mirada severa tras aquella poblada barba sugerían un violento carácter y un espíritu cruel, idea que no se desmentiría bajo un análisis más profundo de su alma. La lluvia bañaba su rostro, empujada por un viento incipiente que amenazaba con azotar la isla con una tempestad. Pero sus ojos estaban secos. Ninguno de los presentes hubiera apostado un penique aventurando cuál sería su estado de ánimo.
Nadie pensaba siquiera en la posibilidad de que aquellos ojos se hubieran humedecido, siquiera en la intimidad de la soledad. Y sin embargo, ¿no es el padre el más propenso al dolor en un momento así? ¿Qué ocupaba la mente de Thomas Chase? Su caminar era recio, como decía, y lejos de menguar, apretaba el paso si cabe.
O al menos eso afirmarían después los familiares y los criados negros que portaban el ataúd y hacían denodados esfuerzos por seguir el ritmo del patrón. Más tarde, algunos dirían lo que en ese momento todos pensaban, que la vergüenza del padre ante la naturaleza de aquella muerte le empujaba contra el viento que ahora comenzaba a levantarse sin lugar a dudas en busca de una rápida conclusión a una situación que le ponían evidencia ante los demás.
A pesar del aventurado de tal argumento, es de justicia mencionar aquí que jamás hombre alguno vio a Thomas Chase más expuesto, pues es cierto que tras su duro semblante y su acostumbrada decisión en cuanto cometía, aquel día había algo en su forma de caminar, en su forma de moverse a través del páramo que sugería la vaga idea de que hubiera pagado de buena gana mil libras por volverse invisible.
Así parecía apretarse contra el suelo imprimiendo una huella más honda de lo que cabría esperar en la húmeda tierra. Así parecía apretar el paso cuando creía poder rodear una roca o cualquier otro obstáculo visual entre él y sus seguidores. Claro que todo esto bien pudo ser producto de la imaginación excitada de cuantos caminaban a grandes zancadas tras él.
De este modo avanzaba aquella cohibida comitiva cuya sobria perplejidad era rota tan solo por los lamentos de quienes amaron a la joven Dorcas Chase de una manera más tierna.
Pero, ¿qué era aquello tan terrible que se imponía al natural dolor?
Comentarios de El misterio de Christ Chrush #1 | AUDIOLIBRO 293x6a